🌸05🌸

1.7K 185 12
                                    

Montones de árboles pasaban a nuestro lado o mejor dicho, nosotros pasábamos a su lado. Britmongh era precioso en su totalidad pero sus afueras eran impresionantes. Las coloridas hojas de los árboles adornaban las tierras, haciéndolas parecer una ilusión o de un cuento de fantasía. De no haber sido picada por aquel insecto demoniaco, seguiría creyendo que no era más que un sueño todo lo que veía y escuchaba.

-Llegamos a Sdon.- Anunció el hombre que llevaba las riendas.

-Esto es maravilloso…- Susurré para mí al ver lo elegante que era aquel lugar.
 
Tan pronto mis zapatos tocaron tierras desconocidas quedé enamorada de ellas. Algo había en Sdon que me hipnotizaba pero no sabía el qué. Desperté de mi mundo de fantasías mentales y ayudé a Sara a bajar para que no se lastimara, lo menos que quería era que ella sintiera dolor y no pudiese conseguir a su querido sugar daddy. Así es, eso era lo que ella estaba buscando pero naturalmente, no utilizaba ese término porque no era de su conocimiento pero del mío sí y no pude evitar reírme cuando vino a mi mente.

Ella de inmediato comenzó su misión y yo la mía, quedando en común acuerdo en que nos encontraríamos en la fuente que se encontraba en el centro de la ciudad a las dos de la tarde, hora en que las iglesias alimentaban a las personas. Comencé a recorrer todo el lugar mientras preguntaba por el paradero del conde pero no obtuve prácticamente respuestas. Mis pasos se detuvieron frente a la tienda de telas donde también vendían algunos vestidos. Sí, eran excesivamente caros y más aún cuando no tenía ni una sola moneda pero lo necesitaba.
 
-Disculpe…- Llamé la atención del vendedor.

-Dígame, señorita.- Él se giró hacia mí, prestando toda su atención.

-Necesito un vestido pero no tengo monedas para cambiar y me preguntaba si podía a cambio, trabajar para usted.- Murmuré con nerviosismo.

-Lo siento, pero no puedo hacer eso.- Dejó de prestarme atención y comenzó a atender a uno de los hombres que allí se encontraban.

-Por favor, es importante. Le… Le aseguro que trabajaré hasta saldarlo.- Tomé su mano en un pobre intento de convencerlo.

-No insista, no puedo hacerlo.- Alejó su mano y me rendí.

-Bien…- Murmuré cansina.- Dónde estará ese conde…
 
Caminé sobre mis pasos y tomé otra dirección para ver si tenía mayor suerte. Comencé a no tan solo preguntar sino que también a buscar a alguien con aspecto de conde.
 
-¡Espere!- Exclamó alguien a la distancia.
 
No presté atención porque no conocía a nadie así que no debía ser a mí. Sin embargo y para mi sorpresa, una mano sostuvo mi muñeca y logró detener mi búsqueda.
 
-¿Sí?- Pregunté confusa.

-¿Por qué busca a un conde?- Preguntó.

-¿Conoce a alguno?- Volví a preguntar.- ¿Es consciente de que una pregunta no se contesta con otra?

-Usted lo acaba de hacer.- El hombre al que el vendedor atendía momentos antes, frunció el ceño.

-Formulé una pregunta inicial.- Le recordé.- ¿Conoce a uno?

-Puede.- Respondió.

-Caballero…- Tomé aire para no perder el control.- Necesito encontrar a ese hombre, no me haga perder el tiempo.

-¿Cuál es el nombre del conde?- Pareció dispuesto a ayudar.

-Es el conde charlatán.- Tan pronto esas palabras salieron de mi boca me arrepentí. Llevé mis manos a mi boca para intentar devolverlas pero era evidente que no se podría.

-¿Disculpe?- Preguntó con el rostro desencajado.

-Eh…Lo lamento.- Murmuré y comencé a caminar.

-¿Cómo sabe el apodo que me otorgó la reina?- Preguntó con voz fuerte y demandante.
 
Todo ruido a nuestro alrededor se detuvo. Las personas evitaban pasar cerca de nosotros y no hablaban, había un silencio escalofriante.
 
-¿Es usted?- Pregunté más aterrada que nunca.- Yo… Lo lamento, mis intenciones no eran ofenderlo pero ella solo me dijo que buscara al conde charlatán.

-Deténgase.- Murmuró, masajeando su tabique.- Vamos a otro lugar.- No me estaba preguntando, me tomó del brazo y me guio hacia un edificio antiguo.

-Espere, no estoy sola.- Mis palabras no fueron tomadas en cuenta, no le importaron en absoluto.

-Hable, ¿de dónde conoce a la reina?- Preguntó.

-Ella vive en mi época.- Murmuré.

-¿Usted también?- Preguntó sorprendido.

-Eh, sí.- Respondí dudosa.

-¿Por qué la envió?- Su ceño estaba profundamente fruncido.

-No lo sé.- Me sinceré.

-Reina…- Exhaló ruidosamente.- Siempre pone mi cuello en peligro.

-¿Disculpe?- No había entendido a qué se refería.

-Nada.- Murmuró.- ¿Quién la acompaña?

-Una mujer de Britmongh. Me encontraré con ella en el centro de la ciudad a las dos de la tarde.- Jugueteé con mis dedos para esquivar su penetrante mirada.

-Yo que pensaba que me había librado de problemas.- Murmuró para sí mismo.

-Le aseguro, conde, que no tenía intenciones de venir hasta aquí por mi propio pie pero ella me envió y no sé porqué.- Alcé mi barbilla con orgullo y lo observé directo a los ojos.- No le daré problemas porque ya me voy.
 
Caminé de prisa hacia cualquier lugar que estuviese lejos de aquel edificio. Estaba molesta, no tenía culpa de nada y aquel hombre solo sabía quejarse. Yo solo quería leer un supuesto buen libro pero me encontraba en Europa del quinientos dieciocho, relativamente sola y sin mis propios recursos.
 
-¡Sara!- Llamé a la anciana tan pronto mis ojos cayeron en su pequeña figura.

-Dalila, encontré…- La tomé con suavidad del brazo y comencé a guiarla al carruaje.

-Nos vamos.- Anuncié.

-¿Qué? ¿Por qué?- Preguntó confusa.

-Ese conde es un idiota.- Bramé.

-No utilice palabras extrañas de su época para referirse a mi persona.- Su voz se escuchó cerca, tal vez más de lo que creía.
 
Él estaba caminando a nuestro lado y no se veía amable en absoluto. Su rostro era neutral pero sus ojos me decían que no me atreviese a pasar la línea imaginaria que representaba los límites.
 
-¿Quién es este hombre?- Preguntó Sara con coquetería.

-El conde charlatán y mal educado.- Respondí sin dar mi brazo a torcer. No, él no iba a ganarme en esa silenciosa batalla de miradas asesinas.

La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]Where stories live. Discover now