21. Nuevo inicio...

21 7 38
                                    

Me quedo helada al escuchar aquella propuesta. En este momento Daniel se encuentra completamente rojo de la vergüenza.

—¡Espera! Sé que suena extraño, pero me siento culpable por todo, y sé bien que en este momento nadie vendrá por ti, y no quiero que estés con esa ropa; te puedes resfriar…

—P-puedo ir a casa así, no te preocupes.— Él suelta un suspiro, hastiado.

—Solo vamos y te compraré otra ropa, o puedes ponerte la…— se detiene y voltea su cara. —Vamos.

—Deberías ir, jovencita. El chico tiene razón, te puedes enfermar.— Dice alguien más. 

—Bueno— digo al fin. Y él menciona que irá por algo.

Reviso mi mochila y veo que algunas cosas están mojadas. Agh, desagradable. Veo mi celular y me percato que aún sirve. Menos mal, pienso y suelto el aire que tenías contenido. Lo demás no tiene tanta importancia, pero mi celular sí. Llega Daniel y tiene un paraguas en la mano.

¡¿Solo uno?!

—Este es el único que traje, lo siento. Vamos.

Comenzamos a caminar por los pasillos mientras el aire solo provoca que tenga más frío. Llegamos a la entrada y el abre el paraguas que traía en su mano. Voltea hacia mí, mientras mis nervios aumentan al estar cerca de él. Contrólate, parecerás una maniática si haces algo estúpido, me digo a manera de motivación, pero solo hace que mis nervios crezcan más.

Asiento y me acerco a él. Comenzamos a caminar a la par del otro mientras nos cubrimos de la lluvia, que aún no cesa. Comienzo a sentir el latido de mi corazón detrás de mis orejas y también un sonrojo en mis mejillas. Solo espero que el tiempo pase rápido para llegar a nuestro destino. Veo de soslayo a Daniel y él también se ve algo nervioso, ha estado manteniendo algo de distancia, por lo que uno de sus hombros se está mojando.

—Te estás mojando.

—N-No hay problema.

Lo jalo para que la lluvia no le caiga, por lo que nuestra lejanía es relativamente inexistente. Seguimos caminando ahora literalmente a la par, y él parece incómodo por eso, o avergonzado. Lo veo de reojo y está cubriendo su cara con su mano libre. Murmura algo que no puedo entender y nuestras miradas se conectan. Volteo hacia otro lado con vergüenza y él se detiene, por lo que lo imito.

—Sostén esto, ahora vengo— dice y tomo el paraguas antes de que él desaparezca.

Pasan unos minutos hasta que vuelve y sostiene una bolsa en una de sus manos. Lo miro con algo de curiosidad y me lo extiende antes de que haga una pregunta. Sostiene de nuevo el paraguas y comenzamos a caminar mientras el viento frío nos da de frente y algunas gotas también. Sostengo la bolsa que me dio con fuerza, a pesar de que no sepa que haya allí, de alguna manera para mí es especial; pues es un regalo suyo. Un regalo de él después de mucho tiempo. Sonrío.

—¿Qué pasa?— Pregunta divertido.

—¿Qué?

—¿Por qué sonríes?— mi sonrisa se borra al escuchar eso.

—Ah… eso, no es por nada je, je.

Ya no insiste más con el tema.

Ahora que lo pienso, Daniel es una persona muy respetuosa que sabe cuándo debe hablar… o al menos así es conmigo. Me encanta el hecho de que no me sienta presionada y que insista con algo.

Simplemente es él.

Llegamos a lo que es un edificio y entramos mientras volteo a ver todo algo desorientada. Él se ríe al verme.

Mi amor eterno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora