016. Capítulo dieciséis

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Decir que a ChanYeol siempre le había gustado BaekHyun no sería exagerar en lo absoluto, ni siquiera un poquito, el mayor había caído rendido ante sus pies incluso antes de saber su nombre, casi como si lo conociera de toda su vida, o de alguna vida anterior. El simple hecho de verlo había creado más de una sensación en su pecho, volviéndose un desastre en sus entrañas.

Quizás estaban destinados a encontrarse.

Al menos, eso era lo que pensaba ChanYeol, aunque BaekHyun no estaba muy de acuerdo, escabulléndose por los pasillos de la universidad y evitando el casino, el baño, el gimnasio, cada rincón en el que pudieran encontrarse. Eso, o simplemente estaba demasiado ocupado, pues el mayor no lo había visto desde que se había bajado de su automóvil con el cabello alborotado y cierto rubor en las mejillas, evitando el contacto visual a toda costa.

Sí, él simplemente había huido después de besarlo.

Por eso Park se emocionó al encontrarlo en una sala de estudio, con sus cuadernos regados en la mesa y la mirada fija en estos, escondiendo su  cabello bajo una capucha negra que no le hacía mucha justicia, incluso si se veía realmente hermoso ante sus ojos.

—No te preguntaré si has estado evadiéndome, porque es obvio que lo estás haciendo, y tampoco preguntaré por qué, lo último que recuerdo de ti es que tu lengua estaba metiéndose en mi boca.

No tan conciso, pero directo, demasiado directo, aunque ChanYeol no lo notó hasta que la mirada ajena se clavó en la suya, casi con asombro, o con enojo, como si estuviera regañándolo por ser un idiota de primera, era obvio que había interrumpido su estudio con el saludo menos cordial de su vida.

—Buenos días, ChanYeol. Qué gusto verte.

Soltó una risita burlona antes de dejarse caer junto al menor, dándole una rápida mirada a sus apuntes antes de verlo a él, dedicándole una sonrisa cálida que BaekHyun podría interpretar de múltiples maneras, pero que solo significaba que estaba jodidamente enamorado de él –y que lo había extrañado, por supuesto–.

—Oh, veo que encontraste tus modales en alguna parte —bromeó en seguida, alzando una mano para acariciar esas mejillas que había extrañado incluso más que a su dueño, jamás había sentido su suavidad hasta que por fin pudo besarlo.

Recién era jueves, pero los último cinco días se habían sentido como una eternidad.

—¿Qué quieres? —soltó sin más, serio, moviéndose lo suficiente para que los dedos de ChanYeol dejaran de tocarlo—. Un examen está a punto de patearme el culo. No puedo perder el tiempo.

—Solo quiero saber cómo estás —sonrió con el mismo cariño de siempre, cruzándose de brazos sobre la mesa para observar a BaekHyun. La forma en que mordía su labio y bajaba la mirada, cada gesto del menor le parecía tan hermoso.

—¿Solo eso?

—Por ahora —asintió en seguida, sintiéndose aliviado al descubrir que BaekHyun se dejaba caer en el respaldo de su silla y aflojaba su postura, descansando un poco.

—Supongo que estoy bien, aunque el estrés por los finales es real —resopló en respuesta, rodando los ojos de inmediato—. Odio historia del arte coreano —agregó, casi en un gruñido, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Qué mal músico eres, Byun —soltó una pequeña risita al decir, tomando uno de los tantos apuntes del menor para revisarlo—. Para empezar, lo importante no son los eventos, sino cómo cambiaron la historia.

—¿Ahora lo sabes todo? —ironizó con una sonrisa ladina, soltando cierta carcajada que apenas logró salir.

—Soy mayor que tú, BaekHyun. Di esta clase hace años.

—¿Estás insinuando que me ayudarás a estudiar? —alzó una ceja al preguntar, enderezándose lo suficiente para enfrentar aquella mirada que ya lo había escrutado por completo. ChanYeol era increíblemente descarado, pero ni siquiera le molestaba ser el centro de su atención.

—¿Es lo que quieres? —inquirió de regreso, alzando la ceja opuesta.

—¿Estás esperando que te ruegue? Porque, si es así, yo en serio…

—Estoy esperando que seas sincero conmigo —lo interrumpió en seguida, negando con la cabeza casi con la misma tranquilidad con que le volvía a sonreír, tomándose el atrevimiento de despejar la mirada ajena con un movimiento suave y cariñoso, como si se tratara de una caricia—. ¿Quieres que te ayude?

—Bien.

Parecía un niño malcriado cuando actuaba así, con sus mejillas levemente infladas y sus labios un poco abultados, rojizos, llamativos, invitándolo a rozarlos con los suyos. No podía mentir, el par de besos que habían compartido solo lo habían dejado deseando más, mucho más. BaekHyun había tenido el descaro de ilusionarlo para luego solo correr a su casa, sin siquiera verlo, desapareciendo tras la puerta que, incluso si esperó, no se volvió a abrir.

Todo un cobarde, a decir verdad, pero seguía gustándole tanto.

—¿Cómo se dice? —sonrió con sorna, intentando molestar al chico que ya volvía a lucir serio, frío, molesto, tan fácil de irritar.

—Te puedes ir directo a la m…

—Okay, okay, entiendo —dejó ir una risita al hablar, desordenando el cabello del menor incluso con la capucha de por medio—. Dejaremos el por favor y gracias para la próxima, ¿sí?

Pero BaekHyun no respondió, pues estaba demasiado concentrado en ignorar sus gritos internos, sin mencionar esa corriente eléctrica que llegó directo a su…

Sí, estaba jodido. Total y profundamente jodido.

In your mouth | ChanBaekWhere stories live. Discover now