Capítulo 21. Sin querer, me estoy acercando a ti

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—¿Podrías resolverme una duda? —cuestionó Jofiel, mientras arrastraba una silla hasta llegar al lado del serafín.

—Claro, ¿qué pasa? —respondió sin mucho interés, estando más atento en su misión de encontrarles forma a los dibujos sobre los planos extendidos en la mesa.

—Estás aquí... ¿por "eso"? —Inconscientemente, aquella última palabra fue dicha en un susurro, algo innecesario porque a diferencia del taller de Ariel, el de Jofiel estaba ocupado sólo por él y Lucifer. Intentó no parecer muy obvio respecto al nerviosismo que aquel tema le causaba, por lo que fingió distraerse vaciando una caja con diferentes materiales que ocuparía para su trabajo de hoy.

—¿"Eso"? —Repitió confundido, así que sólo se quedó mirándolo en silencio hasta que conectó sus ideas y finalmente pudo entenderlo. —¡¡Aaah, "eso"!!, no, no, estoy aquí porque el Maestro así lo quiso, es como un regalo —Con ganas de ayudar, Lucifer observó con atención las acciones del arcángel, que, aunque no entendía, no le fue difícil replicar y fue así como comenzó a "trabajar". —La verdad es que ni siquiera lo recordaba.

Jofiel logró sentirse más tranquilo gracias a la respuesta que recibió, incluso sonrió una vez que se dio cuenta de lo que el serafín hacía, notando que, por ahora, su nuevo ayudante parecía sólo darle más trabajo porque tenía que ir arreglando todo lo que armaba. —Pero sigue en pie, ¿no?

—Ahora más que nunca... —Lucifer parecía no darse cuenta que estaba haciendo todo mal, por lo que orgulloso mostró su creación a Jofiel. —Y viéndolo bien, estar aquí hará más fácil todo.

El castaño sonrió una vez más al notar aquel entusiasmo en el otro, lo único que hizo fue corregir sus errores y enseñarle cómo hacerlo correctamente. Tras un largo silencio que Lucifer ocupó para aprender qué debía hacer, continuó. —¿Puedo pedirte un favor? —preguntó, entregando al primer intento un objeto perfecto.

Después de tomarse un tiempo para conversar un poco y explicarle al serafín lo que iba a hacer a partir de ahora, comenzaron con lo que para todos ahí era una jornada normal de trabajo y aunque Jofiel en todo momento remarcó que les tocaría el "trabajo pesado", el serafín no logró dimensionar estas palabras hasta que tuvo que hacerlo con sus propias manos.

Muy por el contrario de los celestiales que se encontraban al mando de Ariel, todos los que trabajaban junto a Jofiel parecían nunca quedarse quietos. Todos iban y venían con cajas que llevaban hasta el taller del otro arcángel o apilaban en la parte trasera del suyo; el equipo de Ariel trabajaba en las creaciones nuevas y debido a que no tenía alas, se había acordado que sólo debían salir cuando era muy necesario, los materiales siempre eran distribuidos por el otro equipo, aunque con la llegada de Miguel y la ausencia de Jofiel, todo recién estaba retomando el ritmo previamente acordado.

Cuando el día estaba a punto de concluir, Jofiel permitió que sus ayudantes se retirasen temprano mientras él terminaba por inventariar todo lo que habían traído al taller. Toda la tarde había tenido que soportar las quejas del serafín, quien claramente no estaba acostumbrado a trabajar tan duro, así que lo dejó tomar una siesta recargado sobre la mesa en lo que llegaba la hora de salida, error que le costaría mucho remendar porque Lucifer parecía no querer moverse, así que Jofiel tuvo que recurrir a métodos no muy dulces para despertarlo y llevarlo consigo hasta el otro taller a reencontrarse con los otros dos arcángeles.

—¿Terminaste ya, Mimi? —preguntó Jofiel, mientras se acercaba al rubio trayendo sobre su espalda al serafín, quien parecía dormido.

Miguel volteó en cuanto escuchó que lo llamaban, su sonrisa desapareció al ver cómo aquel par llegaban todos sucios y uno de ellos medio moribundo. —S-sí, sólo estoy esperando a que Ariel me diga si debo llevarme algo o no...

La luz que se extingue al albaWhere stories live. Discover now