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𝐌 𝐄 𝐃 𝐄 𝐀

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Me senté al borde de la cama sujetándome la cabeza.

Agradecía no tener resaca, pero el cuerpo me pesaba bastante. Miré hacia Sebastian que seguía durmiendo a mi lado. Sonreí al recordar que me había puesto mis zapatos y una sudadera para que no pasara frío.

Sabía que siempre intentaba cuidarme de alguna forma, pero que incluso ebrio se le ocurriera hacerlo me conmovía. Era un amor, no lo negaría.

Me estaba enamorando, y mucho.

Bostecé y me puse de pie un poco ofuscada por la luz del sol. Habíamos dejado las cortinas un poco abiertas.

Caminé al pequeño refrigerador de la habitación sacando una botella de agua. Bebí cerca de la mitad de un sorbo esperando que mi cuerpo se sintiera más ligero.

Tomé mi celular y revisé los mensajes y la hora. Debía despertar a Sebastian para llegar a tiempo a casa de mi padre.

Babás 10:32

Me he despertado temprano para recibirlos, ¿puedes creértelo?

Babás 10:32
Aún no sé qué comeremos, pero tengo mucho vino :)

Tú 11:01

Papá, no puedes alimentarte de puro vino.

Babás 11:02
Otra regla tonta que creó un gringo y forzó a todo el mundo a seguir.

Babás 11:02
¡No en mi casa, Med!

Reí por sus mensajes y dejé el teléfono de lado. Caminé hasta el lado donde Sebastian dormía y me puse de cuclillas cerca de su rostro.

Con suavidad delineé su rostro con mi dedo índice, empezando por sus cejas, descendiendo por su nariz hasta llegar a su boca y luego regresar por donde empecé.

De a poco empezó a removerse, arrugando la nariz. Vidia despertaba así a Reese, según ella de esta forma no despertaba llorando o alterado, sino tranquilo.

—Te gusta mucho jugar con mi cara —murmuró adormilado.

—Sí, así es.

Abrió sus ojos mostrando sus orbes de un color azul precioso. Estiró las comisuras de la boca formando una sonrisa alegre y acarició mi mejilla con cariño.

—Buenos días, nena.

Si fuera cualquier otro hombre, le prohibiría llamarme de esa forma, pero Sebastian lo decía de una manera tan especial que podría caer rendida a sus pies con solo apodarme así. No lo decía de una manera sensual o coqueta, sino con una ternura adorable.

—Debemos tomar un taxi dentro de una hora, será mejor que te levantes —asintió mientras bostezaba.

Me paré y dándole una sonrisa me dirigí al baño. Dejé la puerta abierta y me enjuagué el rostro y cepillé mi cabello. Ya podía imaginarme el acné que me saldría.

Me apoyé con el borde del lavabo y me incliné para verme más de cerca en el espejo. La figura de Seb vistiendo solo un pantalón de pijama se apareció por el reflejo.

Sus ojos me miraron de abajo a arriba, probablemente mi camiseta se había levantado dándole una buena vista de mis piernas. Vi como mordió su labio inferior y suspiró.

—¿Disfrutando del panorama? —pregunté sabiendo muy bien que sí.

Una pequeña sonrisa descarada se presentó en su rostro. Pasó una mano por su cabello despeinado y dio unos pasos decididos hasta llegar hasta mí.

more than a woman; sebastian stanWhere stories live. Discover now