🌸44🌸

1.2K 127 2
                                    

Caos, golpes, el sonido del metal chocando entre sí y gritos, muchos gritos. Eso era lo que había en el castillo cuando mis ojos se abrieron de golpe. De inmediato había tomado a mi hijo en brazos para intentar acallar su llanto y que no revelara nuestra ubicación pero no podía hacerlo y no lo culpaba, estaba tan asustado como yo.

-Escúchame, no salgas de aquí.- Susurró Reli, ubicándome bajo su escritorio.

-No vayas.- Lloriqueé.

-Tengo que hacerlo. Tranquila, quédate aquí y no te preocupes, todo va a estar bien. Cuida de nuestro hijo.- Besó mis labios castamente y salió corriendo.

-Por favor Einar, por favor.- Susurré con nerviosismo.

No sabía qué estaba pasando con exactitud, estaba dormida al momento del ataque y aún seguía estando desorientada.

-Por favor Dios, protégelos...- Susurré, destapándome el pecho para que Einar dejase de llorar.

Intentaba calmar el temblor de mis manos y los fuertes latidos de mi corazón, concentrándome en los grandes cachetes de ardilla de que tenía mi hijo. Pasé mi dedo por ellas a la par en que sus ojos se cerraban mientras seguía alimentándose. Los choques metálicos de las espadas hacían que mi vello se erizara y cuando creí que fue suficiente, tapé nuevamente mi seno y comencé a sacarle los gases a la pequeña versión del castaño.

La puerta se abrió lentamente, causando que mis alarmas se encendieran. No, no podía estar ocurriendo algo así.

-Sé que está por aquí.- Canturreó una mujer.

¿Quién era aquella mujer? ¿Qué estaba buscando? Ella debía estar con el grupo atacante y solo estábamos nosotros y esa mujer que debía estar armada. Entre su vida y la de mi hijo...

-¿Qué hace aquí?- Preguntó la demandante voz de Reli al abrir la puerta con violencia.

-Conde.- Ronroneó la mujer.- Hace mucho no sabía de usted.

-He hecho una pregunta.- Gritó.

-He venido para tomar mi lugar, por supuesto.- Aquella voz supuestamente coqueta, comenzaba a darme asco y a molestarme mucho.

-No sea ridícula.- Reli rio con sequedad.- Ha traicionado a su gente por oro.

-¿Sabe? Alastor se ha enterado de su boda.- La forma en la que había hablado me causó escalofríos.- Es una lástima que no nos haya invitado pero...- Se hizo un pequeño silencio.- A él le interesa mucho conocer a su esposa, conde.

-Si la tocan...- Otro silencio se formó.

Un golpe sobre el escritorio me sobresaltó. Las cosas comenzaron a caer y al menos una persona más entró. Eran jodidos dos contra uno. Como pude, alcancé un pedazo de manera que se había desprendido de algún lugar que no podía identificar y me levanté un poco. Él estaba peleando con un hombre musculosamente espantoso y la mujer solo observaba y en ocasiones acariciaba a mi marido.

-Oh, no querida.- Susurré para mí.- No con mi hombre.

Lo más rápido que mi cuerpo y Einar me permitieron, me coloqué detrás de ella y alcé el palo de madera.

-Con mi esposo no, suripanta.- Murmuré a sus espaldas.

Ella se giró hacia a mí y fue justo en ese momento en que le asesté un golpe en su asquerosa nariz. Luego, a paso decidido me acerqué al hombre y golpeé su cabeza con tanta fuerza que creí que se la había roto. El cuerpo del gigante musculoso cayó al suelo, haciendo un fuerte estruendo y causando que mi esposo me mirase sorprendido y boquiabierto.

-Oh, por Dios.- Susurré al soltar la madera.- Creo que maté a dos personas.

-Dalila...- Murmuró estupefacto.

-Haz algo Reli, átalos o algo.- Él asintió y buscó en sus cosas algo que le sirviese para mantener a la zorra y al Sr. esteroides, completamente inmovilizados.

-Listo.- Informó cuando terminó de atarlos a una de las columnas.- Eres increíble.- Murmuró, atrapando mis labios en un fogoso beso.- Vamos, no pueden quedarse aquí con estos dos.

-¿Qué está pasando?- Pregunté, dejándome llevar por él.

-No te molestes pero la mujer a la que golpeaste fue una de mis primeras... Ya sabes.- Respondió.- Cuando me aburrí de ella le prohibí la entrada y comenzó a divulgar y a hacer cosas horribles, por lo que le prohibí la entrada después de su paso por el calabozo.

-Reli...- Otra suripanta molesta.

-Creí que no se atrevería a volver.- Se sinceró.

-¿Quién es Alastor?- Pregunté con cautela.

-Mi hermano.- Respondió con asco cuando sus pasos se detuvieron.

¿Reli tenía un hermano? ¿Desde cuándo? O sea, era más que obvio que desde prácticamente siempre pero nunca lo había mencionado.

-¿Hermano?- Susurré confundida.

-Así es, su hermano mayor.- Respondió alguien a mis espaldas.

Reli clavó su mirada en alguien que estaba a mis espaldas y lentamente pasó su mano por mi cintura hasta colocarme detrás de su cuerpo. Aquel hombre era igual de alto que mi esposo y sus facciones eran muy parecidas pero él no me transmitía nada bueno, era aterrador. Su fría y a su vez, sarcástica mirada, me causaba escalofríos por toda la columna vertebral.

-Hermano, ha pasado mucho tiempo.- Volvió a hablar.- ¿Dónde dejó a Odelia?

Le partí la cabeza a la suripanta, pensé.

-¿Qué hace aquí?- Preguntó Reli con aquel tono de voz que utilizaba cuando se ponía en la piel de conde.

-He venido a visitar a la familia, por supuesto.- Sus ojos se clavaron en mí y juré que me hacía pipí encima.- Es una hermosa mujer.

-No la observe y tampoco le hable.- El cuerpo que hacía de escudo entre aquella bestia y yo, estaba realmente tenso, tanto que dolía verlo.

-¿Cuál es su nombre?- Me preguntó, ignorando a mi esposo.

No iba a responderle, si llegaba a hacerlo Fracci me mataría e incluso yo misma. No entendía qué estaba pasando pero deseé que se terminara.

-¿No habla?- Preguntó con falsa curiosidad.- ¿Ese bebé es suyo?

Por instinto, acerqué a Einar aún más a mi pecho. Si se atrevía a tocarlo le arrancaría las manos con mis propios dientes si era necesario.

-Oh, ya veo.- Rio.- Mi hermano es padre...

Él dio un paso hacia al frente y Reli colocó su mano sobre la empuñadura de su espada.

-Si se acerca lo mataré.- Le advirtió.

-¿Amenaza a su hermano?- Volvió a dar otro paso.

-Reli...- Susurré con la voz rota.

-Tranquila.- Me respondió.

Aquel hombre llamado Alastor, volvió a dar otro paso hacia al frente y Reli terminó de colocar la mano en la espada y la empuñó. Su hermano imitó la misma acción que él y lo supe, solo uno iba a salir con vida.

La Flor del Conde© EE #3 [BORRADOR]Where stories live. Discover now