Capítulo cuatro

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La semana fue aburrida, no conocía a demasiadas personas en el bachiller gracias a que era una chica entre cero y nada sociable. Estaba el chico que cambiaba de humor más que yo de bragas, el tal Christen, o Christopher, o Christian... ¡Cómo quiera que se llame! Y una joven con rasgos asiáticos que me había hablado en clase de latín. Quitándolos a ellos, mi comunicación fue cero.

—¿Vas a venir a la fiesta de esta noche? —la pregunta me toma desprevenida.

—¿Cuál fiesta? —arqueo una de mis cejas.

—La fiesta de bienvenida, boba. —Chris me sonríe con diversión—. Todos los años se hace una fiesta al iniciar el curso escolar, como en las películas americanas... Pero en versión española.

—Eso quiere decir que será mas cutre —chasqueé mi lengua contra mi paladar, haciéndolo reír.

—No, eso quiere decir que será más guay —me guiñó un ojo—. Espero poder verte por allí, tenemos la discoteca del centro para nosotros.

—¿Cómo que la discoteca? —alcé mis cejas—. Si la mayoría tenemos diecisiete...

—Por eso la tenemos para nosotros, es del padre de Daniel Santos, así que no habrá problema —se encogió de hombros para restarle importancia—. No te rajes en el último momento, rub... Cyra —se corrigió de inmediato.

—Bien, supongo que por ir un ratito no me pierdo nada...

—¡Genial! —sonrió, satisfecho—. Nos vemos por la noche, Cy.

—Pero si nos vamos a ver en la clase de gallego...

—Oh, si —asintió, soltando una risita—.Tú me verás a mi, pero yo a ti no.

Antes de que pueda responderle, me besa la mejilla de forma sonora y echa a correr por el pasillo excusándose con que llegará tarde a su próxima clase. Es raro, un buen chico, si, pero raro. Vaaale, también es guapito, o como dicen aquí en Galicia es riquiño.

Y si, en la clase de gallego yo pude verlo pero él ni siquiera se giró para mirarme, como si las palabras de la profesora fueran de lo más importante. Eso me frustró, aunque ya me estaba acostumbrando a su indiferencia en dicha hora.

No nos volvemos a dirigir la palabra en el horario lectivo, él va a su bola y yo a la mía. Por una parte es mejor así. Ni yo me rayo la cabeza ni él se enoja, podía ser el chico más gracioso por la mañana, el más dulce al mediodía pero llegaba la tarde y se ponía de muy mal humor.

—¿Nos vemos esta noche? —la pregunta de la chica asiática hace que me gire hacia ella—. Ya sabes, en la fiesta.

—Si —asentí con la cabeza, moviendo mi cabello con la acción—. Nos veremos.

—¡Perfecto! —sonrió—. Por cierto, mi nombre es Patricia, creo que no me he presentado antes.

—Yo soy...

—Ya sé quién eres —me interrumpió con una risotada—. Al ser la nueva todos te conocen.

—Saber mi nombre no es sinónimo de conocerme —no quería que eso sonase tan frío y seco, pero me cabreaba que la gente pensase de esa forma. Ni siquiera habían cruzado palabra conmigo para juzgarme como persona.

Ella se disculpó con timidez y me sentí mal por ello, solo estaba tratando de ser agradable y yo fui una completa borde.

Al llegar a casa le comenté a mi madre sobre lo de esa noche, no pedí permiso porque si lo hacía me diría que no, simplemente le dije que iría a la fiesta un poco y que no llegaría muy tarde porque detestaba estar rodeada de gente. Hasta la diez no salí de mi habitación, no me puse un vestidito como siempre se ponían las protagonistas, mis piernas me lo agradecieron, mi tampocó planché mi pelo ni me puse maquillaje. Me limité a ponerme unos tenis nuevos porque los que llevaba ya iban gastados y até mi cabello para disimular que no me había peinado. Para salir de casa me puse una chaqueta encima, por las noches refrescaba y lo que menos necesitaba era resfriarme.

Lo que no me esperaba era que al llegar a la discoteca todos se alegraran de verme allí, como si supieran algo de lo que yo no estaba enterada. Quería darme la vuelta y volver a casa.

—¡Chris, ha llegado! —el grito de una morenaza de metro ochenta también llega a mis oídos, estábamos lo suficientemente cerca la una de la otra.

—¡Pero si es mi rubia favorita! —anunció, alegre. Muy alegre.

Por Dios, no quiero soportar a un borracho, detestaba a los alcohólicos.

Tuve que tomarme una profunda respiración para poder mirarlo a los ojos y no soltar maldiciones en el momento. Sus ojos brillaban con burla, el alcohol corría por sus venas pero sabía de sobra lo que estaba haciendo.

—No vuelvas a llamarme así, tengo nombre.

—Si, lo tienes, es el que voy a gemir esta noche.

¿Qué que?

Entreabrí los labios dispuesta a decir algo pero sus labios presionaron los míos sin darme tiempo a hacerlo. A nuestro alrededor todo fueron gritos, lo que me hizo empujarlo con fuerza para que se separase.

¿Quien coño era para besarme?

En mi mente estaba la idea de decirle cuatro cosas en la cara, pero la chica de antes lo tomó de la mano para guiarlo lejos de mi.

Idiota.

—¿Qué mierda estáis mirando? —espeté a los que tenía alrededor, quienes después de soltar una carcajada se centraron en lo suyo.

Ese estúpido me las iba a pagar, quizá para las demás fuera divertido todo esto pero para mi no. En mi anterior instituto las cosas no funcionaban de esta forma y me gustaba más así. No quería un cliché americano.

Camino hasta la barra, no me da tiempo de pedir nada porque mis ojos ven al maldito que me besó hace tan solo minutos, estaba en la otra punta de la barra, recargado en esta y mirando el vaso que tenía en la mano con asco.

—¡Tú! —grito, caminando hacia él con pasos decididos. Al tenerme a su lado me mira confuso—. Eres un hijo de puta. Lo que hiciste para quererte hacer ver fue una mierda, tal vez con las demás chicas te funcione pero yo he leído mucho Wattpad y no me voy a dejar aplastar por un gilipollas como tú.

Él arqueó una ceja, todavía confuso, y tras dejar el vaso en la barra se inclinó ligeramente hacia mi.

—No sé de que estás hablando, pero pareces muy enfadada así que me apunto a todo.

Oh, claro que te vas a apuntar.

Mi mano impacta contra su mejilla antes de que mis labios pronuncien alguna palabra, el gime dolorido y se lleva su mano a dicha zona para mitigar el dolor.

Al levantar la cabeza me doy cuenta de que he cometido un error, uno muy grande.

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