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Lethe

—Aquí nos separamos —dijo él, y mi corazón se encogió.

Nos habíamos aparecido en Hogsmeade. Ya era de noche y las calles estaban totalmente vacías. Nosotros nos encontrábamos frente a una taberna con sus puertas cerradas y un letrero de que ponía «vuelva mañana»

Lo agarré de brazo, obligándolo a mirarme.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunté mirando sus profundos ojos grises que lo decían todo pero a la vez nada.

—En la segunda planta de esta taberna hay un pasadizo que conecta con Hogwarts —explicó sacando su varita—. Lo encontré el curso pasado cuando supe que esto pasaría. Quería saber si había alguna opción de escape, y encontré ese pasadizo.

—¿Hacia dónde dirige? —pregunté.

—La sala de menesteres —contestó—. Pasé mucho tiempo en aquella sala, por lo que, aparte de arreglar el armario, busque distintas maneras de escapar en caso de que tú...

Se detuvo.

—¿Que yo qué, Draco? —lo incité para que continuara.

—Por si las cosas se ponen feas y tienes que irte —confesó—. Para eso estuve buscando salidas, pero todas fueron tapiadas menos esta.

—No voy a escapar, Draco.

Tuvimos una batalla de miradas durante unos cuantos minutos, pero Draco la rompió y puso los ojos en la cerradura. Apuntó y lanzó el hechizo que hizo que la puerta se abriera, invitándonos a pasar.

—Pasa —susurró.

Entré en la taberna procurando hace el menos ruido posible. Caminando tan delicadamente que parecía que estaba intentando no romper el suelo.

Lumus. —La varita de Draco iluminó nuestro camino.

Draco se puso delante mío, guiándome por las escaleras.

—No hagas ningún ruido, no sé si hay alguien aquí —dijo Draco mirándome por encima de su hombro.

Asentí con la cabeza y continué detrás de él.

Llegamos a una sala no muy amplia. Tenía una mesa y algunos estantes. Pero no pude ver más allá, ya que Draco apuntó la luz directamente hacia un cuadro en la pared.

—Ese es —indicó acercándose a él—. Agarra esto un momento, por favor. —Me dio su varita y yo la agarré.

El cuadro se abrió y dentro pude ver una especie de túnel a el cuál no le podías ver la salida. Estaba demasiado oscuro, por lo que me encogí al pensar que tendría que entrar ahí.

Podría enfrentarme a cualquier guerra, mortífagos y señor oscuro; pero no a los monstruos que vivían en la oscuridad.

—¿Tengo que entrar ahí? —pregunté señalando.

—Sí —contestó él.

Asentí con la cabeza y él me miró con una sonrisa.

—¿Aún le tienes miedo a la oscuridad? —preguntó volviendo a recuperar su varita de entre mis manos.

—¿Qué? ¿Aún? Digo, no —contesté rápidamente—. No le tengo miedo.

—Seguro. —Sonrió agarrando mi mano.

Cuando me tuvo delante besó mi frente, peinando mi pelo con su mano libre.

—Cuídate y vuélveme a ver —dijo en un susurro lastimero.

Oblivion | Draco Malfoy (memoria #1) © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora