Capítulo diez

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Intento ser de las primeras en salir al recreo y lo consigo. No es por nada, pero no me apetecía seguir cerca de esta gente falsa, que te ponía una sonrisa cuando te veía y después te acusaban en cuanto te dabas la vuelta. Putos hipócritas.

Para mi mala suerte, Christopher estaba apoyando cerca de la puerta esperando a que alguien saliese. Ese alguien no era yo, pero no pudo evitar sonreír al verme.

—¡Cyra! —exclamó, cambiando de posición al instante—. ¿Cómo está mi rubia favorita? ¿Qué tal el examen?

—¿Por qué no te vas a la mierda, Christopher?

No estaba para bromas.

Uno de sus amigos me la tenía jurada y de no ser por su hermano ahora mismo estaría en problemas con la profesora. No podía seguir así. Si este chico, por alguna extraña razón, se sentía superior a mi estaba muy equivocado, tenía que dejarle las cosas claras.

—Oh, vamos... Siempre igual —se acerca a pasos lentos, los alumnos empezaron a salir de clase en pequeños grupos, cada quien juntándose con sus amistades más cercanas—. Estoy intentando ser amable pero tú no colaboras.

Solté una risa cargada de ironía que le hizo fruncir el ceño, me miró como si acabara de perder la cabeza por completo. Poco me faltaba para llegar a ese punto, la verdad.

—¿Amable? ¿Tú siendo amable? —repetí, meneando mi cabeza—. No me hagas reír, Christopher. Tú estás lejos de saber lo que significa esa palabra.

—Yo soy muy amable.

—Y muy mentiroso, parece.

—¡Claro que no! —se defendió de inmediato—. Cyra, no empezamos con buen pie, ya lo sé... Pero dame una oportunidad, yo le caigo bien a todo el mundo, ¿por qué habrías de ser tú la excepción?

—Porque siempre lo soy —me encojo de hombros, restándole importancia a sus palabras—. Mira, no quiero ser tu amiga, no me interesa tu amistad.

—¿Te interesa algo más? —alza sus cejas, claramente interesado, y se acerca un poco más. Yo doy un paso hacia atrás para mantener las distancias—. Si quieres algo más solo tienes que pedírmelo, rubia, estaré más que encantado de poder cumplirte las fantasías.

Hago una mueca de asco. Había malinterpretado todas mis palabras. ¿Pero que se podía esperar de un tío como él?  No mucho, desde luego, sin ánimos de ofender a nadie pero se veía de lejos como era.

Inevitablemente pongo mis manos en su pecho y lo hago retroceder cuando él intenta dar un paso más hacia delante.

—Como des un paso más te juro que te doy una hostia —amenazo.

La violencia nunca es una salida, pero este chico me desesperaba hasta sacar lo peor de mi. No podía controlar mis instintos malignos.

—Ten cuidado, hermanito, que esta es de las que golpea fuerte —opina su hermano desde la puerta, con una de las comisuras de sus labios medio curvada hacia arriba. Creo que eso sería lo más cerca que estaría de sonreír. Puto Christen.

—No me digas —respondió este con sarcasmo y se giró para mirar a su hermano con recelo—. ¿Qué haces ahí?

—No me juzgues, me estaba pareciendo entretenida la conversación —ironizó—. Quería hablar contigo, idiota, pero como vi que estabas muy entretenido tirándole los tejos a la nueva, estoy esperando.

—¡Él no está tirándome los tejos! —me quejé de inmediato, los dos me miraron de la misma manera.

Que miedo.

Tenía delante a dos chicos idénticos que me miraban igual, con una misma expresión.

Esto no pasaba ni en las películas, ni siquiera había leído algo similar en Wattpad antes... ¡Y eso que en Wattpad había de todo! Pero para esto no me habían mentalizado.

—En realidad si —responden los dos a un tiempo, pero con diferente tono de voz. Uno divertido; el otro amargado.

Vale. Eso también ha dado mucho miedo.

¿Quién me mandaría a mi meterme con esta gente?

—Mira que sois raros —lo pienso, pero al mismo tiempo lo digo en voz alta—. Hablas de vuestros asuntos de hermanos que yo me piro.

No espero una repuesta, no me interesaba seguir escuchándolos, simplemente me doy media vuelta y dejo que mis piernas caminen lo más rápido posible lejos de ellos.

Había sido una malagradecida con Christen después de lo que sucedió en el examen, mínimo debería de haberle dado las gracias, él no había colaborado en el jueguecito de "vamos a hacer sufrir a la nueva", eso ya era mucho.

Pero por ahora no, todo era muy reciente y... No me caía bien. Al igual que su hermano Christopher. No entendía como ellos y Christian podían ser, como quien dice, la misma persona, porque a pesar de ser idénticos físicamente eran totalmente opuestos en todo lo demás.

Y hablando del rey de Roma...

—¡Cyra, estás aquí! —soltó un suspiro de alivio mientras pasaba una de sus manos por su cabello—. Pensé que estarías en dirección por lo de gallego, no sabes cuanto lo siento.

—¿Por lo de gallego? —inquieto—. ¿Ya te lo han contado tus amigos?

—Mi hermano —especificó, torciendo los labios—. Christopher se está pasando.

—¿Christopher? —pregunto, desentendida.

¿Qué tenía que ver él en mi clase de gallego si no íbamos juntos en esa hora...?

A no ser que...

Joder. Menudo hijo de puta. Iba a matarlo.

La idea tan graciosa del papel había sido obra de Christopher, de ahí que su amigo la llevara a cabo, y también que Christen supiera lo que iba a pasar. Todo cuadraba. Por eso me había preguntado por el examen nada más salir.

Me hervía la sangre de sólo pensarlo.

Volví a darme la vuelta y volver por dónde había venido, para mi suerte seguía allí hablando con su hermano. No por mucho tiempo. Al verme llegar cabreada dejó de hablar, mi mano fue rápida en impactar en su mejilla, haciéndolo soltar un gemido lastimero. Vale, yo me había pasado, pero él había empezado.

—¿De qué coño vas, tía?

—Y aún por encima tienes los santos huevos de preguntar —siseo—. Debería de haberte golpeado a ti en la fiesta, me siento aliviada ahora que lo hice. Aunque tú los motivos ya los sabes de sobra, gilipollas.

Aprieta su mandíbula, luchando por no hacer algo, su hermano niega con la cabeza.

—Te la merecías, así que no te quejes —le dice.

Al final no vamos a llevarnos tan mal, Christen, estás yendo por el buen camino y eso me gusta.

Pero, como no, ya me había metido en otro problema. Mi vida se estaba volviendo toda una aventura desde que me mudé, me están pasando cosas que ni siquiera pude llegar a imaginar... Y no sé hasta qué punto eso puede llegar a ser bueno. 

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