🌸29🌸

1.3K 148 1
                                    

Había llegado el momento de partir hacia Sdon. Estaba nerviosa pues no sabía cuál era el panorama que nos encontraríamos al pisar aquellas tierras. Reli también lo estaba, no lo decía en voz alta pero su cuerpo reflejaba el estrés que sentía por ver a su pueblo sumido en la devastación de un ataque sorpresa.
 


-Todo va a estar bien.- Susurré, mi cuerpo estaba pegado a su espalda así que acomodé mi rostro sobre su hombro y acaricié sus brazos desde atrás.

-Eso espero.- Murmuró.- Eso espero.
 
Reli tomó una de mis manos y entrelazó sus dedos con los míos para luego depositar un cálido beso en ella. Era un bonito gesto lleno de ternura y que brindaba calidez a mi pecho.
 
-Vamos.- Asentí ante su orden.
 
La caminata hacia la salida estuvo bañada de una atmósfera teñida de tristeza y Hichet parecía el anfitrión que no quería dejar escapar a sus invitados. Al parecer, se había divertido mucho al molestar al conde y recordar momentos vividos a su lado.
 
-Cuídense mucho y no duden en volver si necesitan algo.- Aquel no era el Olán despreocupado que había conocido, estaba siendo sincero y serio.

-Igualmente.- Para mi sorpresa, ambos hombres se abrazaron levemente y golpearon sus espaldas con las manos.- Las puertas de Sdon están abiertas para usted y su gente.

-Sí que ha cambiado.- Bromeó.- Cuídese, Dalila.

-Usted también Olán.- Sonreí levemente al ver que se debatía si abrazarme o no.- Siente cabeza.

-Pronto seguiré los pasos del conde pero no por el momento.- Era un buen chico después de todo.
 
Después de los intercambios de palabras y de colocar lo necesario en el saco de Kruv, Reli me ayudó a subir al lomo de su caballo y se acomodó frente a mí. Mis manos se acomodaron a sus costados, causando que el leve tacto tensara su cuerpo y que sintiese electricidad en punta de mis dedos.
 
-¡Buen viaje!- Gritó aquel niño de cabello rubio mientras movía sus brazos de un lado a otro.
 
Reli lo apreciaba aunque discutiese con él y lo amenazara cada tres segundos. Se podía notar que lo acontecido con la Sra. Elizabeth lo había unido de alguna forma y había creado una amistad. No sabía si alguno de los dos se había dado cuenta de aquel pequeño detalle pero era más que evidente que Olán buscaba constantemente la aprobación de Reli y que el conde lo perseguía mientras lo reñía, buscando su bienestar.
 
-¿Te duelen?- Pregunté en un tono de voz más alto de lo habitual.

-No, gracias a usted ya no siento nada.- Respondió, sosteniendo una de mis manos con la suya.

-Aun así debo seguir colocándole la mezcla.- Advertí.

-Sí, señora.- Bromeó.
 
El conde Reli Fracci cabalgó hasta que al caballo pareció cansado. Fue en ese momento en que nos detuvimos y preparamos el campamento improvisado. Aquel caballo había dado su milla extra así que recibió una muy buena cantidad de agua y manzanas como recompensa por su esfuerzo. Estaba agotado, comía y bebía estando acostado y soñoliento, definitivamente merecía mimos al llegar a Sdon.
 
-Anda, duerme.- Murmuré mientras acariciaba su cabello.- Tú también deberías dormir.

-Estoy bien, haré guardia.- Sus palabras no se sostenían por ningún lado porque su rostro se veía agotado y luchaba por mantener los ojos abiertos.

-Yo lo haré.- Me senté a su lado bajo la sombra de un gran árbol.- Ven.- golpeé mi pierna un par de veces.

-No lo haces fácil.- Murmuró, cediendo.
 
Tal y como lo había hecho la primera vez que dejé que durmiese sobre mi pierna, colocó mi mano en su cabello comencé a acariciarlo. Le gustaba ese tipo de gestos, al final y al cabo era un hombre normal que poseía un título importante pero que no se comportaba como tal. Él era bastante liberal para la época y no le importaba hacer muestras de cariño en público, Reli se comportaba como un hombre de mi época más que de la suya.
 
-Me gusta eso.- Susurró.

-¿El qué?- Pregunté con suavidad.

-Lo que haces con tu mano.- Lo sabía, le gustaba las caricias en su cabello.
 
No dije nada, solo acerqué mi rostro al suyo y besé sus labios castamente. Mis acciones no habían sido planeadas, solo había querido besarlo y lo había hecho. Él tenía su brazo cubriendo sus ojos por lo que no podía observarme.
 
-Otro.- Murmuró sin alejar su brazo de su rostro.
 
Volví a acercarme para besarlo suavemente.
 
-Otro.- No pude evitar sonreír ante aquel juego.
 
Nuevamente besé sus labios, como única diferencia fue que en aquella ocasión mordí su labio inferior.
 
-Otro.- Susurró.
 
Cuando mis labios rozaron los suyos, su mano sujetó mi nuca. Los besos inocentes se habían esfumado y el calor se hizo presente entre nosotros. Pronto nuestra posición cambio y me encontré sobre su cuerpo.
 
-Dalila, no hagas eso.- Susurró cuando mis labios capturaron la piel de su cuello.

-No estoy haciendo nada.- Sus manos comenzaron a deslizarse lentamente por mis piernas.

-Deja de provocarme.- Gruñó.
 
Había dejado de besarlo y me alejé un poco para observarlo, era jodidamente ardiente y no me cansaría de decirlo. Sus labios estaban rojos e hincados, su cabello se encontraba despeinado y sus oscurecidos ojos me invitaban a no detenerme. Sin poder evitarlo, comencé a acariciar su mejilla con mi dedo índice y cada vez que acariciaba sus labios con éste, él lo besaba.
 
-Cásate conmigo.- Susurró sin dejar de mirarme.
 
Me sentí desfallecer al escuchar aquellas palabras salir de su boca. ¿Casarnos? Era algo apresurado. Aún no nos conocíamos lo suficiente para eso. De hecho, nuestra extraña relación estaba constantemente en un va y viene intermitente.
 
-¿Qué?- Pregunté estupefacta, intentando saber si mi mente no me había hecho una mala jugada.

-Cásate conmigo.- Repitió con seguridad.

-Reli, es muy pronto para eso.- Susurré.

-Nunca dije que teníamos que casarnos al día siguiente, Dalila.- Acarició mi cabello mientras hablaba.- Solo quiero… quiero que seas mi prometida, si aceptas por supuesto.

-¿Estás seguro?- Pregunté.

-Nunca había estado tan seguro de algo.- Susurró.

-Lo pensaré, ¿de acuerdo?- Murmuré.- Te daré una respuesta cuando me sienta segura.

-Te esperaré.- Sonrió de lado.

-Gracias.- Susurré sobre sus labios.
 
Ambos hicimos como si aquella conversación no hubiese sucedido o al menos por el momento. Le agradecía que no me presionara, sino que me diera mi tiempo y espacio para tomar la decisión más adecuada a mí, por mi comodidad y sentir.

La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora