Cocoon. II.

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"You're the sun, you've never seen the night
But you hear its song from the morning birds
Well, I'm not the moon, I'm not even a star
But awake at night I'll be singing to the birds"
Your best american girl, Mitski

Pensándolo de cierta manera, la literatura se parece mucho al amor. Para mí, por lo menos, fue el referente de ello, declaraciones bajo la lluvia, suicidio del pobre Werther, Austen y todas las hermosas maneras en las que me instruyó en ese aspecto. Creciendo también pude ver un poco lo que era el amor, mamá y papá eran una pareja bastante armoniosa; por supuesto que había mucho más que mis ojos infantiles podían ver, de otra manera mi padre no habría terminado sin pulso en el piso con lo ojos abiertos. Al parecer, luego tantas discusiones sobre tema, como si fuésemos expertas psicólogas, las conversaciones de Leo y Dalia lo describían como algo... pues - considerando las disertaciones de nuestras mentes adolescentes - algo indescriptible, que crece con el tiempo. Sinceramente, de esa conversación no gané una mierda, lo que me lleva de nuevo a pensar en la literatura. Ostranenie , sí... una nueva perspectiva, algo grotescamente agradable... supongo que es así.

 "La regla de oro de la prosa de la ficción es que no hay reglas... excepto aquellas que cada escritor se fija a sí mismo." Lodge lo tenía claro, y pensé que podría ingeniar una regla de oro para el amor de la misma manera, algo que vaya entre las líneas de "La regla de oro del amor es que no hay reglas, excepto las que el amante se fija a sí mismo". Esta conclusión, sin embargo, me llevaba al mismo limbo de ignorancia sobre el tema. Felizmente contaba con amigas cercanas, con quienes hace años, en la adolescencia, creíamos tener bastante claro lo que era el amor (espero que mi memoria sea lo más fiel posible a ese recuerdo) : 

Estar enamorado.  (por Lu, Leo y Dede) 

-Mariposas en el estómago

-Fuegos artificiales en el primer beso

-Que la persona no salga de tu mente (nunca, nunca, nunca, ni siquiera mientras haces los deberes) 

-Deseo de (aquí habían un par de palabras tachadas en una disputa que hubo entre las tres) eso que comienza con s

Bien, gracias a esa lista de nuestra adolescencia creí estar enamorada una vez. La historia en la que mi mamá me atrapó con una amiga de la iglesia llamada Daniela y bla, bla, bla. Resulta que no era enamoramiento; sino que mis hormonas estaban en fuego y -trataré de ser lo más directa posible- luego de ver algunos videos, la cercanía y subtexto homoerótico de esa amistad, era más que entendible que le tuviese ganas. Sin embargo, esa era la respuesta: no era amor, era eso otro, y lo supe porque luego de una semana del asunto dejé de pensar por completo en ella. 

Eso me lleva a lo ocurrido a esta mañana. Los sueños que tenía últimamente eran bastante plácidos, y como era costumbre, permanente en ellos se encontraba la figura de un metro setenta y ocho y una sonrisa y unos ojos verde grises, que eran hermosos y béticos como el paisaje y los árboles y la tierra negra y las casitas llenas de flores y los sicomoros y el pasto verde y los caminos de tierra con algunos cercos de madera y la sensación de seguridad, de estar en un capullo. Drogheda, como siempre. 

Las grandes ventanas de la habitación de Catalina dejaban entrar el sol, suficiente luz como para despertarme lentamente. Me molesté un poco con ella por el hecho de que haya abierto las cortinas, pero quise volver al sueño cambiando de posición y casi funciona. En el estado confuso típico del limbo entre estar dormido y estar despierto, pude escuchar risas desde fuera; de Catalina y Royce, supuse; pero intenté ignorarlo y seguir durmiendo. 

La Intimidad Del Tacto LeveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora