Capítulo uno

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Sentía la cabeza a punto de estallar. Vuelta a la rutina un año más, con los diecisiete recién cumplidos y con pocas ganas de estudiar a mis espaldas.

—¡Cyra! Por el amor de Dios, ¿qué haces aquí todavía? —Mi madre se alteró al verme todavía en la cocina. No era de extrañar, pues el reloj que estaba colgado en la pared marcaba que ya eran pasadas las siete... Y mis clases comenzaban a las ocho.

Sería muy cliché llegar tarde el primer día, ¿no?

¿Sabe que cosa también es cliché? Que esté en un jodido instituto nuevo, en el que no conozco a nadie y en donde, por suerte, nadie me conoce a mi.

Por norma general detestaba a las personas.

Seguramente estarás pensando "Oh, Cyra, eres una aburrida de mierda... A parte de desagradable, claro", pero no me importa. Mi vida se resumía en dos oraciones: me levanto por las mañanas para ir a clases, cuando llegan las cuatro de la tarde y me echan fuera vuelvo a casa. Me paso la tarde leyendo, cuando en realidad debería de estudiar y hacer los deberes, y cuando llega la noche ceno y me voy a dormir... Después de leer un par de capítulos de alguna interesante historia de Wattpad, claramente.

—Ya me voy, mamá —bufé poniendo los ojos en blanco—, tampoco es la muerte de nadie si llego un poquito tarde...

—¡Cyra, más te vale llegar a tiempo o..!— salgo de casa antes de que termine la oración. Empezar el día con una amenaza de mi madre era todo lo que estaba bien en la vida.

La mochila en mi hombro no pesaba realmente nada, sabía que esa sensación se sentiría por pocos días porque pronto estarían ahí dentro todos los libros y libretas. Dicen las malas lenguas que segundo de bachillerato es una tortura, ¿verdad?

Tras largos minutos de camino hacia el edificio donde se impartían las clases, una larga espera para que me dieran un horario y que alguien me indicara el pasillo por el que debía de ir a mi aula, por fin pude llegar a mi destino.

El revuelo que había dentro de esta no era nada del otro mundo, los estudiantes estaban felices de volver a verse tras tres meses de vacaciones de verano. Nunca llegaré a entender eso. Es decir, la mayor parte se habían visto en la piscina y en la playa... Además, volver a clases no debería de ser indicio de alegría. O tal vez era yo la rara.

Parecían todos bastante majos, tanto que hasta me dieron ganas de socializar.

Por supuesto, me quedé con las ganas de hacerlo y me senté en el primer lugar que vi vacío.

Poco después alguien más se sentó a mi lado, lo miré de reojo pensando que me saludaría pero no lo hizo. Maleducado.

Bueno, Cyra, no te conoce... Es comprensible.

Su cabello era castaño, más largo que el de la mayoría de chicos en el aula, sus ojos parecían ser color miel pero tampoco estaba demasiado segura porque no nos habíamos mirado frente a frente. Su perfil griego me incitó a morderme los labios, pero no lo hice, necesitaba aparentar normal en mi primer día. Su tez era pálida, parecía que no había ido demasiado a la playa ese verano para ponerse moreno.

¿Probamos a socializar o solo miraremos en su dirección de manera extraña?

No podía ser tan difícil hablarle a un chico, solo eran seres que si les agradabas podían volverse tus amigos... Hay que mirar el lado positivo de las cosas.

—Hola —saludé girándome hacia él para mirarlo bien y no de reojo.

Su entrecejo se frunció ligeramente antes de mirar en mi dirección, apretó sus labios y se limitó a dar un asentimiento en mi dirección.

—Uhm... Creo que no nos conocemos — bravo, genio—, soy nueva.

—Bienvenida —farfulló, más cortante que los cuchillos de mi cocina.

Échale un poco de agua, tío, que eso ha sonado muy seco.

—Soy Cyra —me presenté tratando de sonreír.

—Christen — respondió en su mismo tono, al tiempo que apartaba su mirada para centrarse en el profesor que acababa de entrar.

Bien, creo que no le agradaba demasiado.

Gracias, Wattpad, por mis altas expectativas en los primeros días de clase. No había un BadBoy, tampoco el típico nerd que con solo quitarse las gafas y alborotarse el pelo ya es guapo, tampoco había un profesor joven y guapo que incitaba a tener clases privadas, eché en falta a las rubias que solían hacer de malas en las historias clichés y... ¿Que me faltaba? Oh, una persona maja que me ayudara a conocer el instituto el primer día y luego me invitara a sentarme consigo en la cafetería.

Nada de nada.

Realidad, das asco.

Solo faltaba que ahora me enamorase de mi vecino, o que mi madre se fuera del país por trabajo y me contratase a un niñero condenadamente atractivo... ¡Oh, ya sé! O encontrarme algún rival en el insti para poder competir por absolutamente todo y que al final, después de tanto odio, terminemos juntos.

¿No? Pues va a ser que no.

Simplemente un instituto normal, en donde los profesores de más de cuarenta años hablaban y los alumnos escuchaban, normalmente en silencio, aunque siempre había cuchicheos recorriendo el lugar.

El problema llegó cuando fue hora de gallego, un idioma que yo no había aprendido nunca en mi vida porque... Nunca estuve en Galicia hasta ahora.

—Cyra, algo que aportar á clase? — cuestionó la profesora cuando me vio alzar la mano.

—Yo... — aclaré mi garganta, intentando no quedar en ridículo—, no sé hablar gallego. Llegué hace poco a la Coruña.

—Bienvenida al club — farfulló Christen, solo yo llegué a oírlo.

Unas risotadas me hicieron girarme, unos chicos parecían divertidos con la situación y yo en esos momentos no estaba para bromas. Intenté no poner mi peor cara justo en ese instante.

—¿Entonces que haces en clase de gallego?

—Es una materia obligatoria, listo — espeté en su dirección.

—Calma — indicó la profesora, consciente de que si no detenía eso cuanto antes podría formarse una discusión en menos de nada—. Arranxaremos isto, non fai falla alterarse.

Quise bufar pero alguien más lo hizo por mi, a mi lado estaba Christen cruzado de brazos y murmurando por lo bajo "otra vez esta charla no, por favor." Tenía cara de pocos amigos y mirada de "moriros todos, gracias", así que deduje que no quería que dijera nada con respecto a ello.

Me limité a estar en silencio mientras la profesora me hacía una breve explicación de lo que sería el curso y que si quería retirarme de su clase no estaba obligada a permanecer allí hasta junio.

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