00:10

1.3K 94 10
                                    

𝐌 𝐄 𝐃 𝐄 𝐀

Chocamos las copas para celebrar, estábamos tan felices que a ninguno le importó que la champaña se cayera por todo el piso.

Habíamos terminado de una vez las grabaciones. Las vacaciones de las fiestas nos habían retrasado una semana, pero por fin estábamos listos. Ahora tocaba la posproducción y retoques finales, debía de estar lista para finales de abril.

Sabíamos que la película sería un éxito, los fans se habían emocionado un montón con las fotos del set, además de las toneladas de publicidad que el "ship" entre Sebastian y yo nos dio, más específicamente en aplicaciones como TikTok.

Habían edits, especulaciones, críticas. Parecía que el presupuesto de publicidad que tenía el filme se había reducido gracias a todos los fans.

Ninguno de nosotros salió a dar explicaciones, tampoco nos aprovechamos o pensamos en explotar nuestra relación. Era mejor para ambos dejarnos llevar, que creyeran lo que quisieran.

También sentía que era más especial. Cada foto viral de nosotros era real, una interacción genuina entre los dos. Las más famosas habían sido unas que tomaron paparazzi justo antes de que grabáramos esa escena. Eran una secuencia de imágenes donde aparecíamos muertos de risa, luego yo apoyada en el muro, Sebastian más serio, y luego carcajeándose de nuevo.

No había notado cuán natural nos veíamos por fuera hasta que esas fotos aparecieron en unas cuantas revistas de chismes de celebridades. Era casi como si nos conociéramos desde siempre, como si nos entendiéramos a la perfección.

—Vaya, que raro será no venir al set y verte —dijo Sebastian sentándose a mi lado—, ya me había acostumbrado.

A pesar de lo que sucedió hace dos semanas en mi cumpleaños, nada había cambiado. Seguíamos juntándonos, bromeando. El coqueteo "discreto" se mantuvo, igual que antes, las miradas profundas también.

Era como si todo hubiese vuelto a la normalidad, agradecía lo divertidamente trastornado y maduro que podía ser Sebastian a la vez, sin haberse tomado a pecho que lo haya rechazado.

—Sí, será un poco extraño, pero seguiremos viéndonos, vivimos a solo quince minutos —le recordé con una sonrisa.

—Creí que irías a California o a Grecia.

—Estaré en Los Ángeles un par de semanas para visitar un par de amigos y debo publicitar una campaña de Revolve. Y sobre Grecia... no lo sé en verdad.

—Bueno, te estaré esperando por aquí, avísame cuando vuelvas —me sonrió con cariño—. Creí que ibas a Grecia todos los años.

Bebí un sorbo de mi copa y arrugué la nariz con disgusto.

—Sí, pero se vuelve cansador ir sola después de un tiempo, aunque creo que iré de todas formas en junio, por mi padre —asintió.

—Grecia está de camino a Rumania, ¿no?

—Casi, Grecia está más abajo, pero sí, podría decirse que sí.

—Bueno, pensaba ir a Constanza a inicios de julio, quizá podría pasar a Grecia contigo, siempre quise conocer por ahí —reí.

—Ya has estado en Grecia, Sebastian.

—Pero nunca en La Canea —dijo como si fuera obvio.

Sonreí sabiendo que estaba diciendo tonterías, aunque unas muy dulces.

—Hablémoslo de nuevo en mayo, ¿qué te parece?  —asintió seguro de que no cambiaría de opinión.

more than a woman; sebastian stanWhere stories live. Discover now