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La comida había sido bastante fácil de cocinar, había sido una ensalada y pollo, algo bastante ligero. Adrian no iba cocinar, pero Alan y Eiden se lo pidieron casi rogando, aunque sabía que no era más que un simple capricho y no tenían nada de hambre ninguno de los dos, se habían llenado de golosinas en la mañana mientras no estaba Tom para regañarlos.

–Pueden irse a jugar los dos.

–Papa komm runter komm runter [papi, baja, baja]– pidió el menor extendiendo sus bracitos hacía el mayor, el cuál lo cargó hasta donde estaba la televisión y algunos juguetes.

Antes de dejarlo ir lo cargó un poco más para revisar el pañal del menor por delante y atrás, no se veía ningún problema, solo se alcanzaba a ver la rozadura que debía de dolerle aún.

Lo dejó en el suelo dejando que corriera despreocupado, mientras le agradecía a su papi por hacer la comida y dejarlo ir a jugar con Alan. Alan había estado muy apegado con Eiden, habían estado viendo películas y estado jugando con los juguetes que tenían al alcance. Alan solo le gustaba seguirle la corriente al más pequeño.

Ahora sé encontraban viendo una película, pero los quejidos de Eiden no dejaban de escucharse de vez en cuando. El mayor había pensado que era un berrinche o solo se sentía incómodo. Intentó revisar el pañalito del menor, no se veía abultado o mojado. Aún así intentó revisar si ese era el problema.

–No, no, papi Adrián– se negó el pequeño y se alejó un poco mientras sus mejillas se tornaban algo rojitas, como si fuera un tomatito.

No era mucho problema, se resolvía fácilmente con una llamada a Adrián, no tardó mucho en aparecer.

–¿Qué pasa bebito?– cargó al pequeñito mientras este se quejaba y se ponía cada vez más rojo de la vergüenza. Revisó su pañal y no encontró nada, a excepción de una semi erección. Nada de lo qué avergonzarse. Y apostar por la mirada de Eiden probablemente no iba a hacer nada más que esperar.– No es nada, bonito, puedes seguir viendo la película ¿Quieren galletas?– ambos chicos dijeron que sí rápidamente.

Ya se estaba haciendo tarde y Tom apenas y salió para comer algo y volver a la habitación a encerrarse de nuevo. Lo dejó descansar un poco más, al igual que los dos que estaban sentados viendo la película que pronto se terminaría.

Antes de que anocheciera completamente quería bañar a Eiden, pensaba que eso ayudaría a sus problemas al menos un poco o tal vez lo haría sentir más cómodo.

Cargó a Eiden mientras le decía a Alan que podía descansar un poco, a fin de cuentas lo había cuidado toda la tarde y había aguantado los pequeños berrinches que hacía mientras jugaba o al escoger la película. Alan aceptó y se perdió de vista dirigiéndose a su cuarto.

Mientras tanto él desvistió a Eiden con calma evitando que este se pusiera inquieto o llorara. Esos días había estado demasiado sensible y para evitar llorar o quejarse seguido se metía su dedito a la boca succionando como si fuera un chupete. Un mal hábito. Lo intercambió por un chupete de verdad mientras veía como este cerraba los ojos con fuerza y se ponía rojito de la vergüenza. No estaba acostumbrado a que lo vieran completamente desnudo.

–Vamas bebé, te daré un baño– Eiden solo asintió escondiendo su cara en el cuello del mayor.

El agua estaba tibia, la había llenado anteriormente a una temperatura buena para que se sintiera cómodo su pequeño. Lo sentó en la bañera y su bebé al instante volteó a ver a unos patos de hule y más juguetes más que llamaban su atención.

Adrian con cuidado de no asustar al menor talló con cuidado su espalda y después aplicó un poco de shampoo en su cabello teniendo cuidado de que no le molestará en los ojos ni lo lastimara. Limpió y aseó todo el cuerpo a excepción de sus partes íntimas. Estaba seguro de que si bebito no querría que lo tocará en esas partes. Así que le explicó que debía de limpiarse abajo pero se tendría que quedar ahí para asegurarse de que no lo hiciera mal o se lastimara si ocurría un accidente.

El menor lo hizo algo avergonzado pero lo hizo bien. Se sintió mejor cunado fue felicitado por el mayor que lo ánimo un poco para que se calmara y dejará de avergonzarse por cosas tan normales.

Lo dejó en la cama recostado con solo una toalla cubriendo su cuerpo desnudo. Eventualmente le cambió el pañal y aplicó un poco de talco y más crema para las rozaduras que aún se veían algo rojizas. Le puso un short muy corto y una playera de manga larga que le tapaba hasta las rodillas.

Lo acostó y le puso algunas caricaturas para que lo arrullara un poco para después darle un biberón y dejarlo dormir y descansar después de todo lo inquieto que estuvo. Bajó las escaleras e hizo un biberón de chocolate con vainilla y después lo calentó. Tan pronto como se lo dió al menor este comenzó a succionar desesperado.

–Tranquilo bebé– besó su frente y acarició el cabello del menor con cariño. Inmediatamente dejó de succionar tan rápido y unas pequeñas gotas de leche se escaparon de los pequeños labios de su príncipe.

Dejó varias almohadas alrededor del bebé para que no se cayera por la noche. Le dió un beso de buenas noches y se dirigió a ver cómo estaba Alan.

Tocó dos veces la puerta y entró viendo como Alan se secaba el cabello después de haberse dado una ducha.

–¿Todo bien?

–Sí, deberías dormirte, yo haré lo mismo pronto.

–Descansa.– dijo antes de intentar cerrar la puerta tras de si.

–Lo siento.

–¿Por qué?

–Por todo.

–No te culpo, no del todo.– cerró completamente la puerta y fue a ver a Tom.

Tocó de nuevo dos veces la puerta de Tom, pero está vez fue menos fuerte, no quería despertarlo si es que ya estaba dormido.

–Adelante.– Adrián pasó.

–¿Cómo estás?

–Bien ¿Cómo está el bebé?

–Dormido– cerró la puerta detrás de él para que Eiden no se despertara si llegaba a escuchar susurros.

–Tom.

–¿Sí?

–Ven aquí.– Adrián se sentó en su cama y esperó a que Tom hiciera lo mismo, lo cual sí hizo. – Estás preocupado por algo ¿No es así?

–No, solo estoy cansado, eso es todo.

–Te preocupan las píldoras.

–No, no sé de qué hablas.

–Mierda, y sigues mintiendo.

–No miento.

–Sabes que no me preocupa que pase de nuevo, sé que estarás bien, confío en ti.– no obtuvo respuesta, así que continuó.– te refugias en el trabajo o en dormir, no quieres pensar en eso ¿Verdad?

–No, es nada, te lo dije– se acercó a Adrián algo enojado con el seño fruncido.

–¿De verdad? – se burló un poco como acostumbra y se acercó un poco más quedando demasiado cerca de los labios de Tom.

Aunque ninguno de los dos parecía darse cuenta, hasta que sintieron la respiración de cada uno, Tom relajo su entrecejo y lo cambió por uno que parecía más triste.

Si se acercaban un poco más sus labios chocarían entre sí, Adrián se acercó un poco más arriesgándose demasiado. Tom no se alejó. Sus labios estaban prácticamente unidos, solo faltaba un empujoncito. Pero el ruido de unos quejidos hicieron que ambos se separaran.

–Lo siento, necesito ir...con Eiden–Se lamentó Adrián y salió algo avergonzado, dejando atrás a un Tom completamente rojo y algo confundido. Las mariposas en sus estómagos no faltaban. Ambos sintieron que vomitarían.

Drogas, armas y un bebé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora