28. Por ellos

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Pasaron unas horas para que Yohan se diera cuenta de que actuó como un tonto —aunque lo es siempre—. Lo vi tan avergonzado y con un sonrojo que nunca antes había visto. Pero, también sé que es alguien inteligente. Me desató las manos, sí, pero estuvo todo el tiempo observándome hasta que me terminara todo el plato. Cuando lo hice, él sonrío y se fue después de haber atado mis manos de nuevo.

Ahora solo es silencio todo lo que me rodea.

Es algo extraño pensar que estoy aquí, prácticamente secuestrada por la persona a la que intenté amar hace años.

Suelto una risa seca cuando esos pensamientos pasan por mi mente.

 Porque, sí, es muy estúpido pensar que yo quería remplazar a Daniel así de rápido. Pero, después entendí que todo el tiempo en el que intenté no pensar en él y cuando negaba que me gustaba, en realidad eso estaba equivaliendo a pensar en él y seguir alimentando mis sentimientos.

Suspiro.

Creo que estuvo bien que en ningún momento me dejara de gustar Daniel, porque si no hubiese sido así, Yohan se habría salido con la suya y habría obtenido todo lo que desea.

De alguna manera Daniel siempre cumplió la promesa de protegerme…

Sonrío sintiendo un enorme dolor en mi pecho. No ha pasado ni un día entero, pero ya extraño verlo. Y quiero pensar que ayer descansó como debe de haber sido, pero de alguna manera, sé que no ha sido así.

Vuelvo a escuchar el sonido de pláticas, pero, igual que ayer, no las puedo comprender del todo. Pero, aquella plática, de un momento a otro, comienza a parecer una pelea.

Intento acercarme a la puerta para tratar de escuchar lo que están diciendo. Hago el intento de agudizar mi oído para atar frases razonables. Hago una cara de confusión cuando no logro entender mucho de lo que discuten.

Silencio.

—Tenemos que irnos— logro escuchar.

—No vamos a poder, y lo sabes. Esos tipos son muy poderosos, podrían acabar con nosotros en cualquier momento.

Me quedo pensando en lo que escuché… ¿De quién rayos están hablando?

Las palabras de Levi vienen a mi mente: “Estamos tratando de buscar una solución”.

Sonrío inevitablemente al pensar que no estoy sola aun en momentos como estos. Cierro los ojos y apoyo mi cabeza en la fría y algo sucia pared.

—¿Qué vamos a hacer?— continúo escuchando.

—¡No lo sé! Esos estúpidos en algún momento se darán cuenta de dónde estamos.

Me quito de la puerta lentamente, solo por si acaso llegaran a entrar y me vieran que estaba escuchándolos, y ya no quiero más problemas.

Suelto un suspiro y comienzo a ver a mi alrededor, intentando buscar algo, cualquier cosa que pudiera ayudarme a quitar las cuerdas de mis manos. Sin embargo, no hay nada que pueda ayudarme a hacerlo. Ruedo los ojos, algo agobiada.

Pasa el tiempo, y trato de hacer algo más, algo que pueda distraerme, pero no es posible. Lo único que puedo hacer en un lugar así, es pensar.

 En estos momentos no tengo a nadie, solo me tengo a mí. Y el ruido que hace mi mente es mayor por el silencio que ha habido durante todo este tiempo, y a veces no quiero pensar. Ya no. Pero aquí, solo puedo hacer eso.

Pero a veces mi mente es algo cruel por llevarme a pensar en cosas que pasaron antes de todo… esta porquería.

Como aquel beso…

Mi amor eterno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora