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𝐌 𝐄 𝐃 𝐄 𝐀

Y de nuevo al buzón de voz.

¿Qué cojones podía estar haciendo Vidia para rechazarme todas las llamadas? Refunfuñé y volví a intentarlo. Al cuarto pitido respondió.

—¡Vidia, joder! —grité apenas contestó— Ya me estaba desesperando.

—¿Qué te pasa a ti? —murmuró, se oía lo adormilada que estaba— Yo a esta hora duermo, M.

—¡Son las una de la madrugada!

—Exactamente, mañana debo abrir la tienda a las ocho.

—Por favor deja de ser más responsable que yo, ya no sé si me estás bajando el autoestima o me estás haciendo sentir orgullosa.

—Siempre pueden ser las dos —bostezó— ¿Por qué llamas a esta hora?

—¡Sebastian Stan empezó a seguirme en Instagram, le seguí de vuelta, y ya no sé qué hacer! ¿Le hablo? No, es mala idea, pareceré una acosadora, pero tampoco quiero que crea que me dio igual ¿Subo una historia y dejo que la responda? ¡No, peor! ¡Quizá pueda hablar con Mackie! ¡No, pésima idea, le contará! —tomé una bocanada de aire, había hablado muy rápido— ¿Qué hago?

—Déjalo estar —masculló cansada—. No eres una cría Medea, no tienes que esforzarte en llamar su atención, ni siquiera fue tu intención hacerlo en primer lugar y mira lo que lograste.

—Me empezó a seguir...

—Así es, te empezó a seguir. Si deben conocerse pasará, pero por favor, deja de llamarme a estas horas —reí.

—Tienes razón, te quiero tanto, V, siempre has sido la lista —soltó una pequeña risilla.

—No soy la lista, soy la que no entra en pánico ante cualquier situación, deberías probarlo alguna vez —suspiró divertida—. Mira, debo irme a dormir, ¿sí?

—Sí, mándale saludos a Marcus y a mi sobrinito.

—Seguro, descansa, te quiero —antes de que pudiera despedirme colgó.

Hice un par de respiraciones profundas e intenté relajarme. Vidia tenía esa habilidad de calmar cualquier situación, por más mínima que parezca.

Al otro día fui temprano a la oficina de Charlie, mi mánager. Saludé a Liam, su asistente y esperé a que me recibiera. Como siempre, tardó un montón. Yo podía ser muchas cosas, pero impuntual jamás, claro, a menos que pasara algo como lo que sucedió antes de los Emmy.

Unos minutos después llamaron a mi nombre. Entré a la oficina un poco irritada, con lo mal que dormí y con haber tenido que esperar para una cita ya programada era un poco obvio.

—¿Cómo está mi cliente favorita? —preguntó con una gran sonrisa.

—Ya te dije que no me llames así.

—Ay Medea, estás de un humor de perros —dijo aún entretenido—. Déjame decirte que la idea de seguir a Sebastian Stan fue grandiosa, empiezo a creer que ya no necesitas un mánager y publicitario.

—Yo no lo ideé, él me siguió a mí —enarcó la ceja.

—Vaya, pues su mánager nos ganó, fue más veloz. Supongo que nos beneficia de igual forma.

Tomé asiento en la silla y le miré confundida. ¿En que nos vencería?

—¿Dices que no me siguió porque quiso? —inquirí, asintió con seguridad.

more than a woman; sebastian stanWhere stories live. Discover now