Capítulo 46 · Hasta que la tumba nos separe

27 2 22
                                    

CANCION PARA EL CAPITULO:

Everything black - Unlike Pluto, Mike Taylor

°

XLVI

MEGARA

No sé cómo logré sentarme ese día, pero cuando la morfina empezó a hacer de las suyas me di cuenta de que todo iba a ser un par de veces más complicado de lo planeado. Todos mis miembros estaban entumecidos, era casi como si mi cuerpo entero se hubiese echado una siesta, y pedía a gritos que mi consciencia fuera a hacer lo mismo. Pesaba la vida entera, no solo los párpados, hasta me costaba ser yo, concentrarme, estar despierta. Sin embargo, tenía en contra algo más fuerte que eso, y era mi necesidad de vengarme.

Tenía que volver al despacho de Dante.

Sabía que no podía dejar pasar esa oportunidad, la de aprovechar el gas somnífero que logré dejar ahí cuando no se daba cuenta. Lo había preparado todo en silencio, sin decírselo a nadie, al principio ni siquiera a Kit. Usé uno de esos aparatos que en realidad estaban destinados a tirar perfume cada determinado tiempo, pero en su lugar coloqué el frasco que debía rendir hasta al más despierto de los hombres.

Puedes conseguir muchas cosas si sabes usar bien el internet.

Ya no era capaz de usar las fuerzas a mi favor, pero logré colocarme un nuevo pasamontañas y caminar por mi propia cuenta cuando tuve que ponerme de pie. La peor parte vino cuando me cediste tu tapado para que pudiera cubrirme, y el tacto de mi piel contra la tela no hizo más que arder del dolor.

Tanto tú como Kit permanecían atentos a mí, esperando para que cayera. Sabía cuánto los alteraba tener que tratar conmigo en ese estado, por lo que luchaba contra todo para no ser una molestia.

Iba a ser tu responsabilidad torturar a Dante.

Ni Kit ni yo podíamos.

Salir del Tártaro y volver a ver las luces del vestíbulo se sintió como nacer una segunda vez tras la muerte. Las pocas personas que estaban en el bar ni siquiera voltearon a vernos cuando pasamos a un lado de ellos, caminando a toda prisa en dirección a los Campos Elíseos.

Suena loco, pero ya no nada dolía.

Lo que predominaba en mí era el odio, las intenciones de ver que mi plan había funcionado e iba a tener la oportunidad de devolverle a Dante todo lo que acababa de hacerme, no solo a mí sino a otros tantos.

Convencerte para que te unieras a nosotros es más mérito de Kit que mío, pero al fin y al cabo lo importante es que lo logramos. Supusimos que iba a ser más difícil de lo que en realidad terminó siendo, aunque supongo que verme tal y como estaba también tuvo cierta influencia en que cedieras sin dar pelea.

No te gustaba una mierda lo que estaba por pasar, sin embargo agachaste la cabeza y me seguiste los pasos.

En parte esa no era solo mí venganza, también sería tuya. Creo que una parte de ti, la más oscura, quería hacerlo. Tomar el látigo y cerrarle la boca de una vez por todas a Dante. Destruirlo de la misma forma que sentías que él te había destruido a ti.

Tenías puesto el pasamontañas, no iba a reconocerte, tampoco a Kit. El plan era sacárnoslo una vez despertara, pero no permitir que el resto de Catábasis supiera que fuimos nosotros quien le hicieron eso al pelirrojo.

La muerte del amor ©Where stories live. Discover now