Allegretto in C major. Lado B

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"Helplessly hoping her harlequin hovers nearby
Awaiting a word
Gasping at glimpses of gentle true spirit he runs
Wishing he could fly
Only to trip at the sound of goodbye
Wordlessly watching he waits by the window and wonders
At the empty place inside
Heartlessly helping himself to her bad dreams
He worries
Did he hear a good-bye? Or even hello?
Love isn't lying
It's loose in a lady who lingers
Saying she is lost
And choking on hello
they are one person
They are two alone"
- Crosby, Stills & Nash

Podría acostumbrarme a esto. Ni una sola palabra, solo la compañía y miradas ocasionales de la madonna a mi costado. Su ceño fruncido desaparecía cada tanto, y sentía el honor de saber que yo era la razón de ellos.

Sin embargo, tenía aquel otro problema enorme. Estaba cortando poco a poco la cantidad que inhalaba cada mañana, pero era algo que se hacía sumamente tedioso. Esta vez, no solo pensaba en Leo, sino también en la conversación pendiente y cómo no quería traer más asuntos sobre la mesa. Hoy fallé, sin embargo, y ¿cómo no hacerlo? Cuando cada célula de mi cuerpo lo pide, y siento un grito desde mis entrañas que me insta a consumir.

Dos líneas. Me prometí solo dos líneas esté día. La euforia envolviéndome como siempre lo hacía, las ganas de saltar, bailar, hacer de todo; de nuevo. Mi quijada bailando, ahora, que sabía que era notorio, me propuse utilizar goma de mascar para aplacarlo. Para mi suerte, todo el mundo pensaba que era adicta al café; nadie imaginaba que alguien como yo pudiera hacer algo tan banal como inhalar un par de líneas cada mañana antes de ir a estudiar.

Por supuesto, el que bajase la dosis significaba que estaba, cada vez que la medicina bajaba, increíblemente cansada; pero las ojeras bajo mis ojos hacían pensar que se trataba de simplemente haberme quedado despierta con alguna asignatura o un mal horario de sueño.

Leo, cada vez que me veía así, se limitaba a abrazarme y decirme "recuerda por qué lo haces, lo estás dejando porque quieres ser una mejor persona". Solo asentía a estas palabras, pero en realidad se trataba no de querer mejorar como persona; sino de al fin ser quien soy realmente. En mi cabeza ese asunto daba vueltas, igual que la imagen de él, imaginando cada palabra que nunca se dijo, cada explicación que quedó como un espacio en blanco en el discurso que me tocó hacer frente a la mirada llorosa de mi madre y mis hermanos, frente a las personas que fingían preocupación por nuestro estado.

Claro, a veces los pensamientos se tornan demasiado intensos, te envuelven como garras y pronto no queda a dónde escapar; pero esta vez no estaba sola, y no me podía dar el lujo de caer en aquella oscuridad por completo. Agradecí el no estar sola en este momento, pues la chica a mi izquierda se sentía como lo único que me vinculaba al mundo verdadero, una barrera entre la soledad completa y el pertenecer –ser parte de- aquel lugar al que parecía alejarme cada vez más.

Ella, sin embargo, parecía en la misma situación, y era notorio tan solo con mirarla un par de segundos a los ojos. No aguantaba sostener una mirada tanto tiempo, y tuvo que pasar un tiempo para –creo yo- se sienta cómoda bajo mis ojos. Mirarla era como ver el lado bello de la vida, incluso con aquella carga pesada que parecía tener siempre en el hombro; claro, estaba dispuesta a convencerme de que aquello era completamente platónico, ignorando el calor de mi pecho causado por su cercanía. No podíamos ser nada más que amigas, y eso me lo tenía que grabar en la cabeza. Ella no era una "desviada" como yo, no podía imaginarme escenarios que nunca se iban a hacer realidad.

Este día, sin embargo, su gesto se encontraba completamente relajado, bosquejando algunas caras del bus. Yo solo veía, desde mi sitio apoyado en la ventana, la manera en la que, con cada línea trazada, su entrecejo se reducía y la lengua rosada pronto salía a transgredir a los labios, completamente concentrada.

La Intimidad Del Tacto LeveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora