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—¿Cómo va todo con la heroína?—pregunto Tom el experto en armas a Eiden.

—bien, ¿Quieres probarla?—inquirió, Eiden acercando una pequeña bolsita a Tom.

—Sabes que no consumo de esa porquería—afirmo Tom.

—si, claro, como no— dijo con sarcasmo— hey, además, está porquería te hizo rico en menos de medio año, ¿De acuerdo?—afirmo indignado Eiden.

—nos hizo ricos—corrigió.

—si, tienes razón nos hizo a todos—aseguro Eiden—por cierto, ¿Qué está haciendo Adrián ahora?

—Esta organizando papeleo o contando lo que conseguimos esta semana.

—bien, ¿y Alan?—cuestiono Eiden de nuevo.

—debe de estar estafando algún estúpido que se le cruzó en la calle, para la tarde debe de estar aqui—dedujo Tom.

—¿Qué hora es?

—las 11:34 ¿Por qué? ¿Tienes algo más que hacer?

—maldición, si, tengo que hacer la comida y me tardaré algunas horas más de las que planeo, necesito empezar ya—Eiden salió corriendo de la habitación no sin antes ordenar todo lo que había utilizado para hacer las drogas.

—huele bien, ¿Que estás haciendo, Eiden?—pregunto Adrián al entrar en la cocina.

—lo sabrás si te lavas las manos y te sientas a comer.

—esta bien, ¿Has visto a Alan? Hace un rato que no lo veo—recordó la última ves que lo vio mientras se lavaba las manos y regresaba.

—No lo ví desde ayer en la noche, cuando llegó drogado y con putas a la casa ¿Lo viste?

—si, lo vi, y lo escuché, no dejo dormir hasta más de la medianoche

—me pregunto que tipo de droga consumió

—obsesionado, ¿podrías servir lo que estás preparando? Me muero de hambre—se sentó en un lado de la mesa, para ser más exactos en el lado derecho de esta.

—hice lasaña, espero que te guste—dijo Eiden, en cuanto sirvió el plato de Adrián y Tom, se sentó y empezó a morderse las uñas.

—Deja ese hábito tuyo, ya no tienes uñas, ¿Qué te muerdes?—salio una sonrisa socarrona de Adrián.

—iré a decirle a Tom que ya está lista la comida—ignoro el comentario de Adrián y salió corriendo a la habitación en la que algunas horas antes estaba.

—oye, Tom, ya está la comida lista, ven a comer—dijo amablemente Eiden al entrar al cuarto, pero se sorprendió mucho al ver cómo una navaja pasaba demasiado cerca de su rostro y se enterraba en la pared.

—¿Que quieres?—dijo Tom acostado en la cama.

—¿Vas a jugar con tus putas navajas de nuevo?—interrogo Eiden mientras cambiaba su tono y su rostro por uno más enojado.

—¿Qué? ¿No te gusta cuando te entierras una en las jodidas venas?

—yo no hago eso, tú lo sabes mejor que nadie, ahora ven a comer la maldita comida que se enfría—dio un azote con la puerta y se fue enojado de ahí.

—¿Esta drogado de nuevo?—pregunto Adrián a un Eiden que entraba hechando humos del enojo.

—si, al parecer tomó otra droga de mi armario

—deberías guardar las droga en un lugar más oculto ¿No crees?—dijo Adrián mientras daba su última mordida a su comida y sacaba un cigarro.

—soy demasiado distraído como para recordar dónde puse la droga después de guardarla.

Drogas, armas y un bebé Where stories live. Discover now