8. ¿La verdad?

24 11 4
                                    

La paz abunda en mi interior.

Quisiera que siempre fuese así pero supongo que tengo que aceptar mi realidad aunque no me guste del todo. Volteo a ver dentro del lugar donde antes estábamos. Las cosas se han calmado del todo o eso puedo ver. No se escucha absolutamente nada, la música ha cesado, los gritos de las personas también, frunzo el ceño extrañada y me levanto de mi lugar. Avanzo unos pasos hacia la puerta pero escucho que alguien habla y como rápidamente mi amiga se levanta. Un brazo rodea mis hombros y el olor a alcohol es lo primero que percibo, una mano hace que voltee la cabeza: Matthew. Sus labios se acercan a los míos, fuerzo para zafarme de ahí pero me tiene rodeado todo mi cuerpo. La fuerza que hago no es nada comparado con la del chico que esta frente a mí. Me pone en su pecho como si lo estuviera abrazando pero siento que su fuerza se va desapareciendo y cae. Lo miro y luego a mi amiga que mira triunfante. Siempre está ahí...

—Tiene demasiada fuerza— le digo a An.

—Es un chico que practica un deporte pero nadie es inmune a... ya sabes.— sonrío.

Me dirijo a mi amiga y la abrazo.

—Tendré que enseñarte eso, lo necesitaras. No quiero que alguien te haga algo así o peor— me dice y rompemos el abrazo, al mismo tiempo que asiento.

No puedo creer que haya hecho eso, a la vez si porque es una persona fuerte y siempre ha sido muy independiente. Ella me dice que debemos entrar, tal vez el silencio sea debido a que los adultos llegaron. Escucho unos pasos apresurados que corren, el sonido fue en la puerta, lo ignoro y sigo el camino.

Entramos y todas las personas se encuentran sentadas, se puede ver como se calmaron. El olor de la estancia es desagradable. Los asistentes son pocos. En la claridad se pueden ver y aunque todo este oscuro, puedo localizar donde es que estábamos sentadas antes de que pasara todo, pero esta vez es diferente, no se encuentra aquí. Sonrío pero no es de felicidad ni de tristeza, es un sentimiento neutro de esos dos. No me puedo entender, hay un pequeño sentimiento de tristeza pero, no hablo con él y no tengo el valor para hacerlo.

Nos sentamos pero veo que hay dos personas a nuestro lado, tal vez las mismas de antes. Miro mí alrededor y esta vez, el número de quienes están bien, se puede contar, ¿no estarán muertas? Así parece. Me parece algo sospechoso, ¿entro alguien? ¿Les habrá hecho daño a todos? ¿Estarán solo... drogados? ¿Dónde están los adultos? ¿Qué paso con el resto? ¿Deseaban irse? Muchas preguntas son las que me hago y también, ¿cómo es que An pudo aguantar esto? Es todo una locura con estos críos mimados, ¿les dirán algo sus padres?

Las luces son prendidas y cierro los ojos, «mucha luz». Ahora puedo ver con claridad a todas las pocas personas que se encuentran. El Black, sigue aquí. Se encuentra recargado en una de las paredes cerca de donde nos encontrábamos antes, tiene los ojos cerrados y los abre de golpe al mismo tiempo que desvió la mirada. Puedo ver quien fue la persona que prendió la luz, se encuentra al lado de la persona que vi antes:

— ¿¡Esto parece una escena de crimen, que hicieron aquí!?— Dice el señor Rushforth molesto.

Hay varias personas detrás de él, son todos los adultos que tanto deseaba que llegaran en los peores momentos de la noche. Nadie responde a lo antes dicho de esa persona que se ve tan poderosa ante los ojos de todos.

Todas las miradas están clavadas en ese hombre de carácter que está al frente. Todos se incorporan con rapidez después de que gritara con más intensidad, incluso yo di un respingo por la voz tan potente que tiene cuando está enojado, nunca le había visto de tal manera.

Anny se levanta de su lugar y veo como los ojos de su padre, toman un brillo especial cuando la ve. Con la mirada lo dice todo: orgullo. Ella es muy diferente de todos los chicos que la rodean y su padre se siente así al saber que no ha cambiado, a pesar que este sea el ambiente habitual para ella. Voltea hacia mí, indicando que la siga. Me levanto y la sigo. Siento una mirada, esa que me aterra pero que tanto extraño. Nos encontramos con el padre de An que sonríe satisfecho. Recibimos un abrazo de su parte al mismo tiempo que volteo y está ahí, a pocos metros, casi ninguno. Conectamos nuestras miradas y no sé qué hacer, siento que todo mi interior va a estallar y esta vez puedo ver como tiene pequeños golpes en la cara, quisiera tocarlos y sanarlos. Mi mirada se transforma en una cálida y el baja la mirada evitando la mía, al tiempo que cubre su boca y noto un pequeño sonrojo de su parte. El abrazo ha desaparecido y nunca lo sentí, solo pude ver esos ojos que disparan una eternidad contra mí.

Mi amor eterno Where stories live. Discover now