19. Su decisión

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Después de ese día en la escuela, me he estado protegiendo más y he estado evitando estar sola, por lo que siempre camino junto a alguna de mis amigas para que de esa manera evite que “ataquen”. Pero hay en algunas ocasiones que es inevitable estar sola, y es ahí donde aprovechan. Es por eso que busco siempre lugares donde hayan muchos estudiantes en los pasillos.

Mi vida universitaria ya no es normal, ahora es como si tratara de sobrevivir. Es una carga que no puedo compartir con alguien de confianza, pues solo una persona lo sabe, y es quien menos esperé que lo supiera: Daniel Black. Desde esa vez que conversamos, no lo he vuelto a ver en los pasillos, ni en ningún otro lado. Pero tampoco quería invadir su privacidad e ir a ese lugar especial para él.

Tomo mis libros y camino entre todas las personas para poder llegar a mi clase.

—¿Te vas sin esperar verme y hablar de eso? Qué cruel.— Rio.

—Ya te vi, y no pienso hablar de eso, así que ahora iré a mi clase. Nos vemos luego, Matthew.— Queda atrás sin quejarse.

Y desde esa cena él ha tratado de conversar acerca que lo que ocurrió esa noche. Pero si lo recuerda será algo vergonzoso, por lo que he evitado que ese tema salga a flote. Sé que esa conversación no tiene importancia, pero Matthew lo ve de otra manera.

Camino hasta mi clase mientras trato de acomodar los libros que tengo en las manos. Entro a la clase y subo hasta donde se encuentra mi asiento apartado por Anny. Me siento y dejo a un lado mis cosas. Será un largo día.

Pero lo raro es que el día de hoy no me siento tan distraída como —casi— siempre, tal vez como algunos problemas ya se resolvieron, ahora estoy bien. Presto atención a todo lo que los profesores dicen, en algunas ocasiones simplemente ya no quiero seguir aquí, por lo que me gusta dejar de escuchar.

Una estudiante aplicada, me dicen.

Recorro los pasillos para llegar hasta mi próxima clase. Pronto será el descanso, y eso es lo que más anhelo. Ya no quiero seguir escuchando las clases, y el tiempo no me ayuda, pues pasa demasiado lento.

Continúo escuchando mientras anoto las cosas importantes que mencionan. Cuando ya estoy aburrida comienzo a garabatear cualquier cosa que se me viene a la mente. A veces ya no quisiera seguir estudiando, pero sé que debo.

Al fin llega una de mis horas más deseadas —aún no la salida—, el almuerzo. Guardo mis libros y agarro otros.

Cuando comienzo a caminar para juntarme con mis amigas en la cafetería, la sensación de que alguien me sigue se hace presente. No lo entiendo, en estos momentos hay varias personas rodeándome. ¿No atacaban cuando estaba sola? Trato de no acelerar el paso para que no sea evidente que sé que me siguen. Pero esto ya no está funcionando. Está corriendo… Comienzo a correr mientras siento en mi pecho una opresión. ¿Por qué no me ayudan? Veo de soslayo, pero no encuentro a nadie. Lo único que siento es el momento en el que alguien me juntó a los casilleros, pero no fue una manera brusco.

Cierro los ojos y solo tengo para que no ocurra nada malo.

—Bri, soy yo— escucho esa bonita voz.

Abro los ojos lentamente y me encuentro con unos bonitos ojos azules. Hacemos contacto visual unos minutos y luego veo la posición en la que nos encontramos. Estoy acorralada por sus brazos a cada lado.

Él se aparta con un gesto avergonzado.

—Te hablé pero no te detuviste, lo siento. Solo quería que dejaras de correr.— Explica con un sonrojo.

Exhalo aliviada porque no eran las personas que creí. Agradezco que fuera Daniel quién me seguía, por muy extraño que parezca. Pero, ¿Por qué? Hago un gesto confuso.

Mi amor eterno Where stories live. Discover now