12

2.4K 192 161
                                    


—¡¿Me has dejado ganar!?—le pregunto nada más entramos al coche.

Me mira confundido.

—¿No era lo que querías?

—Pero tenías que hacerlo disimuladamente, no dejándome en evidencia. Hasta Aideen lo ha notado.

—¿Y cómo querías que lo supiera?

—Es sentido común.

—Bueno, perdona por no tenerlo.

Me abrocho el cinturón con un pequeño suspiro. El día ha terminado estando bastante bien pero hay algo que todavía me preocupa.

—Alec.

Estamos saliendo del parking cuando rompo el silencio.

—¿Qué?

—¿No has visto a Aideen algo... apagada?

Me mira de reojo pero intento evitar su mirada. Llevo la mano a mi boca para morderme la uña, cosa que hago siempre que algo me pone nerviosa.

—No lo sé. La he visto igual que siempre.

—Pero ha hablado menos de lo normal.

—Eira—su tono de voz se vuelve más suave—No tienes por qué preocuparte, ella está bien.

—Todavía no sabemos los resultados médicos—señalo.

—Entonces no tienes nada de lo que preocuparte, todavía.

—No puedo evitarlo.

Alec suelta una mano del volante y lleva su mano a mi boca, sostiene mi mano con la suya para que deje de morderme las uñas y la deja en mi regazo.

—¿Quieres calmarte? Todavía no sabes nada.

—Dejame montar mi drama tranquila, pesado.

Él vuelve a llevar la mano al volante y tengo que usar toda mi fuerza de voluntad para no volver a morderme las uñas. Por lo menos me siento algo más tranquila.

—¿Puedo poner el disco de Taylor Swift?

—No.

—¿Por lo menos puedo poner la radio?

No contesta lo cual tomo como un sí. Enciendo la radio y subo el volumen al máximo para poder disfrutar de la música e intentar alejar mis pensamientos.

Suelto una profunda carcajada cuando sintonizan una canción de Taylor Swift.

—A eso lo llamo yo karma.

La voz de Taylor empieza a inundar el coche. Comienzo a tararear la canción, al principio en un tono más bajo, y poco a poco incrementando el volumen.

Alec no hace ningún indicio de escucharme, simplemente sigue conduciendo con la mirada al frente dejándome cantar.

Cuando la canción termina tengo las mejillas sonrojadas y una sonrisa de oreja a oreja. Cuando una canción, ahora algo más calmada, empieza a sonar bajo el volumen de la radio.

—¿Tienes más hermanos? Aparte de Liv.

—No.

—¿Te hubiera gustado tener más?

—No.

Me remuevo en mi sitio y me giro un poco para poder mirarle mientras hablo.

—¿Por qué no?

—¿Tienes hermanos?—devuelve la pregunta con otra pregunta.

—No—suelto una pequeña risa—mis padres creo que tuvieron bastante conmigo.

Somos historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora