Oblivion | Draco Malfoy (memoria #1) © ✓

016

Lethe

—¿Me estás escuchando? —preguntó Fred.

—¿Qué? —Salí de mi trance, girando la cabeza para estar cara a cara con él.

—Te estaba hablando sobre la broma que le hicimos a Snape. Se le quedó el culo pegado a la silla después de la clase —rió como si lo estuviera recordando—. Lo deberías de haber visto.

Fingí la risa, porque mi mente estaba tan lejos de aquí, que no estaba procesando la información.

—Bueno, ya está, dime que te pasa.

—Nada...

—Llevamos una hora aquí y tú parece que te has ido a otro planeta. ¿Estás bien?

Desde que me levanté, mi cabeza no le había dejado de dar vuelta a lo que pasó la noche anterior. Aparte de que no había visto a Draco, bueno, él no se dejaba ver, ni siquiera fue a desayunar o almorzar. Tenía esperanzas de verlo a la hora de la cena.

—Sí, solo que, el duelo de defensa contra las artes oscuras, me tiene preocupada.

No era del todo mentira, eso me preocupaba. En unas días nos enfrentaríamos en un duelo con un compañero de la clase, quien desarmara primero al otro, aprobaría. No quería suspenderlo, pero al ritmo que iba, sería algo inevitable.

—Bueno, si quieres te puedo ayudar con eso y...

—Ya le ayudo yo —dijo una voz detrás de nosotros.

Me giré rápidamente, reconociendo su voz.

—Draco —murmuré.

Ahí estaba. Alto, serio, completamente de negro y con la mandíbula apretada. Sus ojos se clavaron en los mío, como si el resto del entorno se hubiese esfumado.

—Creo que será mejor que me vaya —dijo Fred besando mi frente—. Nos vemos más tarde.

Fred se alejó y yo me puse en pie para también irme, pero la voz de Draco me detuvo.

—¿Ya te vas?

—¿Ya no me ignoras? —Crucé los brazos sobre mi pecho.

—Yo no te he ignorado.

Reí incrédula, sin poderme creer que fuese capaz de mentir cuando sabía que sí lo había hecho.

—Seguro.

Se acercó a mi; pero yo di varios pasos hacia detrás.

—Quería hablar sobre lo de anoche —dijo murándome con el semblante serio.

—¿Sobre lo de anoche? ¿Qué pasó anoche?

Soltó una risa ronca que me caló en los huesos.

—Ahora resulta que no lo recuerdas. —Encarnó la ceja.

—Al igual que tú no recordabas nuestro baile —contesté viendo cómo se le formaba una sonrisa.

—Pues a lo mejor yo también que tengo que emplear tu método infalible para la amnesia.

—Ah, ¿sí? —contesté con los ojos entrecerrados.

No contestó, simplemente comenzó a caminar hacia mi. No me moví, dejé que se detuviera frente a mi. Sentí su pecho contra mi cuerpo, algo que me hizo dar un suspiro inconsciente.

—¿En tu plan está dejarme como anoche? —susurré, recordando como se había ido después de detener el beso.

—No entra en mis planes. —Agachó la cabeza, y rozó su nariz con la mía.