Capítulo 28 · Verte indefenso

29 4 3
                                    

CANCION PARA EL CAPÍTULO:

favorite crime - olivia rodrigo

°

XXVIII

DARCIE

Todo se cagó entre tú y Ron bastante rápido ese día, ¿no?

Sé que da la impresión de que estoy riéndome, pero hacer memoria de lo que sucedió me estresa un poco. Recuerdo no tener idea de qué hacer, de cómo tratar contigo tras lo sucedido. Seguía algo enfadada pero comprendí, muy a mi pesar, que no era momento para creer que el mundo gira en torno a mis problemas.

Te seguí mientras bajabas las escaleras, impaciente. No te detuviste a esperar al ascensor, ni mucho menos a comprobar que fuera contigo. Yo tampoco tuve ganas de quedarme a ver qué pasaba si me dejabas atrás, por lo que seguí cada uno de tus pasos sin perderte el rastro.

Una vez fuera del motel, te detuviste de camino a tu coche. Era tarde, probablemente alrededor de las diez de la noche, y había refrescado. No teníamos ningún abrigo, por lo que lo único que te quedó fue abrazarte a ti mismo en medio del camino.

Miré a nuestro alrededor, la avenida que teníamos justo al lado y lo extraño que era que, aun así, estuviésemos bastante solos.

Permanecí a tus espaldas, viéndote bajar la cabeza como si estuvieses perdido. Creí que sería buena idea darte tu espacio, permitirte pensar sin entrometerme.

Hay algo que me gustaría aclarar antes de seguir contando los hechos de ese dramático día. Pronto estaríamos metidos en una montaña rusa que parecía incapaz de bajarnos a tierra, pero ese fue uno de los momentos bajos que recuerdo entre nosotros. Verte tan perdido como un niño, tan desprotegido delante de mí.

No sé si ya lo dije o no, pero en realidad siempre te mostrabas como un adulto en miniatura. Responsable, maduro, centrado y frío. Te hacías cargo no solo de todo sino también de todos, incluso de aquello que no te concernía en lo absoluto. Verte mostrarte como lo que de verdad eras por dentro, un niño que se vio obligado a crecer por las circunstancias, no era algo usual ni de todos los días.

Pero por roto que pudieras estar, jamás admitirías que necesitabas de alguien más. Nunca ibas a pedir ayuda, mucho menos a mí.

Tu normalidad te obligaba a verme como alguien a quien proteger, no como alguien que estaba ahí intentando cuidarte. ¿Recuerdas cuando me dijiste que con que te quisiera te bastaba, y luego yo escribí todo lo que me ocultabas en esas palabras? Había dentro de Andrew una parte que necesitaba sentirse cuidada, una que vivías asesinando día tras día para ocultar tu mayor miedo.

—¿Louie?—pregunté al cabo de unos segundos, sin obtener respuesta alguna.

No te moviste ni un solo centímetro, dejándome sin posibilidades de entender qué esperabas de mí.

Di un paso, acercándome a tu espalda. Dejé que mis brazos la rodearan, enrollándote para apoyar mi cabeza sobre ti. Lo que al principio percibiste con sorpresa, quedándote duro como una piedra, poco a poco fue recibiendo y correspondiendo mi triste intento de consuelo que estaba ofreciéndote.

—Estoy aquí—te dije, asegurándome de que pudieras escucharme—. Estoy contigo.

LOUIE

La muerte del amor ©Where stories live. Discover now