La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]

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-¿Quién es?- Me susurró al oído la pequeña pelirroja.

-Es mi novio.- La imité.

Ella abrió los ojos muy grandes y cubrió su boca con ambas manos, era tan inocente y adorable... Ella volvió a abrazarme sin quitar sus curiosos ojos azules de Reli.

-Hola, princesa.- Él no le decía princesa porque fuera una niña, la llamaba por su título.

-Hola.- Murmuró.

-¿Cómo estás?- Le preguntó.

-Bien, ¿y tú?- Él se sorprendió al escuchar que ella también preguntaba el estado en el que se encontraba.

-Educada por Elizabeth, se nota.- Se burló él.- Muy bien, gracias por preguntar.

-¿Eres el novio de Lila?- Ella era muy curiosa.

-Así es.- Asintió.

-Ella es mi amiga.- Murmuró, acariciando mi cabello con torpeza.

-Ella es muy buena, ¿verdad?- Thabita asintió enérgicamente.

-Juega conmigo y me compra dulces.- Mi corazón se enterneció al escuchar la tierna forma en la que hablaba.

-Vamos Thabita, deja que ellos hablen.- El Sr. de Edevane llamó a su hija pero fue cruelmente ignorado.- Thabita...

-Nu.- Murmuró ella, alargando la "u".

-Anda, Thatha.- Le murmuré.- Otro día jugaremos mucho, ¿de acuerdo?

-Sí.- Ella sonrió y se alejó, despidiéndose con su manita.

-Ella te adora.- Susurró la Sra. de Edevane con cariño.- Siempre dice que eres su mejor amiga.

-Es un amor.- Ella sonrió y se alejó con su familia.

-Ya lo sabes pero se te dan muy bien los niños.- Murmuró mi chico.

Reli tomó mi mano y salimos de la biblioteca. Estuvimos dando vueltas hasta bastante tarde, la última vez que había podido ver la hora había sido en un restaurante de comida rápida y daban más de las doce. Tras su insistencia, les avisé a mis padres que me quedaría en casa de "una amiga" a lo que ellos no pusieron resistencia. Les alegraba ver que comenzaba a salir nuevamente y que ya no lloraba durante horas.

-¿Vives con alguien?- Pregunté.

-Con un compañero que vive más en casa de su novia que conmigo.- Respondió sonriente.

Al llegar a la pequeña casa en la que él había aparecido, abrió la puerta y me dejó pasar primero. Su mano se aferró a mi vientre y sus labios recorrieron toda mi oreja y nuca sin detener nuestros lentos pasos.

-Sabes, ¿por qué estamos aquí?- Preguntó entre susurros.

-Tengo una leve idea.- Murmuré.

-Porque...- Introdujo su mano en el interior de mi pantalón.- Quiero tener mis tres niños nuevamente, esta vez aquí.

-Reli.- Gemí al sentir sus dedos en mi interior.

-¿Mm?- Me estaba torturando.- ¿Qué ocurre, mi pequeña flor?

-Date prisa.- Susurré con voz entrecortada.

Por supuesto que no perdió el tiempo. Mi cuerpo cayó sobre su cama y él se colocó encima de mí sin aplastarme. Comenzó a besarme y a acariciar mi cuerpo como solo él sabía hacerlo. Mi pantalón había desaparecido al igual que el suyo y su camisa, dejándonos acceso casi directo a nuestros puntos débiles.