Capítulo 61 · Nos cuesta un infierno amar

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CANCION PARA EL CAPITULO:

Last kiss - Taylor Swift

°

LXI

MEGARA

Tu traición cayó sobre Dante como un mal chiste.

Lo recuerdo a la perfección porque fui la primera a la que llamó para quejarse.

—¡El gordo hijo de mil putas de Flynn lo hizo! ¡Nos traicionó!—y como dándose cuenta de que no entendía nada, procedió a explicarme de qué manera lo hiciste.

Por todos lados corría el rumor de que estabas de vuelta en Catábasis, así que pediste que se reunieran en torno a la Taberna y mandaste un mensaje para Dante, retándolo a un duelo que tendría lugar el mismo día que la tormenta de Gunnhild. Hades y Virgilio lo mandaban a él, pero alguien debía estar en representación de Dante. Las condiciones lo obligaban a estar presente sin intervenir, y quien sobreviviera era considerado ganador.

El perdedor debía abandonar Catábasis.

—Una muy graciosa manera de decir que van a matar a quien sea que mande—predijo su majestad—, y esa vas a ser tú.

Me obligó a correr hasta Catábasis cuanto antes. Abandoné mis estudios, perdiéndome en el desconcierto que crecía en mí. Hacía menos de una semana que nos habíamos visto y ya estabas haciendo desastre otra vez.

Solo que ahora... yo estaba del otro lado. Del lado en el que normalmente te dejaba para ti. El que no tenía idea de nada, al cual le ocultaron gran parte de la información.

—¿Cómo que voy a ser yo?—repliqué, teniéndolo ya en frente. Me citó en su despacho, recibiéndome con la típica expresión afligida que tenía desde que Kit había muerto—. De ninguna manera.

—Tranquila, no dejaré que te maten. Tienes mi protección asegurada—siguió él, tan metido en su mundo como ajeno a cualquiera de mis intenciones—. Además, tendrás el privilegio de matar a ese ser petulante. Ahora entiendo por qué lo detestas.

Se refería a ti. No estaba ni por cruzársele la idea de perdonarte esto que estabas haciéndole.

—¿Es mucho pedirte que lo seduzcas? ¿Crees que tres meses son suficientes como para enamorar a alguien?—empezó a preguntar con tanta rapidez que apenas me dio tiempo o ganas de responderle. Es más, empezó a razonar solo—. Pero por un demonio, ¿en qué mierda me estoy convirtiendo? Disculpa, Megara. No eres ni serás un objeto en esta guerra.

Vaya, el primer hombre que por fin era capaz de verme como algo más a un medio por el cual salvarse solo.

—Flynn no podrá matarme—le aseguré, buscando alguna explicación en mi mente para lo que habías hecho. Tendrías que haberme advertido antes, Louie. Avisarme sobre lo que harías, incluso aunque yo fuera a intentar detenerte. Dijiste que estaríamos juntos en todo, pero una vez más olvidaste involucrarme—. Y yo tampoco le dispararé a él.

Los ojos de Dante se abrieron, inquietos.

—Me temo que tendrás que hacerlo—maldijo entre dientes, pasándose una mano por la cabeza—. Si no es él, serás tú. A ningún Oscuro le tiembla la mano cuando debe decidir por sí mismo, Megara.

Es lo mismo que Kit me habría dicho, estoy segura. Se hizo el silencio. Él tenía las manos inquietas y el ceño tan fruncido que empezaban a arrugársele hasta los costados de ambos ojos, los cuales permanecían plantados en un punto fijo.

La muerte del amor ©Where stories live. Discover now