Epílogo

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Sophie

Me miro en el espejo detallando mi rostro, aún no me siento del todo cómoda con los cambios en mí desde que sucedió.

La puerta es tocada dos veces e indico que pasen.

So... —el reflejo de mi hermana aparece en el espejo—. ¿Estás bien? —Se sienta a mi lado.

—No lo sé —reconozco, ella pasa su brazo por mi espalda dejando suaves caricias—. No puedo acostumbrarme a este color —pestañeo y mis ojos cambian del nuevo rojo a mi usual verde.

—Te viene con el cabello —comenta Cora y sonríe, yo lo hago débilmente.

—Será cosa de acostumbrarse —susurro y tomo el labial pasándolo por mis labios.

Y es que, después de la muerte de mi padre a mano de los seguidores de Monroe, de alguna manera su poder de alfa se traspasó a mí.

Deaton no tuvo mayor explicación, el linaje de mi padre es un tanto complicado de entender, solo sé, según las historias que me contaba, que provenimos de Lycaon, el primero de nuestra especie, y su padre, y el padre de este y así, han sido alfas, lo que me confunde es que, bueno... técnicamente yo no era su beta como para heredar su poder, yo no era parte de su manada. El druida cree que es porque él siempre me consideró su única beta, porque sabía que si algo le pasaba a él, no podíamos perder el poder de alfa que por derecho le pertenece a nuestra familia.

—Ya es hora. —Cora me saca de mis pensamientos—. Los demás nos esperan.

—No puedo hacer esto —jadeo sintiendo cómo el aire me falta de pronto y mis ojos se nublan—. No puedo...

—Sophie, mírame —pide mi hermana—. Escúchame, está bien, sé que te duele, podemos esperar. —Toma mis hombros y me observa fijamente.

—No quiero hacerlo —susurro y ahogo un sollozo, no quiero despedir a mi padre.

—¡Hey! —Me abraza fuertemente—. Estoy contigo, hermanita ¿sí? No te dejaré sola —me consuela.

Y de pronto puedo ver cuando hemos crecido, ya no somos las niñas de siete y nueve años que peleaban por todo y jugaban felices a los cinco minutos, ahora somos cuasi adultas, hemos tenido que pasar por tanto para poder estar aquí.

—Ya estoy mejor. —Me separo y limpio mis lágrimas—. Gracias, Cora —ella seca también sus propios ojos.

—No tienes nada que agradecer —sonríe levemente—. Es mi deber como hermana mayor.

Acaricia mi cabello y arreglo el maquillaje que se pudo correr por las lágrimas. Cuando quedo conforme con mi resultado, me levanto con ella y bajamos a la sala.

Al primero que veo es Scott, está junto a la escalera poniéndole la correa a Newt. Extiende su mano hacia mí cuando aparecemos, la tomo y siento cómo besa mi cabello antes de comenzar a caminar. Derek detiene su charla con Fabiano y nos observa, luego salimos hasta subir a mi auto conducido por mi hermano.

El trayecto es silencioso, solo se escuchan los esporádicos intercambios entre mis hermanos. Casi media hora después, mi hermano se sale de la carretera y entra a la reserva, maneja unos cuantos minutos más hasta que llegamos a un paraje casi escondido.

Aquí solíamos venir cuando pequeños a jugar con mamá, papá y Cora cuando mis hermanos aún estaban en la escuela, nos divertíamos muchísimo, y papá decía que era uno de sus lugares favoritos en el mundo, porque podía estar con las personas que más amaba en el mundo: mi mamá y yo.

GOLDEN EYES || teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora