Capítulo doce

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La organización de la mesa fue horrible. Literalmente horrible. Habría preferido cualquiera otra opción disponible pero se encargaron de no dejarme opción.

Christopher fue rápido en sentarse a mi lado, justo cuando no quería tenerlo allí. En plan, habría preferido comer en el suelo antes que tener que estar sentada a su lado.

Mi madre estaba dispuesta a sentarse a mi otro lado, lo cual habría de ser también incómodo solo por el tío que tenía al lado, pero otro de los trillizos se le adelantó.

—Disculpe, ¿puedo sentarme yo al lado de Cyra? —preguntó Christian, sonriéndole—. Es que somos amigos y bueno... Si no tampoco pasa nada, habrá más ocasiones, usted póngase cómoda que es lo importante.

Ella se rio por la ternura que le dio y no tardó en asentir para dejarle su sitio a mi lado. A ver, a Christian era casi imposible decirle que no, con ese palabreo tan adorable que se cargaba se ganaba muy rápido a cualquiera, incluso a mi madre.

Christen se sentó frente a Christopher, mi madre a su lado y al lado de ella (frente a Christian) estaba su madre, Yenny. Una distribución tan horrible como lo iba a ser esa cena, sin ánimo de ofender a la comida, lo único que la hacía así era la compañía.

Yenny sirvió la comida sin detener la plática que tenía con mi madre, al parecer se harían mejores amigas antes de tiempo, no sé qué tan bueno podría llegar a ser eso.

—Espero que te guste, Cyra, no tenía muy claro que hacer de cenar y Chris me ayudó un poco con ello —me hizo saber, pero yo no tenía idea de a cuál de ellos se estaba refiriendo.

Opté por la opción fácil, no quería tampoco quedar como una tonta delante de una señora que estaba haciendo su esfuerzo para que todo saliera bien.

—Descuida, está todo más que perfecto, muchas gracias —le sonreí por cortesía antes de volver la mirada a mi plato, dándole a entender que no quería hablar más.

Lo entendió al instante, así que tras devolverme el gesto recondujo la conversación de nuevo a mi madre, que no tardó en seguírsela.

—Que aproveche —dijo Christian por lo bajo.

—Igualmente —le susurré solo a él, me importaba poco si al otro individuo que tenía al lado no le aprovechaba. Quizá no le venía mal un corte de digestión.

Dios, Cyra, tú no eres así...

Tú no le deseas el mal a las personas.

A ti te da igual lo que le pase o deje de pasarle a ese cretino.

—¿Lo de la falda era por qué querías que alguien te metiera mano en la cena? —me preguntó Christopher al oído, nuestras madres estaban tan sumidas en su conversación que ni de cuenta se habían dado.

Pero yo me atraganté con lo que tenía en la boca y empecé a toser como si la vida se me fuera en ello.

Porque literalmente podría írseme la vida en ello.

—Tranquila, te ha ido por mal sitio —animó Christian a mi otro lado, dándome pequeños golpecitos en la espalda.

Las adultas detuvieron su conversación para mirarme casi preocupadas, yo levanté mi pulgar en su dirección para hacerles saber que estaba bien y no tenía planes de escupir los pulmones por el momento.

Por instinto desvié la mirada al tercer hermano, pero este ni siquiera me estaba mirando a mi, tenía sus ojos fijos en Christopher y no parecían tener unas miradas muy amistosas cualquiera de los dos.

¿Se había enterado de lo que me había dicho? ¿Lo suponía? ¿O por qué diablos estaba haciendo eso?

Arrastré la silla por el suelo, poniéndome de pie en el acto, tenía los ojos llorosos y sentía mi cara arder. Por poco hice la de "ahí te voy, san Pedro".

—Con permiso, necesito ir al baño —murmuré, todos hicieron el ademán de levantarse pero solo uno lo consiguió; el que estaba sentado al otro lado de la mesa.

—Sentaros —indicó a sus hermanos—, yo la guío.

A ninguno le pareció buena idea, pero como recordaban que su madre estaba allí presente no le pusieron la más mínima pega. Yo tampoco podía hacerlo, de lo contrario sería muy maleducada.

—Los baños están arriba —me indicó, saliendo del comedor y me hizo un gesto para que subiera primero las escaleras.

—Si es una estrategia para verme el culo déjame decirte que no va a funcionar —dejé claro.

Él me miró durante unos segundos, vacilando si hablaba en serio o no, al ver que si lo hacía se limitó a poner los ojos en blanco.

—No seas tan creída, Cyra —señaló—. No me interesa verte el culo ni ninguna otra parte del cuerpo.

Ah, bueno, gracias por el dato.

Ahora me siento humillada por este cretino. Iba a responderle que a mi tampoco me interesaba, pero antes de que pueda abrir la boca ya está subiendo las escaleras, dejándome en claro que debo de seguirlo si realmente me interesa ir al dichoso baño.

Veo bastantes puertas, si cada uno tenía habitación propia normal que necesitasen de una casa grande, no me quería ni imaginar como sería vivir con tres como ellos... Qué dolor de cabeza, si.

Ahora que lo pienso, ¿qué hay de su padre? El mío no está por razones obvias, ¿pero el suyo?

A ver, quizá no debería de preguntar y es obvio que el tío que va delante de mi no me dará la respuesta, por ende hay que esperar a tener una conversación con Christian para sacar el tema.

Cuando se detuvo me tomó por sorpresa, tuve que apoyar mis manos en su espalda por distraída si es que acaso no quería chocar mi cara contra esta. Qué vergüenza.

—Este es el baño, ¿necesitas que entre contigo o qué?

—Sois todos iguales —gruñí al recordar a su hermano, hice un ademán de entrar en este pero también pronto como me moví, él también lo hizo. Su mano buscó mi hombro y me impidió dar un paso más.

—Escúchame, que sea la última vez que nos comparas, ya deberías de tener muy claro que no nos parecemos en absolutamente nada —expresó cuando le jodía una simple comparación con uno de sus hermanos—. Y si no lo tienes claro igual deberíamos de empezar a mostrártelo.

—A mi no me tienes nada que mostrar —me solté para entrar al baño y cerrarle la puerta en las narices.

Madre mía.

¿Podría ahora escapar por la ventana o tenía que volver a bajar y seguir afrontando la maldita situación como si nada?

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