Capítulo 5. La jerarquía celestial pt.1

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—¿¡De verdad puedo visitar otros círculos además del mío!?

—Claro, no sé de algo que lo prohíba.

—Entonces no me negaré a esa excursión —su expresión era claramente emocionada, animándose aún más al ver la amplia sonrisa que el otro le dedicó al acceder.

Una vez fuera del palacio, fueron corriendo de la mano hasta el borde del nivel, ya en la orilla Lucifer se lanzó fuera de esta, no le era necesario usar sus alas todavía pues él tenía la habilidad de poder volar sin ellas, así que flotó lejos del borde del primer nivel y extendiendo ambos brazos hizo aparecer frente a ellos alguna clase de túnel orientado hacia abajo, dentro de él parecía haber un vórtice que emanaba fuertes vientos y de esta forma se creó un puente que unía ambos niveles.

—Bien, vamos —iba a entrar al túnel, pero no pudo continuar al ver que Miguel no lo seguía. —¿Qué sucede, ya te arrepentiste?

Todo lo anterior hizo que Miguel se sintiera atemorizado, desde el ver cómo el otro flotaba en la nada, hasta aquel enorme vórtice que hizo aparecer frente a ambos.

—¡No!, es sólo que... creo que no sé cómo volar—encogió sus hombros, avergonzado de sí mismo, asomándose a la orilla y viendo que debajo de ellos sólo había oscuridad, una densa e interminable oscuridad, lo que le asustó en gran manera y le hizo retroceder unos pasos.

«No te rías, no te rías» Pensó Lucifer, pero la cara de Miguel se lo puso difícil, no quería hacerlo sentir mal, así que dio media vuelta para darle la espalda y cubrir su rostro con ambas manos, tratando así de ocultar y hacer menos ruidosa su risa.

Aunque el contrario trató de ocultarse mientras reía, sus hombros se movían al ritmo de sus carcajadas, por lo que Miguel lo notó y avergonzado exclamó, gritándole.

—¡Hey!, si vas a burlarte por lo menos dame la cara —cruzó sus brazos y trató de lucir serio para no verse todavía más torpe.

—Lo siento, lo siento, no quería reírme, pero si hubieras visto la cara que pusiste —trató de controlarse y como le fue indicado, volteó a verlo otra vez. Él estaba ahí, todo enojado, pero seguía siendo adorable a sus ojos. —Sólo debes extender tus alas, ellas solas se moverán.

—Sabes qué, mejor me voy con Gabriel —dio media vuelta y comenzó a correr lejos de él, como si supera a donde ir.

—¡Oye, no, detente ahí! —era más veloz al volar, así que fue rápidamente detrás de él, aunque no le costó alcanzarlo.

No le hizo caso y siguió corriendo, apresurándose para alejarse lo más que pudiera, pero terminó siendo detenido por Lucifer, que lo cargó en brazos y elevó del suelo.

—¡Ya no quiero ir a ningún lado, bájame! —sacudió sus piernas y brazos para que lo soltase, pero fue inútil.

—No importa que no sepas usar tus alas, conmigo aquí no las vas a necesitar. Vámonos —lo sostuvo con firmeza y voló de vuelta al borde, acercándose al túnel y dejando que Miguel se asomase.

—¿¡Por ahí!? —pregunto asustado, mientras se sujetaba con fuerzas al cuello de Lucifer, el aire que el vórtice emanaba era tan fuerte que apenas y se asomó, su flequillo voló de su rostro.

—¡Sí, no te sueltes!

De un salto entró en medio del túnel, dejándose llevar por el torbellino de aire que los hacía caer con mucha velocidad. Los gritos de Miguel ni siquiera fueron tomados en cuenta por el otro, de hecho, los malinterpretó y creyó que aquellos alaridos eran de emoción así que se unió a ellos gritando también, aunque, por el contrario, Lucifer sí estaba divirtiéndose. Tras estar cayendo sin control, las alas del serafín emergieron de su espalda para ayudarle a moderar la fuerza con la que descendían, pues la corriente de aire dentro del portal era bastante fuerte y al estar ya cerca del final debía asegurarse de controlar la velocidad con la que bajaban.

La luz que se extingue al albaWhere stories live. Discover now