Capítulo 19 · Por si la cuarta es la vencida

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CANCION PARA EL CAPITULO:

Eight - Sleeping at last

°

XIX

MARLENE

Una vez antes de empezar a salir me dijiste que seríamos la pareja perfecta con la justificación de que cuando estamos juntos somos competitivos, provocativos y en cierto punto chistosos. Pensé que lo decías en broma hasta que yo misma descubrí en carne propia que una vez más tenías la razón.

El plan de Billy, Ellie y Elías funcionó a la perfección según me contaron. Lograron desactivar las alarmas y sacar un poco de quicio al insoportable director al mismo tiempo, cosa que los hizo sentirse orgullosos ese viernes decisivo.

La noticia de una fiesta clandestina corrió regularmente. Cada uno podía invitar a un mínimo de cinco personas, hecho que yo aproveché para incluir a las Chicas Disney. Sé lo que deberás de estar pensando, en especial luego de haber leído lo último que te conté. ¿Por qué esta ridícula invita a las mismas tipas que la hicieron mierda?

Danielle me tiró en cara sin piedad alguna que soy insoportable. Skylar me humilló frente a todos. Cassie era la excepción que no me había atacado de manera tan directa, pero seguía siendo parte de las que eligieron no ayudarme aun cuando habían fotos comprometedoras mías rondando en Internet.

Todas eran igual de culpables.

Y yo quería usarlas para llegar a Giovanni. Con venganza o sin ella, mi principal objetivo detrás de todo era solucionar la inminente amenaza que representaba un hombre igual de patético que tantos otros.

Fingí disculparme, hasta les permití tratarme mal durante esos días para que así se creyeran mi mejor actuación de la historia. ¿Escuchaste alguna vez esa frase de fake it till you make it? Bueno, ese era el plan. Ser tan buena hasta el punto de yo misma creerme mi propia miseria.

—¿Qué tan segura estás de esto?—me preguntaste esa noche cuando nos encontramos.

Fue justo en la parte trasera de la institución. Éramos los primeros en llegar y tú habías llevado a Ron contigo. Él permanecía, sin embargo, alejado de nosotros hablando con un rubio que en ese entonces desconocía. Pensé que harías lo mismo, que ibas a quedarte con ellos a charlar en lugar de pretender mantener una conversación conmigo.

No estaba segura de sí me tolerabas o no. Tampoco es como si me importara, pero era imposible evitar darle vueltas a lo raro que se había vuelto nuestro vínculo desde la fiesta de Joanne. Un día estábamos en paz y el siguiente era una guerra fría en la que ganaba el que podía ser más cruel. A veces eso era mi culpa, a veces era tuya. Pero era complicado saber en qué lado de la balanza nos encontrábamos esa noche.

La verja que rodeaba la parte trasera de la institución era alta pero igual de disfuncional que tantas otras cosas. El cerrojo de la entrada trasera llevaba roto casi el mismo tiempo que el espejo del baño, uno o dos años.

—Noventa y nueve por ciento—respondí, pateando una de las piedritas que habían en nuestro camino—. ¿Y tú?

Me había acercado a ti en completo silencio, detalle que permaneció instaurado al menos cinco minutos hasta que te diste cuenta de lo incómodo que era y tomaste la iniciativa de hablarme.

La muerte del amor ©Where stories live. Discover now