24. Riesgos

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Llegué a casa encontrándome con el silencio ya común. Fui a la cocina para avisar que ya no cenaría porque hace un momento comí. Ellos comprendieron y subí a mi cuarto con una sonrisa enorme en mi rostro.

Dejo mi mochila a un lado y me tiro boca abajo en el sofá. Pongo una de mis manos en mi mejilla y ahogo un chillido.

«Solo fue un estúpido beso, no te emociones».

Me siento y comienzo a toser para recuperar mi postura.

Después de unos minutos salgo de mi habitación para llegar a la de Anny para conversar de cualquier cosa, o más bien, de todo lo que ha estado pasando con lo que respecta a Daniel. No le he informado mucho en estos días, por lo que quiero hablar con ella.

Abro la puerta y como no veo a nadie, me dirijo a su biblioteca, pero aunque reviso todas las secciones de ella, no encuentro a nadie. Cuando salgo de aquel lugar, la puedo ver entrando. Al parecer apenas terminaron de cenar…

—Hola— sonrío. Ella hace un asentimiento en forma de saludo.

—Bastante feliz, eh.

—Sí. ¿Crees que…?— pienso mejor la pregunta. —¿Crees que no está mal que estemos juntos de nuevo?

—Eso es lo que querías desde un principio, ¿no? En mi opinión, realmente no me importa con quién estés, solo con que te haga feliz basta— se encoge de hombros. —Ese tipo te hace feliz, lo sé, es por eso que solo con eso es suficiente. Y también que se quieran mutuamente, claro.

—Ohh, eres genial— chillo para abrazarla. Ella se queda estática unos momentos hasta que con una de sus manos palmea mi cabeza.

—¿Eres… feliz?— pregunta con duda.

—Lo soy— sonrío. Se forma una pequeña sonrisa en sus labios y asiente.

Camina hasta su cama y se acuesta. Solo mira el techo blanco, pero en algún momento cierra los ojos al mismo tiempo que suspira.

—¿Qué tienes?

—Nada. Estoy agotada, eso es todo.

Quedamos en silencio hasta que una tercera voz habla.

—¿Por qué hay tanto silencio? Hoy es viernes, deberían estar alegres.

Sonrío. —Es cierto, pero creo que no está mal después de todo— digo recordando el tiempo que paso con Daniel esos días.

—Uhm, eso es porque hay un motivo detrás. ¿Tu novio?

Miro a otro lado sonrojada.

—Eres como un libro abierto.— añade en un susurro. Voltea a ver a Anny, pero dura poco. —¿Por qué no salimos mañana?

—¡Claro, sería genial!— digo con entusiasmo. Ambos volteamos a ver a Anny.

—¿Es otoño?

Ambos —Levi y yo— nos vemos con el ceño fruncido por la pregunta de mi amiga.

—Sí, aún es otoño.— ella suspira.

—Está bien.

Sonreímos y hago un bailecito extraño junto a mi amigo. Anny por fin nos ve, frunce el ceño y murmura algo que no escuchamos. Comenzamos a dar vueltas y terminamos algo cansados.

—Eso que hacen es extraño— añade la rubia.

—Lo sabemos, pero es divertido. Deberías intentarlo— ella hace una mueca y se vuelve a acostar.

—Bien, saldremos en la tarde.

Asiento y sonrío.

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Mi amor eterno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora