🌸30🌸

1.4K 153 2
                                    

El conde fue recibido por su pueblo con alegría y calidez. El alivio era palpable pues los daños no habían sido demasiados y los pocos atacantes que habían quedado al irnos habían sido capturados. Los sdonianos que se habían dispersado por los alrededores llegaban e instantáneamente eran abrazados por hombres y mujeres que hacía mucho no veían.
 


-Estamos bien.- Solté un suspiro liberador.
 
En esos momentos no importó quién tenía dinero o era menos pudiente, todos ayudamos a limpiar los escombros y a arreglar todo los daños causados. Luego de eso, todos comimos juntos y tomamos nuestro rumbo, en nuestro caso fue el castillo. Reli entrelazó nuestras manos y guio mi cuerpo hacia su despacho, donde mágicamente todo estaba organizado y no parecía faltar nada.
 
-¿No falta nada?- Pregunté mientras caminaba por la habitación.

-No hasta el momento.- Sentía su mirada clavada en mi nuca.

-¿Dónde está el libro?- Me giré hacia él.- ¿Y la carta del rey de Britmongh?

-Están escondidos donde guardo mis más importantes objetos.- Asentí repetidas veces.

-No me lo darás, ¿verdad?- Pregunté, alzando la ceja.

-No.- Respondió entre risas.

-¿Ni aunque te lo pida?- Coloqué mis mejores ojitos del gato con botas.

-Ni aunque me beses.- Aseguró.

-Es mío.- Lloriqueé.

-Míralo desde otro lado, estoy protegiendo tus pertenencias.- Besó mi frente y se alejó para no sucumbir en mis encantos.
 
Fracci tenía mucho que hacer y reportar. Debía enviarles cartas a sus aliados y notificarle al rey de Britmongh de lo ocurrido, así como a su más cercano aliado, el rey de Ciat.
 
-Dalila.- Reli llamó mi atención.

-Dime.- Dejé lo poco que hacía y fijé mi atención en él.

-Debo ir a Ciat para hablar personalmente con el rey, ¿te apetece acompañarme?- Asentí repetidas veces.

-Sí, quiero ir.- Murmuré.

-De acuerdo, en unos días iremos. Ve alistado lo  que creas importante.- Volví a asentir, caminando hacia la puerta.- Ah, lo olvidaba.

-¿Qué?- Pregunté.

-Serás presentada como mi prometida.- Murmuró satisfecho.- Los reyes son agradables y respetuosos pero hay personas a su alrededor que prefiero mantener distantes.

-De acuerdo.- Accedí.- Si con eso estás tranquilo por mí está bien.

-Gracias.- Sus palabras fueron sinceras.
 
No podía llevarme muchos objetos porque no sabía lo que realmente iba a necesitar. Algunos vestidos y zapatos, algo para entretenerte y… ¿Luego qué?
 
-Iré a pedirle algo para leer.- Murmuré.
 
Volví a recorrer el camino que había hecho hacía relativamente poco y toqué la puerta. Él debía estar solo y ocupado pero prefería avisar de mi llegada.
 
-Pase.- Ordenó demandante.

-Vengo a preguntar algo.- Dije al ingresar.- ¿Tienes algo para leer?

-¿Te sirven pergaminos?- Alcé los hombros.- Sígueme.
 
Salimos hacia no sabía dónde e ingresamos a otro nuevo lugar, una biblioteca.
 
-Wow.- Comenté.

-Son algunos pocos pero creo que podrás encontrar algo.- ¿Algunos pocos decía? Cuánta humildad.

-Es impresionante.- Susurré extasiada.
-No puedo creer que tus ojos brillen por unos pergaminos.- Se quejó entre bromas.

-No son solo unos pergaminos Reli, es historia.- Murmuré.

-No suelo entrar aquí o leer todo esto así que… Puedes tomarlos como tuyos.- Me giré bruscamente hacia él.

-No puedes dármelos, son propiedad de Sdon.- Negó con la cabeza.

-Son míos, los de Sdon están en otro lado.- En su rostro se formó una leve sonrisa.- Tómalos, sé que les darás mejor uso.

-Gracias.- Murmuré avergonzada.
 
Mi relación con Reli se volvía cada vez más cercana y se esmeraba por demostrar que era completamente exclusiva. Cuando podía me colmaba de atenciones y cuando no, se encargaba de hacerme sentir querida aunque fuese entre pequeños encuentros o caricias rápidas.

A su lado los días pasaban a gran velocidad y cuando tuve conciencia del tiempo, había llegado el momento de partir. Estaba nerviosa y alterada, no encontraba los pergaminos que había tomado para leer en Ciat y tampoco el vestido que había querido utilizar.
 
-¿Qué ocurre?- Preguntó la voz de Fracci a mis espaldas.

-No encuentro los pergaminos y tampoco el vestido.- Me quejé.

-Los pergaminos están entre tus cosas, ordené que los colocaran allí para que no los olvidaras.- Explicó.- El vestido deben tenerlo los sirvientes, lo pediré.- Había hablado como un conde, directo y firme.

-Avísame antes.- Golpeé juguetonamente su hombre. Había tenido estrés por nada.

-Deberías controlarte.- Utilizó mis palabras contra mí.

-No me provoques.- Lo imité.
 
Efectivamente, los pergaminos estaban en el equipaje y el vestido había llegado entre sus brazos. Reli esperó a fuera mientras me vestía y arreglaba mi cabello. Con aquel vestido color uva me sentía atractiva. Mi cabello rizado y oscuro se encontraba ataco en una coleta alta y mi color de piel, junto a mis ojos, resaltaban con aquel vestido.

Abrí la puerta con cautela para evitar que alguien recostado en ella se cayese. Tan pronto los castaños ojos del conde se fijaron en mí me sentí escaneada y en paños menores. Su mirada comenzó a oscurecerse bajo mi atento acoso visual, sin saber si era una buena reacción o no.
 
-Cámbiate.- Me ordenó sin dejar de mirarme.

-¿Por qué?- Pregunté con el ceño fruncido.- ¿No es adecuado?

-Luces tan hermosa que no creo poder contener mi malestar si alguien te voltea a ver.- Soltó con rapidez, causando un fuerte rubor en mi rostro.

-No elegí otro.- Moví mi pierna con timidez.

-Vas a enloquecerme.- Se acercó a mí y depositó un beso en mi cabello.- Vamos, me controlaré.

-¿Seguro?- Mordí sutilmente mi labio inferior.

-No pero lo intentaré.- Tan pronto llegamos hacia la salida, él se quitó la capa y la colocó sobre mis hombros.- ¡Ojos abajo!- Les ordenó a sus guardias.

-¡Sí, señor!- Respondieron a la vez que bajaban la cabeza.
 
Cuando llegamos al carruaje me ayudó a subir y volvió a cubrirme con la capa que se había resbalado por mis hombros. Tras un leve gruñido, se ubicó a mi lado con el cuerpo completamente tenso.
 
-Aún puedo cambiarme.- Le dije.

-No.- Suspiró cansino.- Te agrada cómo te ves y a mí también. Es solo que van a observarte y mucho.

-Entonces déjame salir.- Le susurré. No quería que él estuviese tenso todo el tiempo.

-No, Dalila. Luces hermosa.- Susurró.

-Gracias.- Besé su mejilla.

-Otro.- Murmuró y recordé lo sucedido en el bosque.

Acomodé mi rostro sobre su pecho y besé nuevamente su mejilla.
 
-Otro.- Repitió entre murmuros, con las mejillas teñidas de rosa.
 
Volví a colocar mi rostro en su pecho y besé su mejilla.
 
-Otro.- Tomó mi mentón y susurró sobre mis labios.
 
Me acerqué una vez más y sus labios acariciaron los míos hasta que se fundieron entre sí. Disfrutaba del dulce tacto de sus carnosos labios y de la forma en que sus manos sujetaban mi mejilla y cintura.

Entonces comprendí una pequeña cosa, había caído completamente rendida ante los encantos de aquel conde. Me había enamorado de él.

La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]Where stories live. Discover now