🌸42🌸

1.2K 127 1
                                    

Había pasado un mes desde que el doctor tetas había aparecido y Reli seguía sin tener mucho éxito. Tenía el agua cortada y eso lo tenía de mal humor pero no era el único, mi cabeza me estaba volviendo loca porque no paraba de pensar en la gran cantidad de momentos que me estaba perdiendo.

-Firme, firme...- Murmuré, intentando alejar los pensamientos pecaminosos.

-¿Firme?- Preguntó cerca de mi oreja.

Su sola cercanía descontrolaba mis hormonas y me impedía pensar con claridad. Con toda la firmeza que pude reunir, me alejé de él. Al girarme, Reli estaba extrañamente sonriente y no sabía qué esperar de su parte.

-¿Qué?- Pregunté con indiferencia.

-Ya no lo soportas, ¿mm?- Rio mientras caminaba a mi alrededor.

-No sé de qué hablas.- Seguí sus movimientos con la mirada.

-Sabes de lo que hablo, Dalila.- Murmuró, pasando su dedo por mi quijada.

-Déjate de tonterías.- Golpeé su dedo con mi mano y retomé mis pasos hacia la habitación.

Abrí la puerta con cuidado mientras sostuve mi espalda con mi mano libre e ingresé lentamente. Había dejado de ser la escapista veloz y me había convertido en la gorda tortuga que no podría dar dos pasos sin sentir fatiga.

-Uf.- Solté el aire cuando mi trasero estuvo en el colchón.

-Yo podría ayudarte.- Murmuró.

-¿Qué haces aquí? No te dejé pasar.- Me quejé.

-Me preocupo por mi esposa e hijo.- Respondió, alzando los hombros.- Estás muy tensa.

-Tener un bebé no es tarea fácil.- Murmuré.

-No me refiero a eso y lo sabes.- Él volvió a pasar su dedo, esta vez por mi cuello y logrando que la piel del área torturada ardiera.

-No me toques.- Murmuré con voz rota.

-Dalila, no podrás prohibirme el contacto toda la vida. No puedes seguir negándote a que te bese o haga mía.- Susurró.- No hice nada y aun así me torturas.

-Mira...- Mi voz se cortó cuando su dedo bajó hasta el nacimiento de mis senos.

-Ya basta de juegos.- Reli tomó mi rostro.- Basta.

Se acercó a mi rostro y besó mis labios, activando mi estupidez. Era algo necesario, ambos necesitábamos aquella muestra de afecto.

-No hice nada.- Susurró al separarse.

-De acuerdo.- Murmuré.

Reli volvió a besarme con delicadeza mientras liberaba mi rostro y volvía a sentarse en la cama. Luego, tomó mi brazo y ayudó a levantarme para que me sentara sobre su regazo.

-Nunca vuelvas a dudar de lo que siento por ti.- Ordenó, colando su mano por el interior del vestido.- Vaya, vaya...

-No.- Susurré, aunque claramente no era un "no" lo que quería.

-Eso no es lo que dice tu cuerpo, pequeña flor.- Besó mi cuello mientras su mano torturaba mi sensible feminidad.- ¿Qué es lo que quieres? ¿Esto?- Preguntó cuando sus dedos se hundieron en mí.

-No...- Susurré como pude.

-Deja de resistirte.- Murmuró burlón.

Reli abandonó mi cuerpo casi por completo para deshacerse del molesto pantalón.

-Vamos.- Murmuró mientras me tomaba de la cintura para que comenzara a bajar.

-¡Ah!- Gemí con fuerza.

-Dios, Dalila...- Gruñó y gimió como un demente.

Sus movimientos fueron aumentando cada vez más, tanto que me costaba respirar. En ese momento hice una nota mental, no debía permanecer tanto tiempo sin mantener relaciones sexuales.

-Reli.- Gemí su nombre mientras mi cabeza caía hacia atrás, descansando en su hombro.

-Vamos pequeña.- Susurró, besando mi oreja, cuello y hombro.- Respira.- Murmuró, bajando la velocidad.

-No.- Lloriqueé.- Más, quiero más.

-Respira, Dalila. Vamos mi amor.- Volvió a aumentar un poco sus movimientos.

-¡Reli!- Me sostuve fuertemente de sus piernas al sentir mi aclamado orgasmo.

Él siguió moviéndose un poco más hasta por fin terminar. Estaba más exhausta que nunca e intentaba recobrar el control de mi respiración.

-Te amo.- Susurró con la respiración entrecortada.- Te amo, Dalila y sé que tú también lo haces.

-Sí. Lo hago, maldito borracho.- Él rio y recostó su frente en mi espalda.

-Te he extrañado. Como no tienes idea.- Besó toda mi columna.

Cerré los ojos un momento mientras volvía a regular la respiración y sus manos iban a mi vientre. Sus caricias en donde se encontraba nuestro hijo eran relajantes e incluso se podía llegar a pensar que el bebé sabía quién tenía sus manos en mi vientre. Cuando Reli acariciaba mi panza, el bebé se movía demasiado y pateaba más de lo que era habitual.

-Hola, bebé.- Murmuró él.- A ti también te he extrañado.

Después de aquel momento íntimo en donde pareció haberse limado toda pereza, la relación se volvió a tornar cercana. Si cuando estaba siendo esquiva con Reli, me seguía hasta en mis sueños, en esos momentos en que estábamos bien parecía formar parte de mí.

-Reli, por favor.- Murmuré cansina.- Déjame caminar libremente.

-No puedes.- Me informó.- Apenas puedes caminar. Temo que puedas caerte y te ocurra algo a ti o a nuestro hijo.

-Agradezco que te preocupes, de verdad, pero necesito que no me agobies.- Mis manos estaban en su pecho y fue ahí donde empujé con suavidad para que retrocediera.

-Ya falta poco para su nacimiento, Dalila.- Parecía mi papá, diciéndome una y otra vez lo que ya sabía.

-Eso ya lo sé.- murmuré.- Necesito mi espacio o terminaré rompiendo todo a mi paso.

-Pero...- Cansada, tomé su rostro y lo besé salvajemente para luego continuar con lo que hacía y dejándolo sorprendido en medio del pasillo.

Paz y tranquilidad... Justo lo que necesitaba antes de un parto.

Faltaba poco para poder conocer a nuestro primogénito y la tensión se sentía en el ambiente. Los sirvientes no dejaban de preguntarme cosas y Reli no me dejaba caminar más de cinco pasos fuera de la habitación. Eso, sin mencionar que tenía soldados vigilando cada uno de mis movimientos. Apreciaba que todos estuviesen poniendo de su parte para ayudarme y cuidarme pero llegaba un punto en que tanta atención me estresaba y comenzaba a llorar a mares. No deseaba ser la tortuga obesa que no podía darse la vuelta sin ayuda, solo deseaba ser una madre normal sin estar bajo el foco constantemente.

La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]Where stories live. Discover now