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Alan y Eiden seguían en la habitación escuchando todo lo que sucedía abajo en la sala. No era la intención de ninguno escuchar pero sinceramente habían puesto toda su atención cuando ambos notaron el fuerte portazo que dió Adrián al cerrar la puerta.

–Niño, ¿y si vamos a ver qué sucedió?– preguntó Alan sigilosamente mientras se acercaba más a la puerta. El pequeño solo asintió cuidadosamente, como si también lo fueran a escuchar.

Abajo, en el primer piso, Tom lo seguía mirando con una mirada de interrogación y a la vez preocupación. No sabía cómo comenzar la plática antes de que Adrián terminará de subir la escaleras. No le dijo nada al final.

Fue en ese momento cuando salieron juntos Alan y Eiden algo curiosos. Vieron pasar a Adrián como si hubiera visto un fantasma. Quizá Piper no estaba tan lejos de esa realidad.

Ambos chicos bajaron las escaleras rápidamente, querían preguntarle a Tom acerca de todo lo sucedido.

–cosa è successo? [¿Qué sucedió?]– preguntó Eiden en italiano a su papi Tom. Alan solo se quedó imaginado lo que le habría preguntado el menor, ya que no sabía italiano ciertamente.

–niente, solo papà ha avuto dei problemi [nada, solo papi tuvo algunos problemas]– sabía que no podía hablar a la ligera sobre Piper y cómo habían estado peleando en la puerta poco tiempo, ninguno de los menores debería de enterarse de eso. Son otro tipo de asuntos.

–ma papà voglio sapere [pero papi yo quiero saber]– dijo Eiden mientras sus ojos se aguadaban, metió su dedo a la boca antes de comenzar un berrinche y ser regañado. Alan estaba tan confundido que no sabía que hacer, simplemente besó la mejilla de Eiden y le hizo un gesto de pregunta a Tom. Seguía sin saber lo que estaban diciendo.

–non piangere, papà te lo può dire un altro giorno [no llores bebé, papi te lo puede decir otro día]– mencionó su papi Tom antes de acercarse él también y dejar un tierno beso en su frente.

–Juro que sí no me dicen qué porquerías están diciendo voy a hacer alguna estupidez.– advirtió Alan desesperado.

–¿Desde cuándo no haces estupideces?– contestó Tom burlón.

Eiden río de la escena y sacó su dedo de la boca, Tom ya llevaba algunos segundos avisandole de eso. Había hablado de él sobre como no meter su dedo a la boca en esos momentos. Podría simplemente pedir su chupete o biberón.

–¿No tienen ganas de ver una película?– preguntó Eiden.

–No.– respondieron sus papis al unísono haciendo que Eiden quisiera llorar. Pero las caras de ambos no tuvieron precio al ver cómo el pequeño quería empezar a llorar con ganas.

–Pequeño, fue una broma, claro que queremos.– admitió Alan.

– Haré las palomitas, ya subo con ustedes.– avisó Tom.

–¿Papi Alan?

–¿Sí, pequeño?

–¿Podemos invitar a papi Adrián? Pensé que estaría muy frustrado por lo de hace rato.

– Tienes razón, que buena idea. Anda, ve con él y pregúntale.

Alan dejó en el suelo a Eiden con solo un pañal y una blusa mal puesta, estaba al revés. No había notado lo malo que era para vestir niños pequeños. Debía de prácticar más con eso.

Eiden salió corriendo subiendo las escaleras y buscando la habitación del mayor. Pegó su oreja a la puerta tan pronto como la encontró, quería saber qué estaba haciendo su papi antes de abrirla, quizá así supiera algo del asunto anterior. Pero no encontró nada especial.

Tocó la puerta tres veces y escuchó por dentro como alguien hacia algo de ruido antes de abrir.

–¿Eiden? ¿Qué pasó?– preguntó rápidamente al verlo en su estado, con sus ojos algo hinchados por su amenaza de comenzar a llorar y la ropa que llevaba no era muy favorecedora para verse algo decente.

–papi, ¿Quieres ver una película?– preguntó con la esperanza de que dijera que sí, pero juró que no lloraría ni haría berrinche si le decía que no, sabía que quizá no era el mejor momento para preguntar eso.

–Esta bien, niño. Vamos a ver una película, solo por esta vez.

Eiden se puso tan feliz que olvidó que debía de seguir con su trabajo de antes, necesitaba terminar un gran pedido que había encargado Alan para una venta, pero seguramente podría esperar un poco más.

Los tres chicos mayores se habían tardado mucho en elegir la película, ya que algunos no deseaban ver alguna o ya habían visto una que quería el menor o alguien más. Así sucedía cada que querían pasar un rato juntos.

Durante la película, Eiden se la pasó de piernas en piernas acostado. Los mayores se turnaban para cuidarlo bien. Comieron palomitas y le dieron un biberón caliente a Eiden cuando lo pidió. A Adrián se le había pasado el mal humor y la película terminó durmiendo a Eiden justo en las piernas de Tom.

Estaban tan conmovidos por la escena de Eiden durmiendo en las piernas de Tom con un biberón a medio terminar y sus labios regordetes succionando aún el líquido, aunque se podía ver y era muy notorio que ya estaba tan profundamente dormido que no se despertaría con nada. Tomaron algunas fotos antes de que lo cargarán para subirlo a su habitación.

Lo dejaron en una de las camas de los mayores, Alan había aceptado que utilizarán la de él como la noche anterior. Le revisaron su pañal y checaron que todo estuviera bien, no querían ningún accidente nocturno como antes.

Sinceramente Eiden había tenido problemas para avisar cuando necesitaba un cambio urgente de pañal, sus papis no sabían cuándo revisar el pañal a veces. Lo dejaron recostado cuando todo terminó.

–¿No quieres que hablemos?– le llegó como mensaje a Adrián, era de Piper. No quería contestar, así que no lo hizo. Aún.

Drogas, armas y un bebé Kde žijí příběhy. Začni objevovat