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Se acercó hasta esa mujer que estaba entre los hombres exponiendo su cuerpo tan bien tonificado.

Se acercó hasta detrás de ella tomando su cadera, fingiendo que era un pervertido como los demás, y al final, empezó a besar su cuello. Para este punto las arcadas no faltaban en Adrián, tampoco la cara de desagrado de la chica, aunque lo intentará disimular por una sonrisa demasiado falsa para el gusto de los demás hombres al rededor.

Mientras besaba el cuello de la chica, logro desabrochar el collar para que después antes de que se cayera darle vuelta a la chica y seguir besando su cuello como un desesperado, mientras hacia esto logro tomar el collar con la pequeña llave brillante para abrir la puerta.

Se alejo rápidamente al quitárselo, haciendo que la chica se diera cuenta de que ya no lo llevaba puesto.

Adrian intento correr hasta la puerta, intentando esquivar a las personas. Lo logró, abrió la puerta antes de que la chica lo alcanzará, y después la cerro volviendo a poner el seguro.

—si, fue fácil robarle a la puta— se burló mientras bajaba por las escaleras. Aunque debía agradecer que podía estar cerca de ella para poder robarle la llave, si no fuera el caso, tendría que esperar hasta que ella saliera de su turno.

Llegó a un pasillo largo en donde había varias puertas, ahora el problema era saber a dónde entrar, y la pregunta era ¿Qué pasaría si se equivocaba?

Mientras tanto con Eiden el cual estaba intentando terminar de contar correctamente la historia, pero esto sería difícil ya que Iván no hablaba japonés.

—しかし、彼らが話しているのを聞いて、彼らは私の世話をするためにキツネを離れたいと思っていましたが、私はしたくありませんでした [pero cuando los escuché hablar, quería dejar a la zorra conmigo, pero yo no quería]— contó desesperado, aún sin darse cuánta de que estaba hablando en otro idioma.

—Eiden, Eiden, ¡Eiden!— grito desesperado por ser escuchado.

—¡¿Qué?!

—no entiendo tu chino

—¿Qué? Oh, no es chino, es japonés— y avergonzado bajo la cabeza mientras aparecía un sonrojo ligero— y...lo siento, no sabía que estaba hablando en....

—no te preocupes, pequeño. Después aprenderé.

—¿En serio?— dijo asombrado y emocionado el menor.

—Bueno...si tengo tiempo tal vez.

—oh, entonces no lo harás— dijo en un susurro, después de desanimarse.

—Eiden— una mirada del pequeño un poco confundido hizo que continuará hablando.— tenemos que ir a buscar a tus papis ¿Recuerdas?— pregunto dulcemente mientras cargaba a Eiden encima de sus piernas.

La cara del pequeño cambio notablemente rápido al recordar lo que tenía que hacer desde hace ya más de unas pocas horas.

—¡ir! ¡Ir, vamos, vamos!— empezó a saltar aún sentado sobre las piernas de su amigo.

—jaja, si, pequeño, vamos, vamos— lo cargo y lo llevo hasta abajo saliendo en dirección al auto.

—¿Pero y la chica?— preguntó en un tono infantil metiendo su dedo en la boca.

—Ella se irá atrás en la cajuela, bebé— asintió el menor, y su amigo rápidamente fue por la chica, sería un problema dejarla ahí cuando se despierte.—cariño, ¿Llevas algún arma contigo?— suponiendo que había entrado en su pequeño espacio, tenía que asegurarse de que no se lastimara con algo que trajera.

Drogas, armas y un bebé Where stories live. Discover now