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𝐌 𝐄 𝐃 𝐄 𝐀

—¡¿Ha hecho como que no existo por semanas y de la nada decide enviarme un mensaje?! —exclamé enfadada lanzando el celular al sofá.

Vidia se estiró por el sillón para tomar el móvil y leer el chat.

—Creí que querías que te hablara —dijo confundida.

—Sí, ¡porque él quería, no porque aparecí en revistas besando a otro hombre!

—¿Cómo sabes que te habló por eso, M?

—Oh, no lo sé, quizá porque tras un mes sin saber nada de él, el mismo día que una foto mía con Joe se difunde me escribe. No creo que sea coincidencia, Vidia.

Se sujetó el mentón mientras pensaba, con el ceño fruncido y sus ojos entrecerrados.

—Quizá decidió dejar su orgullo de lado, vio lo que perdió y lo quiere de vuelta —opinó.

—No quiero ser ese juguete que ignora hasta que alguien más lo tiene, valgo más que eso,

—Te estás llenando la cabeza de ideas, solo escríbele de vuelta y pregúntale qué quiere.

La miré como si fuera la peor idea que se le haya ocurrido en toda su vida. Soltó un bufido y se dejó hundir en el sofá.

—¡Además, el otro día en una entrevista ¿sabes qué dijo?! —negó— Dijo que si tomara un papel de la derecha y lo pusiera en la izquierda, alguien va a tener algo qué decir sobre ello. ¡Yo le había dicho eso y él iba y lo decía directo a la cámara, con sus ojitos de cachorrito triste!

—Eres sabia a veces, supongo que se le quedó la frase. Estás siendo una cría inmadura, Medea.

Le saqué la lengua y me senté a su lado, apoyando mi cabeza sobre la suya. Suspiré, no sabía qué hacer, quería responderle el mensaje, pero estaba enfadada. No quería que pensara que podía volver a mí cuando quisiera. Tuvo razón en la discusión, pero el hecho de que se fuera... eso me dolió más que nunca.

—Quizá podrías casarte con Joe... para darle una lección —solté una carcajada.

—¿Qué lección sería esa? —pregunté, se encogió de hombros.

—No lo sé, me cayó bien, me gustaría tener unos sobrinos pelirrojos.

—Como si necesitáramos otra mezcla en nuestra sangre, Vidia —dije rodando los ojos.

Asintió riendo, tenía razón.

Miré a Reese que jugaba con un tren de plástico en la alfombra con diseño de panda, se le veía más que entretenido. Reí al ver que intentaba morderlo.

Vidia se puso de pie rápidamente para quitárselo. Se puso de cuclillas frente a él y le acarició el cabello mientras negaba con la cabeza diciéndole que no debía meterse los juguetes a la boca.

—¿No has pensado en tener otro hijo? —pregunté con curiosidad.

—Marcus dice que las cuentas no alcanzarían para mantener dos bebés, pero yo pienso que son excusas —fruncí el ceño—. Creo que le da miedo admitir que no quiere otro.

—¿Y por qué no lo discutes con él? Te encanta ser mamá, tienes demasiado amor dentro tuyo como para entregárselo todo a Reese.

—Soy joven, creo que puedo esperar un par de años para tener otro Medea —dijo con una ligera risa, pero se le veía más desanimada— ¿Y qué contigo?

—¿Qué hay conmigo? —rodó los ojos.

—¿No quieres tener uno? Recuerdo que querías armar una familia... cuando estabas con Matt.

more than a woman; sebastian stanWhere stories live. Discover now