Preludio en C mayor

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18 de Enero del 2017. 3:00 am.

Es posible repeler algo y a la vez desearlo? Esa es la situación en la que me encuentro ahora. UN mensaje de Hola en la pantalla de mi celular, y yo no sé qué responder. Podría dejarlo pasar, bloquear el número y todo estará hecho. Podré seguir con mi vida (por más miserable que sea).

Nadie notó cuando llegué a casa, y si lo hicieron, son buenos en ocultarlo. No puedo evitar pensar en aquella vez, en qué tan diferente sería todo si hubiese tenido éxito. No puedo evitar desear que lo hubiese hecho. Trato de no pensar en eso. Es el pasado. Y no hay nada que pueda cambiar el pasado. Estaba a punto de caer en otro de aquellos espirales en los que veo mi vida como si fuese un reel de película, cuando un sonido irrumpió.

Desconocido

Hola

...(escribiendo)

?

Soy la chica de las entrevistas, de la tarde

No tan alta, pelo negro

Probablemente un poco molesta...

NN

Número equivocado.

Desconocido

Ok. Puedo ver tu foto de perfil, pero si molesto mucho entonces mejor olvídalo.

Mierda.

¿Cuál era su nombre de nuevo? Creo que nunca se lo pregunté. De cualquier manera, la conversación había acabado, pero algo me mantuvo inquieta. Los minutos pasaban y por alguna razón me sentía culpable cada vez que pensaba en la conversación. Venían a mi mente aquellos ojos de ciervo y cabello largo y negro, la sonrisa molesta. Me sentía más culpable cuando la imagen de aquella chica estaba presente en mi memoria. Siempre he pecado de impulsiva, tal vez fue por ello que tomé el teléfono en un arrebato y me apresuré en escribir un mensaje.

NN

Lo siento, era una broma.

(qué excusa tan de la mierda)

No lo tomes a mal por favor.

Mis manos jugueteaban nerviosas. Sí, es cierto que no me importaba lo que piensen de mí, al fin y al cabo era invisible, pero por alguna razón ahora que me habían visto, se sentía mal dejar que aquello acabe. No me haría mucho daño tener con quien hablar de vez en cuando, ¿cierto? Y de cualquier manera, era solo cuestión de rellenar un tonto formulario y acabar con aquello. Solo 15 minutos y ya, podría volver a mi rutina, tal vez fui innecesariamente ruda.

El tiempo pasaba y no recibía ninguna respuesta, así que naturalmente lo dejé pasar, tomé mi medicamento para dormir y lo dejé en el olvido. Podía sentir como se iban aquellos ojos marrones de ciervo de mi memoria, y la sonrisa animosa también. Volvía a ser yo; invisible, y aquello me gustó. Me fui a dormir

"¿Siempre voy a estar para cuidarte, lo sabes, no? " M se encontraba en el otro extremo de mi habitación. Era natural pasarnos el día así y que cada tanto saliera con una de esas preguntas.

"Lo sé. Creo que es la milésima vez que me lo preguntas." Su presencia era tan natural en mi vida como el hecho de que respiro. Pero el sueño que tanto se repetía en mi cabeza hacía lo suyo y todo se tornaba oscuro.

Volteando, me daba cuenta de que M ahora medía unos tres metros, y me miraba con aquella sonrisa y ojos amables, pero la luz cada vez se tornaba más oscura. Seguía yo en mi habitación y tenía la sensación de que los brazos de M se hacían cada vez más largos, tanto que de pronto no parecían humanos. Las garras me cogían del torso antes de que yo pudiera reaccionar. El cuerpo parecía el de una bestia, pero seguían siendo esos ojos y esa sonrisa amable.

La Intimidad Del Tacto LeveWhere stories live. Discover now