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Nota de autora: No me ha dado tiempo a revisar el capítulo así que lo siento por los fallos de ortografía. ¡Disfrutar del capítulo!

Alec me lleva a una esquina de la sala dónde no nos puedan molestar y se despoja de la chaqueta que llevaba encima. La camiseta negra que queda al descubierto le queda algo ajustada y sus músculos se marcan cada vez que estira el brazo. Él se gira y aparto la mirada de su cuerpo rápidamente.

—No necesito lecciones ¿sabes?

—Las necesitas. Estas muy delgada y todo el músculo que tienes está centrado en tu culo. Eso no te va a servir de mucho a la hora de defenderte.

—¿Crees que tengo buen culo? - sonrío divertida.

Alec pone los ojos en blanco.

—No desvíes la conversación.

—No me digas lo que tengo que hacer. Y volviendo a lo principal, no creo que vaya a necesitar tus clases de defensa en mi día a día.

—¿Es enserio? En el tiempo que te conozco te han atacado no una sino dos veces.

— Y ambas veces he conseguido librarme de ellos sola.

—¿Sola? —alza una ceja, mirándome acusadoramente.

—Vaaaaaale, puede que necesitará una pequeña ayudita.

—Tuve que golpear a un tipo porque no dejaba de seguirte.

Me cruzo de brazos, enfurruñada.

—No lo digas de esa manera. Parece como si te hubiera obligado a golpearlo. Además, si no hubieras intervenido podría haberme librado de él yo solita.

—Lo dudo.

Abro la boca indignada.

—Me parece increíble que lleves sin hablarme semanas y cuando decides hacerlo solo sea para criticarme.

—Lo superarás.

Dicho esto da por terminada nuestra primera conversacion.

—Vale, vamos a empezar por lo más básico —se posiciona en una esquina y me indica que me coloqué en frente suyo.

—¿No vas a dejarme nada para las manos?¿Los boxeadores no usan guantes?

Alec arquea una ceja mirándome con expresión contrariada.

—Si alguna vez te atacan estando en la calle, ¿tendrías unos guantes contigo?

—No —murmuro.

—Pues eso. Debes golpear con los nudillos, concretamente con los del índice y corazón. Si empleas los otros nudillos corres más riesgo de fractura. Y por nada del mundo dejes tu dedo dentro del puño.

Pongo los ojos en blanco.

—Me ha quedado claro. ¿Qué más?

—Para que el impacto se realice plenamente con los nudillos en la mayoría de los casos vas a necesitar una cierta angulación, por lo que dejar la muñeca recta, de forma que esta se encuentre bien respaldada por el antebrazo, resultará complicado. ¿Lo has entendido?

Parpadeo varias veces.

—Ni una sola palabra.

Alec pone los ojos en blanco.

—Da igual, eso lo dejaremos para otro día. Primero tienes que saber cómo pararte correctamente, para mejorar tu estabilidad.

Asiento con la cabeza pero mi mente sigue procesando la parte de que nos veremos otro día.

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