27. Torturas

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—Dame la mano y no te rehúses más— susurra en mi oído.

Muerdo mi labio inferior para tratar de controlar mis emociones. Esto no era lo planeado, definitivamente no era lo que deseaba.

Trato de relajar mi tensión y hago lo que dice. Sé que está sonriendo. Toma mi mano y comenzamos a caminar hacia una dirección completamente distinta a la que estaba planeando.

Por un momento habíamos atraído las vistas de las personas, pero cuando tomé su mano, simplemente dejaron de prestar atención y volvieron a lo suyo.

Ojalá ellos entendieran que pasaba en realidad…

—¿Anny y Allison están bien?— susurro sin saber si mi pregunta será respondida.

—Uhm…, si a bien te refieres que están vivas, sí— responde de manera seca.

—¿Q-qué les hiciste?

Se queda callado pero con una sonrisa en sus labios.

Mi enojo comienza a salirse de control, por lo que tiro de su mano para intentar zafarme de ella e intentar correr. Y sí funciona, pero no era como yo esperaba. A pocos pasos de haber avanzado, él toma mi mano con aún más fuerza y hace que termine con la cara en su pecho.

—Deja de hacer una escena y vámonos de aquí.

—¡Elige a otra estúpida persona que sí esté de acuerdo con una maldita relación falsa, no a mí!

Lo siguiente que percibo es un golpe en la mejilla.

Un ardor comienza a formarse en la zona y pongo una de mis manos allí. Mi boca se abre en una “o” y lágrimas comienzan a derramarse.

—¡¿Es que acaso no es suficiente con todo lo que tengo para que estés conmigo de una estúpida vez?!

—No…— respondo de manera débil.

—¿Qué acabas de…?

—Tú no eres él.

Veo que se descoloca por un momento.

—Yo no quiero tener una relación falsa, yo solo quiero a un lindo chico de ojos azules que me abrace en momentos difíciles y que esté ahí en todo momento. Solo quiero algo real con alguien que ame… y que el sentimiento sea mutuo.

Mis sentimientos se desbordan. Sí, estoy siendo lo suficientemente patética como para llorar frente a alguien que le importa muy poco mis sentimientos.

—Así no son las cosas. No tendrás todo en esta vida. Ahora vámonos. Hay que partir antes de que…

Se calla a sí mismo y toma mi mano para comenzar a andar de nuevo.

—¡Ah! Y… tu celular— pide extendiendo su mano.

—¿Qué? ¡No!

—Tu celular— dice de nuevo.

—Nada de eso. Dámelo.

Paso un tiempo en silencio debatiendo interiormente si hacerlo o no. No quiero hacerlo.

Entonces comienzo a sentir que comienza a tocarme por todo el cuerpo en busca de mi celular.

—¡¿Qué rayos haces?!

—Te lo pedí, pero no me hiciste caso. ¿Sabes qué? Estás haciendo las cosas más complicadas. Johnny, por favor— dice, y veo a alguien detrás de mí.

Después de eso… nada.

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Un dolor terrible en mi cabeza es lo siguiente que percibo. Puedo escuchar el palpitar de mi corazón en mis sienes. Es horrible. Me siento desorbitada, y mucho. Trato de levantarme, pero no encuentro las fuerzas para hacerlo. Un jadeo de dolor sale de mis labios.

Mi amor eterno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora