XLI. New Loyalties

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"NUEVAS LEALTADES"


—Buen día, lobita

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—Buen día, lobita. —Escucho a Scott, me entierro en su pecho ignorando que debemos levantarnos para ir a la escuela, porque al salir de aquí, nada volverá a ser igual.

—Me niego a ir a la escuela —murmuro y siento la vibración de su leve risa mientras abraza mi cuerpo y me deja sobre él.

Su corazón palpita a un ritmo constante que me relaja e incita a seguir durmiendo contra el calor de su cuerpo.

—Tampoco quiero levantarme —susurra moviendo su brazo para apagar la alarma.

Me estiro intentando desperezarme, pero es tarea difícil considerando que anoche casi no dormí por desvelarme pensando en qué rayos se le ocurrirá a Theo que debo hacer, ¿qué pasa con Scott y los chicos?

Unos minutos después me levanto y bajo ante los ladridos de Newt, Scott se va a la ducha. Al ver que cachorrito tres tiene sed, le sirvo agua y subo a arreglar mis cosas.

Cuando mi chico está listo, entro a darme un baño rápido para quitarme la flojera y poder comenzar el día preparada para lo que sea que vendrá.

Me visto con ropa simple, una falda denim, blusa blanca y zapatos del mismo color, y necesito cubrir mis ojeras que evidencian lo cansada que me siento, es como si un camión hubiese pasado sobre mí anoche.

—¿Estás bien, bebé? —inquiere Scott mientras trenzo una parte de mi cabello.

—Solo un poco agotada —murmuro, asiente y no pregunta nada más, lo cual agradezco sinceramente, porque mis ojos se cristalizan como de costumbre.

Voy en mi coche a la escuela mientras que Scott lo hace en su motocicleta, nos juntamos en la entrada, toma mi mano y me acompaña hasta mi salón.

—Nos vemos en el receso. —Besa mi frente con ternura—. Te amo.

—Yo también te amo —sonrío levemente, y lo veo desaparecer.

Al virar para ir a mi salón, unos metros más allá veo a Theo y hace una seña para que lo siga, resignada por el poder que tiene sobre mí en este momento, no dudo en hacerlo.

Camina hasta detenerse en la puerta de los vestidores de chicos.

—No puedo entrar ahí. —Me cruzo de brazos y ruedo los ojos.

—Que pequeña mentirosa. —Ladea una estúpida sonrisa, sus ojos claros brillando de ¿diversión?

Abre la puerta y lo sigo, de pronto un desagradable olor me invade y corro hasta la cesta de la basura y comienzo a vomitar todo lo que he ingerido esta mañana, es una sensación desagradable que no puedo detener.

—Vaya, preciosa, ¿estás bien? —Siento su mano en mi espalda, agradezco llevar una trenza porque no imagino lo asqueroso que sería oler todo el día a vómito, y ese pensamiento, solo genera que no me pueda detener—. Sophie... —su voz se nota preocupada.

GOLDEN EYES || teen wolfWhere stories live. Discover now