Capítulo 3. Yo seré tu guía

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Tras recostar el cuerpo de Miguel sobre la cama, Lucifer tomó asiento en un sofá que se encontraba al otro extremo de la habitación, cruzó una de sus piernas sobre la otra, dejó el collar que previamente le fue entregado sobre la mesa, sirvió algo de vino en una copa y mientras lo bebía esperó paciente a que él recobrara la conciencia, vigilándolo en todo momento.

El despertar de aquel arcángel provocó que su cabeza se llenara de preguntas, pero sabía que debía esperar un poco más para poder siquiera tener la oportunidad de buscarles respuestas.

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Despertó quejándose, sobando su cabeza tratando de aliviar un suave dolor en ella. Le bastaron cinco segundos para volver en sí y darse cuenta que esta escena ya la había vivido previamente.

—¡Ay, no, no otra vez! —Asustado se sentó de golpe, mirando con los ojos bien abiertos a su alrededor, topándose con la imagen de alguien viniendo hacia él.

Aquella voz apareció tan repentinamente, asustándolo y provocando que derramara un poco del vino sobre el suelo. Lucifer de inmediato dejó su copa, se puso de pie y corrió hasta donde Miguel, tratando de calmarlo.

—Miguel, ¿¡estás bien!? —cuestionó preocupado al ver aquella espantosa expresión alterada que tenía el rubio.

—¿¡Cómo sabes mi nombre!? —Exaltado volteó para ver al dueño de esa voz. —Espera, ¿¡cómo sé mi nombre!? —La locura del momento incremento ante los gritos que soltó, comenzó a respirar agitadamente y optó por cubrir su rostro con ambas manos.

Lucifer quedó inmóvil ante tal escena, era la primera vez que veía a alguien reaccionar de esa manera, por lo que sólo se quedó de pie al lado suyo, acercarse podría ser peor, así que prefirió responderle con una distancia segura.

—Eh, bueno, sé tu nombre porque yo estuve ahí cuando te lo dieron. —sus manos estaban a la altura de su pecho, por lo que comenzó a jugar con sus pulgares, el nerviosismo le había sido contagiado también.

Miguel descubrió parte de su rostro y fue en ese instante en que sus miradas se encontraron. —¡Esos ojos! —pensó. —Creí que eras Gabriel.

La expresión de Lucifer cambió rápidamente de preocupación a una de asco e incluso hizo como si vomitara, fingiendo algunas arcadas.

—Nunca me habían ofendido así, tsk —exclamó altanero, cruzándose de brazos.

—Ah... perdón —finalmente descubrió su rostro y se sentó bien, recargándose en la pared detrás de él, de un momento a otro recobró la compostura.

—Vaya, sí que fue fuerte el golpe, sonó muy recio cuando caíste al suelo, pero pensé que era por la armadura, tal vez fue tu cabeza que rebotó contra el piso, ¿te duele? —Su voz volvió a ser amable, quería ganarse su confianza, debía ganarla, pues se lo habían encargado. Se inclinó sobre él llevando su mano hasta su frente para tocarla y comprobar la temperatura de esta.

El rostro de Miguel se sonrojó por completo, tenerlo tan cerca le ponía nervioso, por lo que tartamudeó

—¡Estoy bien! —apartó la mano de Lucifer de su cara y desvió la mirada para evitar verlo nuevamente a los ojos

—Tu cara está toda roja, ¿no te sientes mal? —Lo sujetó del mentón para inspeccionar nuevamente el rostro del rubio, sus ojos recorrieron cada centímetro de este antes de soltarle y sonreír para él. —Estoy jugando contigo, tranquilo —Comenzó a reír, llevando su diestra para cubrirse sus labios.

Miguel suspiró pesadamente, dedicándole una expresión de berrinche, llevó ambas manos a su cabeza, enredó sus dedos entre los mechones de su cabello y lo desordenó mientras pataleaba para continuar con su rabieta, esto hizo reír más fuerte a Lucifer, que terminó sentándose a su lado.

La luz que se extingue al albaWhere stories live. Discover now