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Lethe

Perfume caro y menta. A eso olía el lugar donde me encontraba. Estaba envuelta en sábanas de seda, en una cama que definitivamente no era la mía. Todo estaba en calma, hasta que mis oídos se percataron de una discusión entre susurros, provenientes del pasillo.

—No quiero volver a verte cerca de ella.

—¡¿Por qué la prefieres?! —gritó la voz de una chica—. ¡Nunca te preocupas por cualquiera de las chicas con las que te acuestas!

—Nora, casi la matas —bufó él, haciéndome estremecer con su tono—. Además, no es cualquier chica.

Fue inevitable que mi vientre experimentara esa estúpidas mariposas que me daban ganas de ahogar.

Decidí acercarme a la puerta pero, desde que mis pies descalzos entraron en contacto con el suelo e intenté ponerme en pie, caí de rodillas.

—Mierda —siseé.

En esos momentos mi cuerpo se sentía inútil. ¿Qué mierda había pasado la noche anterior como para ponerme así?

La puerta se abrió de repente, dejando ver una figura alta y vestida completamente de negro. Su rostro se llenó de preocupación al verme en el suelo.

—Lethe. —Avanzó hacia mi y me ayudó a volver a la cama—. ¿Estás bien?

Me dolía todo el cuerpo y el dolor constante en la cabeza era insoportable. Sentía un sabor amargo en mi boca, y la notaba totalmente seca.

—¿Me puedes dar agua? —le pregunté, presionando mi garganta mientras carraspeaba.

Él se movió rápidamente, agarrando el vaso de cristal que estaba en su escritorio. Se acercó a mi y dejé que colocara una mano detrás de mi nuca, y que la otra la usara para llevarme el agua a la boca. Bebí del vaso y, cuando me sentí satisfecha, le levanté una mano para que entendiese que ya podía retirarlo de mis labios.

—Gracias —murmuré, secando la comisura de mis labios con el dorso de mi mano.

—No tienes que darlas. —Colocó el vaso en la mesilla de noche y se sentó en el filo de la cama.

—¿Con quién hablabas? —pregunté mordiéndome el labio inferior.

—Nora —confesó, llevando su pulgar a mis labios ara separarlos y que me dejara de hacer daño con los dientes.

—¿Por qué discutíais? ¿Qué pasó anoche? ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Por qué me siento como la mierda?

Él sonrió con ternura cuando le llegaron todas las preguntas. Negó con la cabeza, pasándose la mano por su alborotado cabello platinado, y suspiró:

—Te metió éxtasis en el vaso. —Agachó la cabeza—. Por eso acabaste así.

Volví a intentar levantarme.

—¿A dónde vas? —preguntó confundido mientras agarraba mi brazo con cuidado.

—A buscar a Nora.

—Ya hablé con ella —contestó.

—Bien, pues ahora me toca a mi. —Me levanté por completo pero el mareo me detuvo.

—Joder, no seas terca —bufó—. No estás bien.

Me recostó en la cama y suspiró. —Descansa otro rato, luego si quieres vas y le lanzas un crucio.

—Me gusta la idea. —Sonreí y el me devolvió el gesto. Me moví para acomodarme en la cama, pero el vestido me lo impedía, por lo que hice una mueca, la cual Draco notó.

Oblivion | Draco Malfoy (memoria #1) © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora