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Habían pasado un par de días en que no salía de la habitación porque me tenían encerrada por órdenes de aquel idiota. No podía ver o hablar con nadie que no fuesen las sirvientas que traían la comida o preparaban el baño e incluso con Sara era difícil hablar. El último intento había resultado un fracaso porque ella había pasado un pedazo de pergamino de parte de Heit por debajo de la puerta y uno de los guardias se lo había notificado al conde, quien no tardó en aparecer y romperlo en pedazos.

Me parecía injusto que yo no pudiese hablar con aquel moreno que me brindaba conocimientos sobre las tierras en las que me encontraba pero que el dueño del castillo si pudiese relacionarse con otras personas. Era absurdo que tuviese que escuchar los gemidos de las diferentes mujeres que entraban y salían de su habitación todos los días.
 
-No ha comido, señor.- Habló uno de los guardias que se encontraban fuera de la habitación.

-Retiren la comida.- Murmuró.
 
No pasó mucho cuando ocurrió lo ya habitual, fuertes golpes y lejanos gemidos se hicieron eco por todo el lugar. Nadie se atrevía siquiera a comentar con sus compañeros cualquier barbarie al respecto, todo estaba sumido en un denso silencio mientras el conde tenía relaciones con otra desconocida. Sentía asco de tan solo escuchar el comienzo de todo, aquellos golpes que anunciaban que el conde se divertía.
 
-Dalila…- Susurró una voz cerca de la ventana.

-¿Qué haces aquí?-Pregunté sorprendida.- Si te atrapan te ejecutarán.

-No se preocupe.- Heit sonrió.- Necesitaba saber cómo estaba.

-Estoy bien pero tú ten cuidado.- Susurré.
 
Los golpes y gemidos jamás se habían detenido hasta ese momento.
 
-Váyase, deben saber de su presencia.- Heit se alzó como pudo y besó mi nariz para luego desaparecer entre los árboles.

-¡Abran la puerta!- Gritó y se escucharon muchas llaves chocando entre sí.
 
Cuando por fin dejaron de escucharse los golpes metálicos, la puerta se abrió y por ésta ingresó el conde con algunos soldados. Los dos orangutanes buscaban en todos lados mientras que él solo observaba.
 
-¿Dónde está?- Preguntó con frialdad.- ¿Dónde está?- Gritó.

-No tengo condones amiguito, lo lamento.- Respondí, desquiciándolo.
 
Él era consciente de que no le había dicho lo que quería escuchar y yo era consciente del malestar qué le ocasionaba que utilizara palabras que él no podía comprender. La seguridad había sido aumentada a su máximo esplendor y habían tapado la ventana, evitando que los rayos del sol entraran al dormitorio.
 
-Sara, te dije que te odiaría si no volvía a ver los rayos del sol.- Murmuré para mí misma.
 
Era muy complicado caminar a oscuras y no hacerme daño en el intento. De hecho, era prácticamente imposible porque no conocía muy bien la habitación y el lugar exacto en el que se encontraban las cosas. Por ese mismo motivo, al intentar caminar hacia la cama me tropecé con algo que hizo que mi cuerpo perdiese el equilibrio e impactara de lleno con un objeto sólido. Dolía mucho pero lo desesperante era que no podía ponerme en pie o moverme. El pitido que escuchaba dentro de mi cabeza era tan fuerte que solo aumentaba el dolor y ya no sabía si estaba despierta o me había desmayado porque no veía nada.
No sabía que podía haber una oscuridad más espesa que ella misma, hasta que perdí el conocimiento.
 
Pov Reli

Estaba molesto con aquella mujer y conmigo mismo por no poder manejar la situación y mis impulsos. Sentía tanto coraje que ni siquiera mantener encuentros íntimos había lograba distraer mi cabeza. Había comenzado a tener el hábito de custodiar su puerta por unos pocos minutos y luego irme pero en esa ocasión no pude, un fuerte golpe proveniente del interior de la habitación detuvo mis pasos. Habían dos opciones, ella estaba intentando quitar las tablas para comunicarse con su pretendiente o algo había pasado y esperaba que no fuese ninguna de las dos.
 
-Abra.- Ordené.- ¡De prisa!
 
Ese guardia iba a terminar bajo tierra si no se aprendía la llave de esa habitación. Le quité de las manos las piezas metálicas y tomé la correspondiente, abriendo la puerta de inmediato. Al hacerlo, comprendí que me había pasado un poco al tapar todo espacio que permitiese que la luz del sol entrase, no se veía absolutamente nada. Tomé una de las antorchas que iluminaban las afueras y me adentré para saber qué había pasado. Decir que estaba calmado era mentir, había un inquietante silencio que me causaba desconfianza.
 
-Si pretende atacarme, le advierto que sería una mala idea.- Hablé en voz alta.
 
No obtuve respuesta alguna, ni siquiera un ruido que me hiciera saber que estaba ahí. No era posible que se hubiese escapado. Seguí adentrándome en el oscuro aposento hasta llegar a los pies de la cama, donde me vi obligado a detenerme.
 
-Dalila.- Susurré.
 
Ella estaba allí, tirada en el suelo sin inmutarse por mi cercanía. Algo estaba mal.
 
-¡Quiten las tablas! ¡Rápido!- Ordené, fuera de mí.
 
La luz del sol se abrió paso, cegando a todos los allí presentes y solo cuando mis ojos se acostumbraron a la claridad del lugar, fue que pude ver lo que había ocurrido.
 
-¡Llamen al médico!- Grité.- Dalila.- Moví sus hombros en un vano intento porque despertase.
 
Observé a su alrededor mientras intentaba comprender qué había sucedido. Sentí un frío recorrer mi espalda cuando mis ojos captaron algo que terminó por alarmarme, sangre. Había sangre.

Preso del pánico comencé a revisarla hasta encontrar de dónde salía. Su cabeza estaba sangrando, ella se había golpeado la cabeza y lo más probable era que hubiese sucedido mientras intentaba llegar al otro extremo del aposento.
 
-¡Traigan al médico!- Volví a gritar mientras la sostenía en brazos y la llevaba a otro aposento.- Por favor, abra los ojos Dalila.- Le pedí.

Eso no podía estar sucediendo, encerrarla había sido la única manera que me había parecido convincente para mantenerla a salvo. Mis intenciones jamás habían sido lastimarla pero sin embargo, el resultado había sido desastroso. Me había enfocado tanto en que nadie pudiese dañarla que olvidé por completo la posibilidad que había en que ella se lastimase allí dentro.

La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]Where stories live. Discover now