Epílogo

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ChanYeol era bastante retraído para ser tan guapo, o eso decía JunMyeon, quien jamás había entendido por qué su amigo insistía con aislarse de las personas cuando tenía una personalidad tan radiante como su sonrisa, había oído la forma en que las mujeres murmuraban al respecto, diciendo lo hermoso que era. A los quince años de ambos recién entendió el motivo, su amigo no solo era lo suficientemente gay como para rechazar a las chicas, sino que también desconfiaba de las personas, negándose a tener un amigo que no fuera él, quien lo había acompañado desde los doce años.

A los veinte recién entraron a la universidad a estudiar cosas diferentes, por motivos diferentes, y ChanYeol entendió que tenía que expandir su círculo cuando JunMyeon le presentó a un par de chicos un año menor que ellos, quienes parecían dos polos opuestos entre sí, aunque eran mucho más agradables de lo que había imaginado. JongIn también estudiaba música, así que compartían la mayoría de sus clases, y YiFan también estudiaba deportes, así que JunMyeon había conseguido al dúo perfecto para hacerles compañía durante la semana.

Sin embargo, ChanYeol jamás imaginó que su mejor amigo simplemente lo lanzara a la vida, obligándolo a aceptar la invitación que YiFan les hizo una tarde, cuando sugirió que sería divertido si se juntaban en su casa después de clases, a disfrutar como los grandes amigos que eran, cuando él ni siquiera estaba seguro de usar ese apodo con ellos.

A decir verdad, ni siquiera estaba seguro de tener tanta confianza con los menores, menos con el dueño de casa, quien era mucho más ruidoso e invasivo que JongIn, quien solo le sonreía de vez en cuando y respetaba su espacio personal, a diferencia del espontáneo chico que simplemente lo llevó a su hogar, rodeando su cuello con felicidad mientras que JunMyeon y JongIn se desviaron a comprar algunas cosas, deseándole suerte cuando entendieron que ya se sentía agobiado con la hiperactividad de YiFan.

No, el castaño no le caía mal, ni siquiera podía decir que le desagradaba alguna cualidad de él, pero a veces se sentía ahogado con tanto ruido, con tanta charla, con tantas risas, o con tantos chillidos, porque YiFan hacía de todo menos reírse con sigilo, haciendo un escándalo que alertaba a todas las personas a la redonda, quienes se volteaban a verlo al instante, haciéndolo sentir cohibido de inmediato.

Sí, ChanYeol no solo era tímido, sino que también odiaba la exposición innecesaria, lo cual era un verdadero problema considerando que era gay, pues más de una persona se voltearía a verlo cuando tuviera pareja, juzgándolo por cualquier cosa que hiciera con ella.

—Así que ellos vendrían siendo mis padres adoptivos —YiFan interrumpió sus pensamientos, finalizando con su anécdota de intercambio después de quince largos minutos, lanzando una carcajada estruendosa que avisó su llegada incluso antes que él, pues apenas había abierto la puerta de su hogar cuando ya estaba lanzando un grito, diciendo que estaba en casa como si a alguien todavía no lo hubiera notado.

El chico era un caos, pero le agradaba, pues le ofreció sentarse en el sofá apenas entraron, y también le ofreció un vaso de jugo, sonriendo tan ampliamente que ya no le importaba que hiciera demasiado ruido, pues podía acostumbrarse a eso, claro que podía, ya tenía edad suficiente para probar cosas nuevas, partiendo por la tarta de frutilla que el extranjero le llevó una vez que volvió a la sala de estar.

Apenas había logrado relajarse cuando una carcajada externa irrumpió en la conversación que había empezado con YiFan –sí, él realmente estaba hablando con el muchacho– y no pudo evitar observar al chico que bajaba la escalera con su teléfono en el oído, conversando de quién sabe qué con quién sabe quién, usando un pijama celeste que lo hacía lucir incluso más tierno de lo que era.

Sonrisa enorme, ojos de cachorrito marrones, cabello castaño –y desordenado–, sin mencionar la forma en que todo su rostro irradiaba, como si fuera la felicidad hecha persona.

In your mouth | ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora