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Lethe

Bajé las escaleras de madera roída. Cada paso que daba era tan escandaloso que cualquiera que estuviera en aquella casa, estaría al tanto de mi aproximamiento.

Saludé a Luna y Fleur —que estaban sentadas en la mesa del comedor—, y continué mi camino en dirección a la puerta trasera de la casa.

Salí al exterior, respirando el aire fresco y el olor natural de los árboles y el pasto.

Solo me hizo falta mirar en una dirección para encontrarme de lleno con la persona a la que buscaba.

—Bill —lo llamé, y él levantó la vista.

—Buenos días, Lethe. —Sonrió— ¿Pasa algo?

—Bueno... —Me senté junto a él en el pequeño sofá—. Quería pedirte un favor.

—Dime —respondió.

—¿Sería posible que me llevases con ellos? —pregunté, mientras jugueteaba con mis manos.

—¿Con ellos? —dijo confuso, pero rápidamente entendió—: Oh, ¿a casa de Muriel?

Yo asentí.

Estuvo varios segundos —diría que casi un minuto— pensando su respuesta.

—Está bien —cedió ante mi petición—. Esta noche te llevaré.

—Muchas gracias, Bill —dije—. Significa mucho para mi.

—Se que tienes gran relación con mi hermano —contestó—. Él te aprecia mucho.

Sonreí ante sus palabras y me levanté, dirigiéndome de vuelta a la habitación.

Draco

Cuando pierdes la noción del tiempo, todo es más difícil. Llevaba dos días completos en la cama; no podía mover un solo músculo de mi maltratado cuerpo.

Sin duda, la manera en la que me torturó ese día, me dejaría marca para siempre.

—Tienes que bajar —dijo mi madre—. Él pidió verte.

Obligué a mi figura a bajar por la larga escalera, hasta que llegué al salón. Él estaba allí. Con su siniestra sonrisa y ojos calculadores.

—Draco —dijo él—, te estaba esperando.

Mis manos temblaban de manera incontrolable, y lo único que podía escuchar era el bombeo de la sangre en mis oídos.

—Acércate, tenemos que hablar —dijo, con una media sonrisa escalofriante.

Di pasos temerosos hacia él. El aire me quemaba los pulmones, las manos me temblaban, y los ojos me ardían como si de asido corrosivo mis lagrimas se trataran.

—Salgan todos.

La sangre se me heló al escuchar esa palabras.

—P-Pero señor —intervino mi madre.

—Silencio —levantó la voz—. He dicho que salgan.

Mi padre y Bellatrix salieron de la habitación, pero mi madre se quedó quieta en su lugar.

—¡FUERA! —gritó él, empuñando su varita y apuntando hacia mi madre.

Le di una última mirada y ella sollozó, pero finalmente salió del salón.

Me quedé solo.

En ese tipo de momentos te comienzas a plantear si todo lo que has hecho ha merecido la pena. Yo apenas tenía 17 años, y estaba metido hasta el cuello en esa mierda...

Oblivion | Draco Malfoy (memoria #1) © ✓Kde žijí příběhy. Začni objevovat