31. Lo mereces

4 5 61
                                    

[Brianda Wayne]

El frío comienza a entrar en mí. Tirito.

Desde que entró Rebecca, nadie más lo ha hecho. Escuché algunas de sus conversaciones en la que decían que no me alimentarían hasta que ceda. Eso fue como un puñetazo directo.

No he visto a nadie más. Yohan no ha entrado después de que me besara. Y Bella… no sé si sigue aquí. Después de todo ni siquiera me importa.

El dolor en mis muñecas y en mis pies persiste, pero trato de ignorar aquel dolor remplazándolo con otro. Aunque realmente tengo pocas cosas que no me duelan.

Mi estómago ruge una vez más, declarando que no he probado nada desde aquella primera —y probablemente última— vez que me dieron algo. ¿Cuándo fue eso? ¿Cuánto tiempo llevo aquí? Ni siquiera lo recuerdo. Le he restado importancia al tiempo que he estado aquí. Sin embargo, siento que ha sido una eternidad.

¿Eso fue esta mañana? ¿Al menos aún es de día? Suspiro.

Me hago un ovillo intentando conservar el calor de mi cuerpo. Sé que es otoño, pero ¿por qué hay tanto frío? Ni siquiera lo sentía así cuando aún tenía “libertad”.

Comienzo a escuchar unos gritos, por lo que me sobresalto. Trato de ignorarlos, pero se escucha como una discusión demasiado fuerte como para ignorarlo. Intento escuchar algo de lo que dicen, pero no puedo. Ni siquiera eso puedo hacer, pienso.

Pongo mi cabeza entre mis piernas, intentando de alguna manera tener comodidad. Pero eso no se puede lograr con un frío como el que hay ahora.

Cierro los ojos, al mismo tiempo que suspiro. Varios escenarios del pasado comienzan a desfilar en mi mente. Una sonrisa pequeña se posa en mis labios al sentir una relajación momentánea. Momentánea. Todo iba tan bien en mi vida.

«Deja de pensar lo que ya no puedes hacer por el momento».

Muerdo mi labio inferior con fuerza, reprimiendo las ganas de querer echarme a llorar. Aguanto la respiración por unos segundos hasta que dejó ir el aire que contenía. Repito la acción una y otra vez.

Dejo de hacerlo al sentir que mi cabeza duele. Después de unos minutos se me pasa, pero las ganas de llorar persisten.

No ganas nada por llorar. Sé fuerte. Me repito, y asiento.

Aunque intente ser positiva, estando en una situación así es algo difícil. No sé nada de lo que está pasando afuera, de hecho ni siquiera sé dónde me encuentro. No sé nada de Daniel y de mis amigos. ¿Estarán buscándome? Cierro los ojos. Claro que lo están haciendo, ¿no?

¿Por qué estoy dudando?

No todas las personas son malas. Sí, mis padres y una persona que intenté amar me tienen secuestrada, pero fuera de estas paredes hay personas que me quieren y lo han demostrado en distintos sentidos. Daniel es una sola prueba de ello.

Sé que esta vez no me he equivocado. Elegir a Daniel es el placer que más he disfrutado en mi vida, a pesar de que eso conlleve riesgos como estos. Desde un principio ambos sabíamos que si volviéramos a estar juntos, habrían consecuencias, pero dejamos eso a un lado y disfrutamos varios días de la compañía del otro, y esto solo es un pequeño obstáculo en el camino… Tal vez uno no tan pequeño.

No debo dejar que todo esto me afecte.

Después de todo, creo que mi vida siempre ha sido así, y no me sorprende que esté aquí. Mi hogar en España era como una prisión. Mi relación con Yohan eran como una cadenas. Y todo lo demás solo era peor. Pequeñas fracciones que mostraban lo que vivía cada día…

Mi amor eterno Where stories live. Discover now