𝔓𝔩𝔢𝔞𝔰𝔞𝔫𝔱 ℌ𝔢𝔩𝔩 [Thomas Shelby]

𝓉𝓇𝒶𝒾𝓉ℴ𝓇

𝖈𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖈𝖚𝖆𝖗𝖊𝖓𝖙𝖆 𝖞 𝖉𝖔𝖘

Era Ollie.

Ollie era el maldito traidor.

¿cómo pudo siquiera pensar que Alfie estaba equivocado?

Ollie Green, la había traicionado y no podía estar más molesta consigo misma.

Respiro con calma, intentando relajar sus pensamientos y no comenzar a moverse desenfrenadamente entre los brazos de los dos hombres que la sostenían.

Un pedazo de tela cubría sus ojos, impidiéndole ver donde se encontraba, la cantidad de hombres que la rodeaban y como frente a ella alguien masticaba sonoramente una manzana.

Estaba tensando los gemelos y parte del muslo, reteniendo dentro de si todos los sentimientos que ahora la llenaban de furia y frustración.

Ollie. Quizás por eso su voz se escuchaba tan nerviosa la última vez, debía de saber que la iba a traicionar y que Alfie haría algo contra él. Por supuesto, respiro fuertemente, queriendo maldecir como si no hubiese un mañana.

Contó números para poder relajarse, con las esposas apretando excesivamente, también dejo de moverse por esa razón, las muñecas le dolían después de los primeros 5 minutos intentando ser liberada.

-¿sabes por qué estás aquí, Scarlett?

¿Cómo se había ido todo tan rápido a la mierda? Hace unas horas estaba disfrutando de los deseos carnales con Tommy, enterándose de las novedades que había entre trenes y bebiendo un café cargado. Y ahora estaba con el temor de ser violada, torturada y quizás después asesinada, estaba tensa, ansiosa, con la respiración agitada ante los sentimientos que la estaban dejado vulnerable.

-oh, ¿desde cuando eres tan callada? Recuerdo que la última vez que nos vimos hablabas demasiado, diría que te cortaron la lengua- Dardy soltó una risa sarcástica que sus hombres siguieron, logró distinguir 5 tipos de tonos distintos.

La movieron con brusquedad para que respondiese a la pregunta, sin embargo, siguió pensativa, intentando mantener la cabeza fría, ignorando la queja por parte del Sabini y la sensación incomoda de ser observada por muchos pares de ojos.

-señor...

Espero que el hombre que habló siguiese con su oración, quedando a la espera, cuando el silencio reino no supo si la intervención fue escuchada o, de lo contrario, Dardy lo había hecho callar sin más.

Sin preámbulo, un golpe directo en su estómago la hizo quedarse sin aire por unos segundos, quiso llevar las manos al lugar, reprimiendo una queja cuando el metal frio de las esposas corto de forma sutil la piel de las muñecas.

  Gimió bajo sintiendo algo húmedo cruzar el dorso de su mano y la sensación del puño en su vientre.

-¡habla si no quieres que te corte la puta lengua!- el grito resonó por todo el lugar, respiro aceleradamente, recuperando el aire perdido.