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—Estúpido, Tom y Alan— se venía quejando Adrián.

Ya casi lo golpean en la entrada por unos estúpidos guardias, lo aplastaron señores viejos y pervertidos en la entrada y ahora le habían ofrecido dinero como una prostituta.

Seguía insultando mientras con el seño fruncido abría otra puerta del pasillo.

Se encontró con la desagradable sorpresa de que era otra reunión de casi la misma cantidad de hombres de la anterior.

—carajo— la cerro de un portazo y en seguida abrió la otra.

Bingo! La había encontrado. Dos chicos de su edad o casi, estaban sentados observando cámaras de seguridad.

—Hey, ¿Qué quieres?— pregunto uno

Se acercó, lo noqueó y ató a los dos chicos.

— es wird leicht, Adrian, lass es uns tun [va a ser fácil, Adrián. Hagámoslo] — imitó a Tom en alemán— Geh zur Hölle Tom [vete al infierno Tom]— tecleo algunas cosas y pregunto la contraseña ya que no podía averiguar la contraseña correcta

—N-no tengo permiso para decirla

—pero que imbécil eres, ¿Tan tonto eres?— el chico se quedó callado mientras seguía temblando en el piso. Adrian suspiro— ¿Qué acaso no sabes quién soy?

—No, señor

—¿Qué te pasa? ¿Tengo cara de viejo? Bueno en fin, soy el....mejor amigo del jefe de todo esto

—El jefe no tiene mejores amigos

—oh....este...bueno entonces te diré un secreto

—¿Un secreto?

—si, sordo. Un secreto

—de acuerdo

—pues....yo....soy el...— hizo una gran pausa mientras pensaba que decir para engañarlo

—Si?

—El amante! Si, eso soy!

—En serio?

—Si, por supuesto— mierda, ¿Qué estoy haciendo? ¿El amante?

—Discúlpeme, la contraseña es 725283818

—Gracias

—¿Por qué usted necesito atarme y golpear a mi compañero?

—que buena pregunta.

—¿Y la repuesta?

—hablas mucho, solo cállate

—Adrian dice que ya está todo abierto, nos va a ver por las cámaras— Alan guardó su celular después de leer el mensaje que le acababa de llegar.

—Entra por la ventana— dijo Tom sosteniendo a Eiden.

—te veré en en unos minutos si todo sale bien.

—ten cuidado, no lo vayas a despertar

—descuida, no lo haré.

Alan se fue y solo se quedaron Iván, Eiden y Tom en ese callejón pequeño

—Tiene un golpe en el brazo— susurro Tom

—No fui yo— contesto Iván

—Entonces ¿Quién pudo ser? Confío en ti, y supongo que Eiden no se lo hizo solo...pero entonces ¿Quién le haría esto?

—Lo dejaste solo con la típica chica odiosa y presumida ¿Quién más pudo ser?

—Tienes razón, siento haber hecho eso. Por cierto, ¿Cómo la durmieron?

Drogas, armas y un bebé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora