ʜᴇᴀʀᴛʙᴇᴀᴛs ᴏғ ᴀɴ ᴀɴɢᴇʟ; ʜᴡᴀɴɢ ʜʏᴜɴᴊɪɴ

ᴠᴇɪɴᴛɪᴅᴏ́s

ʜᴇᴀʀʙᴇᴀᴛs

ᴄᴏʀᴇᴀ ᴅᴇʟ sᴜʀ.

Caminábamos en silencio hacia la parada de autobuses. El día estaba soleado pero la brisa era lo que más resaltaba, y no lo decía por mí, lo decía por Hyunjin exactamente.
Me parecía gracioso ver desde detrás, como el cabello rubio del chico se levantaba levemente cada que una oleada de aire se aproximaba.

Los autos incluso pasaban, y no ayudaban mucho al desordenado cabello del rubio, ya que a cada rato trataba de calmarlo pero daba igual, cualquier cosa le pasaría enseguida para que tuviese que copiar aquella acción un millón de veces en menos de un minuto.

— Deja de burlarte— carraspeó al momento de tomar asiento en la parada y yo junto a él — Tendré que cortarlo.— susurró viéndome de reojo con un leve puchero en sus labios.

Reí devuelta — ¿Hablas en serio? El cabello largo en ti se ve muy bien— giré parte de mi cuerpo para tenerlo de frente y entonces pasé mis manos por aquella melena rubia. Tan cálido — Tal vez solo debas de peinarlo— busqué algo en mi mochila y saqué aquella banda elástica — Esto servirá— Hyunjin me miraba hacer todo, pero yo estaba tan concentrada en hacerle aquella media coleta para evitar que parte del cabello se le fuera al rostro — Listo.— sonreí victoriosa observando el resultado desde mi perspectiva.

Como no escuché palabra de su parte, decidí bajar lentamente mis ojos hasta los suyos y noté que no tenía expresión alguna. Simplemente me miraba sin más, sin emitir ni el más mínimo ruido.
Pero de pronto una sonrisa muy leve se asomó por sus labios y no pude evitar en corresponder de la misma forma.

Me encogí de hombros después de unos segundos — Se te ve bien.— volteé mi torso hacia el frente para comenzar a jugar con mis pies, a la espera de nuestro transporte hacia donde estaba mamá.

— Gracias.— susurró e igual giró a ver al frente como yo.

Asentí con poco interés de por medio.
El autobús no tardó nada en llegar y enseguida tomé mi mochila para subir antes que mi acompañante.
Pagamos y tomé asiento al lado de la ventanilla, no soportaba los viajes donde no tuviese vista que ver. Además, ir viendo el celular, muchas veces me mareaba y no me gustaba aquella sensación en la que tarde o temprano terminaría vomitando el almuerzo.