32. Lo haré

5 3 30
                                    

[Daniel Black]

Conduzco mi auto mientras me concentro en no perder de vista el auto que va frente a mí.

Después de que Rushforth me diera la noticia, sentí muchas cosas, pero lo único que quiero en este momento es encontrarla y saber que está bien. Quiero estar con ella y hacerle saber que es una persona muy fuerte, y que todo estará bien.

Aprieto el volante, intentando mantener mis emociones a raya. Debo de concentrarme.

Veo a los alrededores: estamos fuera de la civilización. Hago una mueca. Esto no es bueno.

Después de unos minutos, llegamos a un lugar que se ve abandonado. Salgo del auto y contemplo el lugar durante unos segundos antes de entrar.

Hayes entra primero, junto con su equipo, y luego los sigo. Entramos estando en alerta, porque cualquier cosa podría ocurrir con personas como las que estamos tratando. Comienzan a revisar todo el lugar, pero no encuentran nada.

Todo está vacío.

Entro a una habitación donde no hay ninguna ventana, ni entra mucha luz. Observo alrededor y puedo ver solamente unos trastes en el suelo, al igual que un celular roto. Me acerco para verlo mejor. Es el de Bri.

Estuvo aquí.

Veo a todos lados con angustia. Seguro escaparon al enterarse que sabíamos su ubicación. Pero… ¿a dónde podrán haber ido? Ojalá no hayan salido de Inglaterra. Rushforth me dijo que no podrían, pero podrían falsificar una identidad e irse. Temo que eso pase.

—No están aquí— dice Hayes soltando una maldición.

—Pero lo estuvieron— añade otro. Asiente.

—¿Dónde creen que podrían estar?— pregunto.

—Saliendo del país, probablemente.

No puede ser…

Comienzo a sentir que la desesperación me carcome, pero aún así no debo de perder la esperanza, hacerlo sería mucho peor para mí. Y yo, yo solo quiero volver a verla.

Ellos me dicen que vuelva a casa, que ellos se van a hacer cargo de encontrarla, pero realmente no quiero volver y sentirme inútil por no estar haciendo nada. Muerdo mi labio inferior. No debería de estarle llevando la contra a profesionales, pero realmente no quiero volver.

—Vuelve y descansa, chico.

—Pero…

—No seas obstinado y ve a comer algo y descansar. Eres igual de terco que esa niña.

Aprieto mis puños. Quiero hacer más.

—La encontraremos, no te preocupes.

—Pero…

—Por favor, ve y descansa— dice frotando sus ojos con cansancio.

Probablemente solo estoy haciendo su trabajo más difícil, y no quiero estorbarle a un profesional.

Asiento.

Salgo de ese lugar y entro a mi auto. Sin darme cuenta, he golpeado demasiado fuerte la puerta de él. Me inclino hacia el volante, dejando descansar mi cabeza. Cierro los ojos sintiendo que me estoy comenzando a romper.

Trago duro haciendo un esfuerzo por no llorar. Dije que no perdería la esperanza.

Después de unos segundos en esa posición, inhalo hondo y suelto después de retenerlo. Abrocho el cinturón para comenzar a conducir de vuelta a casa.

Mi amor eterno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora